Capitulo 4

40 5 6
                                    

Capitulo 4: Constelaciones

Cuando tenía 5 años me detectaron la enfermedad, mama y papá quedaron totalmente destruidos, su hija no llegaría a los 30.

Todavía recuerdo el rostro de mi madre cuando escuchó al médico. La manera en la que sus manos temblaban con descontrol y las lágrimas caían por su rostro sin descanso.

Mis padres no empezaron a discutir a partir de ese día. Día y noche gritaban y discutían por lo que podían hacer para salvarme.

Mi padre quería que vendiéramos la casa y nos fuéramos a Alaska con mis abuelos, pero mi madre se negaba rotundamente a dejar toda su vida en Ohio para irse a otro estado a la otra punta del país.

Mi padre amaba Alaska, siempre decía que era el lugar más hermoso de el mundo, los lagos, los paisajes, las constelaciones que se formaban por la noche... todo eso era lo que el decía que hacía tan especial a Alaska.

Tal vez esa es una de las principales razones por las que voy a Alaska. Para ver con mis propios ojos todo lo que tanto amaba papá de Alaska.

Mi padre nos abandono cuando cumplí los 7 años, todas las noches, venía a darme un beso cuando creía que estaba dormida. Lo que el no sabía, es que yo me quedaba despierta hasta que viniera a darme las buenas noches.

Un día lo escuche hablar con su padre, estaba llorando, temblando y no paraba de decir que no aguantaba más.

Que estaba demasiado cansado. Cansado de discutir con mamá, cansado de mi enfermedad, cansado de mi. Esa noche no vino a darme el beso de todas las noches.

Nunca volvió.

Mi madre lloraba desconsoladamente su abandono, a veces me gritaba y me decía que papá se fue por mi enfermedad. Tal vez se fue por mi culpa.

Aparto los pensamientos de mi mente antes de derrumbarme.

Giro en la cama, intentando levantarme poco a poco, miro a Darien, quién está durmiendo al otro lado de la cama, la almohada que puse como almohada nos separa a ambos evitando que nos rocemos por accidente.

Se gira hacia mí aún dormido, pasando su mano por encima de la almohada, abrazando mi cintura. Mis mejillas se tornan carmesí al instante y aparto su mano, fingiendo que esto no ha pasado.

—Buenos días—se estira mientras bosteza—. ¿Cómo dormiste ojos simples?

Y dale con el apodo.

—Bien, ¿y tu?

—Bien.

Me levanto de la cama, caminando al baño para lavarme los dientes.

—¿Qué hacemos hoy? —pregunta Darien aún desde la cama.

—No lo sé—me encojo de hombros—, creo que he pillado un resfriado—estornudo fuertemente mientras hablo.

—¿Y eso? —lo miro mal, asesinándolo con los ojos.

—Por tu culpa, idiota.

—¿Nos quedamos en el motel y vemos una película?—sugiere.

—Bueno—acepto—. ¿Qué película ponemos?

—Elige tu.

—¿Vemos Titanic?—le sugiero.

—¿Cuál es esa?—me giro a mirarlo con la mandíbula caída, ¿no conoce Titanic?

—¿Nunca has visto Titanic?—le pregunto, anonadada.

—Nunca.

—¡Por dios!—exclamo, me tumbo al lado suyo en la cama y le quito el mando para poner la película—¡Pero si es una de las más famosas del mundo!
Se encoje de hombros.

—Prepárate porque vas a llorar a moco tendido—le aviso, poniendo la película.

—¿Es triste?

—Mucho—le contesto, sabiendo que voy a terminar llorando mares.

—No creo que sea para tanto—me rio sabiendo que va a llorar como un bebé.

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶
Miro a Darien, quien tiene los ojos llorosos y la cara roja.

—¡¿Cómo no me dices que termina así de mal?!

—Te dije que ibas a llorar—le digo mientras como palomitas.

—¡¿Por qué tenía que terminar así?! —exclama aún en lagrima viva.

—Porque así lo quiso el director—me encojo de hombros.

—Toma—le paso un pañuelo para que se seque las lágrimas.

Después de terminar la película decidimos salir a pasear un rato, ya está oscureciendo y tengo muchas ganas de ver como esta el cielo esta noche.

Me pongo el abrigo, el gorro y los guantes, ya que hace un frío increíble.

Si aquí en Indiana me estoy muriendo de frío, no me imagino en Alaska. Me voy a quedar como un cubito de hielo.

Nos sentamos debajo de un árbol el cual está encima de una colina.

Miro hacia el cielo, observando las constelaciones que se pueden ver esta noche. Lyra, Orion y Cassiopea son las que más se dejan ver hoy.

—Mira, esa constelación se llama Cassiopea—señalo la constelación con el dedo.

—Es muy bonita—añade Darien.

—Lo se. Es hermosa.

—Como tú—giro mi cabeza hacia el, ¿qué?

—¿Qué has dicho?—le pregunto, dudando si lo escuche mal.

—Que se parece a ti—aclara mientras la señala.

Observo la constelación, tiene forma de mujer y brilla más que ninguna otra.

—Ah.

Lo miro a los ojos, y comienza a reír cuando ve el color carmesí que cubre mi cara.

Su mano acaricia mi cara y aparta un mechón de pelo de mi rostro, poniéndolo detrás de mi oreja.

Se acerca un poco a mi, con su rostro a centímetros de él mío, y por un instante sus labios rozan los míos, en un beso más corto de lo que me gustaría.

¿Me acaba de besar?

Casi unas milésimas de segundo después se aparta de mi, como si mi piel fuera un fuego que lo está quemando.

<<<>>>

SOCORRO SE HAN BESADO AHHH

Somos constelaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora