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Narrador omnisciente




El camino a casa de Mikasa fue grato para ambos.

—Puedes dejarme aquí —dijo Mikasa, dejando de caminar.

—¿Estás segura? —preguntó Eren.

—Sí, no estoy muy lejos de mi casa —dijo Mikasa mientras lo miraba, él parecía algo confundido.

—Bien —dijo Eren formando una sonrisa en sus labios—. ¿Puedo llamarte en el camino? —preguntó Eren.

—Pero estoy cerca —dijo penosa.

—Oh sí, pero me gustaría asegurarme de que llegas bien a casa —dijo Eren mientras se rascaba la nuca con nerviosismo.

—No me gustaría molestarte —dijo Mikasa avergonzada.

—No, no es una molestia para mi —dijo amablemente—. Realmente me gusta estar contigo —mencionó con un ligero sonrojo.

—Oh, si quieres puedo mandarte un mensaje cuando haya llegado —dijo Mikasa mientras jugaba con sus manos.

—Claro, si eso te hace sentir segura, y yo puedo saber que estás bien, puedes hacerlo —dijo mientras la veía sonrojado.

Mikasa asintió y estaba dispuesta a irse.

—También puedes hablarme para lo que quieras —dijo Eren, haciendo que Mikasa detuviera su paso—. Prometo leer más para que tengas con quien hablar de ellos —dijo con una sonrisa. Esa sonrisa que Mikasa catalogó como la más sincera que alguien le había dado.

Mikasa asintió con una sonrisa.

Eren juraba que ese era el mejor día de su vida. Él había escuchado su risa y visto una sonrisa que ante los ojos de él... Era real.

Mikasa fue caminando hasta que se perdió de la vista de Eren.

Una vez que se fue, Eren sintió esa emoción en su cuerpo. Sintió ganas de brincar y actuar como un adolescente de 14 años que conoció a su primer amor.

Narra Eren

¡Dios, definitivamente fue un día increíble! Me lo quiero tatuar.

Regresé a casa con una sonrisa en la cara, definitivamente Mikasa era una persona misteriosa. Estoy seguro que pronto podré acercarme a ella.

Llegué a mi casa. Mi madre debería este dormida así que me fui directamente a mi habitación. Una vez que llegué me acosté en mi casa viendo al techo. ¿Esto es realmente verdad? ¿Realmente escuché su risa?

—Dios, amo todo —dije mientras ponía una almohada sobre mi cara y pataleaba de la emoción.

Mi madre tocó mi puerta, sacándome de mi trance.

—Pasa —dije mientras me sentaba.

—Llegaste —dijo mi madre con esa sonrisa.

—Creí que dormías —dije mientras mi madre se sentaba en mi cama.

—Esperaba a que llegaras. ¿Quieres cenar? —preguntó Mamá.

—No, ya comí, ma —dije con una sonrisa.

Me miró con sospecha.

—¿Por qué me ves así? —pregunté con una risa nerviosa.

𝐑𝐚𝐢𝐧| 𝐄𝐫𝐞𝐦𝐢𝐤𝐚 𝐀𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora