𝐑𝐚𝐢𝐧| 𝐄𝐫𝐞𝐦𝐢𝐤𝐚 𝐀𝐔

Una perla

Los sentimientos de Mikasa se sentían al tope. Todos sus recuerdos regresaron y con ello, la culpa de sus acciones.

Hoy ni siquiera fue al trabajo. Sólo se quedó acostada en su cama mientras sentía que la tristeza inundaba su ser.

La tristeza que sentía era tan grande que podía sentir que moriría.

La puerta sonaba con fuera y ella sabía que era su abuela. Ahora al saber la ubicación de Mikasa, su abuela se encargaría de joderle la vida.

—¡Abre la maldita puerta! —los gritos de su abuela se escuchaban por toda la casa.

Mikasa se tapaba los oidos con sus almohadas tratando de callar el sonido que entraba por sus oídos.

Solo quería que se fuera y la dejara ser feliz. Ya le había quitado a Levi, no quería que le quitaran a Eren.

Después de 1 hora su abuela se fue, pero  el sentimiento nunca lo hizo. En realidad siempre solía sentirse así, pero lo mantenía en secreto. Eren fue su esperanza, pero todo parecía derrumbarse de nuevo.

Mikasa apagó su celular y se acostó de nuevo.

Quiso dormir pero simplemente no pudo.

Unos golpes en su puerta la alertaron haciendo que se parara. Ella temía que fuera su abuela o alguien que venía de parte de su abuela. Pero la voz la tranquilizó.

—Mika, amor —dijo esa voz al otro lado de la puerta.

Mikasa se paró rápidamente para abrir la puerta. Estaba justo enfrente de ella cuando empezó a dudar si era correcto abrirle a Eren y que la vea en ese modo.

—¿Linda, estás ahí? —preguntaba Eren.

Mikasa abrió la puerta.

Eren la vio con el ánimo decaído y con signos de que había llorado demasiado ya que sus ojos estaban rojos e hinchados.

—¿Qué pasó, linda? —preguntó Eren acercándose para abrazarla.

Mikasa rompió en llanto una vez que estuvo en brazos de Eren, como casi siempre solía hacerlo.

Eren la abrazó mientras Mikasa se refugiaba en su pecho.

Eren la metió a su casa y cerró la puerta mientras seguía abrazándola. Se separó un poco para sentarla en el sofá y arrodillarse frente a ella para verla a la cara.

—¿Pasó algo malo, cierto? —preguntó Eren mientras limpiaba las lágrimas de Mikasa.

Ella asintió.

—Vine aquí porque me preocupé al no verte en el trabajo y no contestabas mis mensajes —dijo Eren mientras ponía un mechón de cabello de Mikasa detrás de su oreja.

—Lo siento —se disculpó Mikasa.

—No te preocupes, linda. Ahora estoy aquí contigo —dijo Eren mientras sostenía la cara de Mikasa entre sus manos para verla a los ojos.

—Lo lamento —volvió a disculparse.

—¿Por qué siempre te disculpas? Desde que te conocí casi siempre te disculpabas y me preocupa.

—Lo siento.

Eren se paró y se sentó a su lado para abrazarla. No quería forzar a Mikasa a decirle cosas que no estaba preparada para sacarlas.

Pero, inconscientemente, al no saber qué era lo que tenía Mikasa, él sentía que era su culpa de alguna manera. Porque todo era repentino, pensaba que habían pasado un momento agradable juntos, pero Mikasa solía cambiar de ánimo drásticamente y eso le preocupaba.