Prólogo

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¿Alguna vez te enteraste de algo que te rompió?

¿Alguna vez sentiste que estabas dentro de una jaula y que no habría escapatoria?

¿Alguna vez te enfrentaste a desequilibrados mentales?

¿Alguna vez cometiste un error tan grande que quisiste olvidarlo y eliminar rastro de lo que hiciste?

¿Quién inició todo esto?

¿Por qué tuvo que terminar así?

¿Era la única forma?

Y la pregunta que más se repite en mi mente:

¿Quién es el verdadero culpable?

Escuchar esas palabras me hundieron, un nudo en mi garganta se formó, la decepción se apoderó de mi ser y la esperanza de que algún día mi sueño se hiciera realidad desapareció, ¿esa era la cruda verdad?

Miré al hombre que ya hacía tirado en el suelo, con sangre por todas partes de su cuerpo y con los ojos abiertos. Sentí decepción, enojo y tristeza al mismo tiempo que era provocada al descubrir que toda mi vida siempre fue una mentira, una dolorosa y asquerosa mentira. Ellos lo hicieron.

La mujer lloraba desconsoladamente y estaba arrodillada ante los pies de él, esperando a que  haga algo.

Tienes que hacerlo.

La voz que ya conocía resonó en mi cabeza haciendo y lo observé, éramos dos seres expuestos ante tal mentira.

Te mintieron, te usaron y te obligaron.

Volví a la mujer, la observé con un sentimiento de asco y enojo. Ella bajó su mirada para enfocarse en el hombre que seguía en el suelo, llevó sus dedos temblorosos a su cuello, esperando que aún haya algo de vida en él, pero no mostró nada, estaba muerto.

Ella empezó a susurrar palabras sin sentido, que se escuchaban por toda la sala y luego volvió su vista hasta él.

Los humanos son muy ruidosos, nunca se callan, siempre se quejan, siempre suplican por sus asquerosas y repugnantes vidas...creyendo que con mentiras y excusas podrán salvarse de la muerte. 

El arrepentimiento viene después, pero nunca se va y el ruido ante una crisis es demasiado fuerte para los oídos humanos.

Odio el ruido y claro, ¿Quién no amaría el silencio en un mundo tan cruel y realista como este? —pensé.

Me acerqué sigilosamente a ellos, con el cuchillo entre mis dedos, ese cuchillo minutos antes implantado en el estómago del hombre. Su atención fue hasta mi persona, los dos me observaron penetrantes, queriendo saber qué haría, así que, solté un suspiro tranquilo para mirarlos.

Hazlo.

Rareza en el trono de la belleza [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora