XXXII

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Un macabro y triste cumpleaños.

Cinco días.

Cinco días desde que supe la verdad, cinco días en las que me pregunté varias veces el por qué no podía ser feliz, porqué mis amigos me habían traicionado, porqué todo se desmoronó cuando estaba a punto de alcanzar la cima, cinco días de darme cuenta que lo que sentía por Balam no era amor, era obsesión. Me equivoqué, volví al mismo lugar donde me había costado tanto salir.

Estaba sola, como siempre lo estuve.

Era mi cumpleaños y todo Winlet estaba de luto, incluyéndome.

La ceremonia que se condecoraba todos los trece de noviembre de todos los años en honor a mi cumpleaños se había cancelado, pues, hoy todos vestían de negro por su príncipe e hijo muerto. No estaba molesta, al contrario, eso me alivió.

Aslan se encargó de los traidores y los encerró en un calabozo, el día de mañana se dictaría su sentencia, esperaba que no sea nada malo.

La expresión de rabia y decepción de mi padre al ver por última vez a Emma. Una punzada de dolor corrió por mi cuerpo al recordarla, es triste confiar tanto en un ser humano que a veces olvidamos que es uno.

Por supuesto que en el palacio las cosas no habían mejorado, pues luego que me desahogara con mi familia gritándoles no volvieron a dirigirme la palabra a no ser por necesidad. Con la única persona que hablaba era con mi padre, que, a pesar de todo me supo entender y apoyar. Aslan había aparecido, en mi cuarto, a las doce de la madrugada con una caja de cartón. Volví a sentirme como una niña al despertar en sus brazos.

—Buenos días —saludé, despejándome del sueño.

Aslan abrió un ojo y al verme sonrío.

—¿Cómo está la princesa de mi vida, la que hoy cumple dieciocho años? —preguntó y abrazándome con fuerza canturrió una melodía que la había escuchado muchas veces al despertar.

—Ya no soy una niña, padre —repliqué, dejándome envolver en sus brazos—, ¿te eh dicho que eres mi héroe y la persona que más admiro en este mundo?

Asintió.

—Desde que tenías seis años, cielo —respondió—. Tenía miedo que cuando crecieras dejarías de verme así.

Lo miré.

—¿A ti? —cuestioné, indignada—. Eso no pasará nunca, eres el hombre que más amo en este planeta y nadie va a cambiarlo. Me ayudaste y estuviste para mí cuando más lo necesité, cuando todos me veían como un bicho raro o me dejaban de lado...tú siempre buscabas momentos para estar cerca de mí y hacerme feliz. Eres el mejor padre del mundo, nunca lo dudes.

Besó mi frente con delicadeza.

—Soy el mejor porque tengo a la mejor —alagó—. Te amo, Lynette y lamento que este cumpleaños no sea como lo esperabas, en la noche solo habrá una miserable cena por lo que todo el día la pasarás con Adiram...quisiera haberlo pasado contigo, cielo. Perdón.

—No debes disculparte por eso —lo tranquilicé—. Winlet te necesita, Adeena te necesita, Katori y yo te necesitamos, por un día que no estés conmigo no hay problema.

—Muy bien, entonces debo irme —sonrió y miró la caja de cartón—, espero y lo habrás cuando yo no esté presente. Sabes que no—

—No te gusta ver la reacción de la gente al ver lo que les obsequiaste —terminé por él. Aslan volvió a sonreír y me volvió a dar un beso en la frente para segundos después salir de mi habitación.

Rareza en el trono de la belleza [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora