XI

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Revelaciones.

Era el hombre con ojos de diferentes colores.

Mi cuerpo entró en un estado de shock.

Estaba en el suelo y miraba, anonadada la anatomía que tenía frente mío.

Sus ojos resaltaban entre la oscuridad como si fuera de un felino, mientras que su cuerpo se escondía en la oscuridad, tal y como la primera vez.

¿Él había...?

Miré al hombre que seguía tocándose el brazo y todavía gritaba.

Que hermosa herida.

No, necesitaba respuestas.

¿Quién era él? ¿Por qué me salvó? ¿Qué quería de mí? ¿Era humano o simplemente un espectro? ¿Era real o acaso mi mente lo había creado?

Busqué con la mirada a Damián, pero no lo vi.

Estaba sola, con dos hombres.

Uno que quería matarme y el otro que no sabía si estaba de mi lado o del otro.

Necesitaba escapar de aquí, pero mis piernas dolían de correr tanto y a las justas me sostenía de pie. Fue entonces que el espectro sacó lo que parecía ser un palo y de inmediato lo iluminó dejándome ver su rostro.

Imposible.

Comenzó a acercarse a paso lento hasta donde me encontraba, retrocedí, pero él se acercaba más—. ¡Aléjate de mí! ¡Déjame irme!

Vi el abismo debajo mío, estaba en el filo y podía caer fácilmente.

Él alumbró la otra parte del lugar e inmediatamente me puse en alerta al notar que el hombre ya no estaba. ¿Qué mierda tenía que no se moría rápido?

Tarde.

Unas manos me apretaron la nuca desde atrás, con demasiada presión.

—¿Te confieso algo? Hay una cosa que no sabes, pero te la diré porque me pertenecerás ahora...

Intenté salir de su agarre, luché con todas mis fuerzas para que dejara de estrangularme, pero no podía. Él dijo algo totalmente absurdo, tocó el tema que detestaba. No quería seguir escuchándolo y comencé a arañarlo con todo lo que podía y pareció funcionar porque el hombre me dejó.

Sentí la libertad de poder respirar bien, tosiendo, pero no duró nada porque el hombre me giró bruscamente para darme un golpe en mi rostro.

Me estremecí al sentir contacto y el dolor empezó a extenderse por todos los músculos de mi cara y temblando me llevé los dedos hasta el lugar golpeado, intentando que el dolor pare.

—¿Qué pasa, princesa? —río él—. Creo que tendrás unos cuantos moretones, pero no importa porque tu belleza no se irá. Eres perfec—

—Cállate.

De un momento a otro el espectro se abalanzó contra el otro hombre, sin antes apagar la llama del palo, dejándonos en tinieblas.

Ya estaba amaneciendo y se podía ver un poco, el otro hombre intentó huir de los puños del espectro, pero su brazo estaba lastimado porque no pudo moverse e inmediatamente el de ojos de colores empezó a golpearlo con una fuerza increíble.

Podía correr, buscar la salida, ir a casa y fingir que no había pasado nada, pero el hombre de ojos de colores ahora estaba al frente mío, golpeando al bastardo que intentó matarme. No pude moverme, me mantuve quieta, fascinada por lo que veían mis ojos.

Rareza en el trono de la belleza [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora