X
Alivio.
Cuando lo vi entrar por esa puerta sentí el alivio de no haber llegado demasiado tarde y ayudé para que el paquete se sintiera a gusto. Dormía plácidamente, mientras lo atábamos, esperaría con ansias para que despertara.
—Me haré cargo yo solo de esto —le dije—. Puedes retirarte...y no te olvides de contarles lo que acordamos.
—Sí, señor.
Él se retiró, dejándome solo con lo que había deseado desde que era un niño. Un deseo que por fin tenía en mis manos. Felicidad, tristeza, melancolía, ira y odio se mezclaban para formar un solo sentimiento que envolvía a todo mi ser.
Él dormía, sonreí al recordar esas tardes en las que era yo el que dormía y él el que me observaba. El mundo cambia, supongo. Serví un vaso de agua fría y se lo tiré en la cara con fuerza.
Yo me senté en la oscuridad a esperar, hasta que abrió los ojos y tardó unos minutos en despertar por completo.
Su mirada se fijó en la mía y se dio cuenta que había sido secuestrado, trató de gritar, pero se lo impedí poniendo mi mano en su boca. Se asustó y quiso deshacerse del amarre, lo dejé intentarlo.
—¿Quién e-eres? —jadeó, tratando de liberarse—. ¿Por qué me trajiste acá, que quieres de mí? Yo no hice nada...te ordeno que me digas quién eres y qué quieres de mí.
Reí.
—¿Quién soy? —repetí, preguntándome lo mismo—. No lo sé, de hecho, no sé quién soy, me han mentido tantas veces que no sé, pero —él me miró con temor—, tú lo sabes muy bien, ¿no, Roger?
En su expresión hubo incertidumbre y confusión. Imaginé que buscaba mi rostro en su cabeza e intentaba ver quién era yo, qué es lo que hizo para que lo termine secuestrando. No respondió, ni siquiera se movió.
—Te la pondré más fácil —le dije, saliendo a la luz y dejando que vea mi rostro con claridad—. ¿Ahora me recuerdas?
Vi el miedo reflejado en sus ojos, como el temor se apoderó de su cuerpo cuando empezó a temblar y a gritar que lo ayudaran. Iluso.
Disfruté viendo como su pequeño cerebro intentó funcionar queriendo liberarse de la silla en la que estaba amarrado, pero era yo el que tenía el poder.
—¡Tu...! —musitó casi ahogándose con su propio grito—. ¡Déjame ir! No tienes ningún derecho de hacerme esto, me las pagarás, yo haré que pag—
—Veo que sabes quién soy —sonreí—. ¿Ya me recuerdas, enfermero?
Como era de esperarse se desató y se puso de pie, quedando a mi altura.
Si, no era nada tonto.
Sus ojos chispeaban de odio e ira, se acercó a mí a paso firme hasta intentar darme una patada, pero como dije antes, yo tenía el control de todo y por supuesto que también tenía control sobre él. Con solo apretar un botón su cuerpo se estremeció cayendo al suelo, convulsionando.
Era hora.
Me puse de pie y me acerqué hasta él para verlo mejor, salivaba y sus ojos eran dos cascaras blancas. Cuando volvió en sí, le sonreí de la misma forma que él lo hacía conmigo cuando era un niño.
—¿Recuerdas estos momentos? —le pregunté, sabiendo que no contestaría—. ¿Duele? Debes aguantar, después de todo eres un hombre y los hombres soportan todo —le guiñé un ojo—. Que ironía de la vida que ahora sea yo quien te electrocute cuando en años anteriores era al revés.
ESTÁS LEYENDO
Rareza en el trono de la belleza [✔]
Misterio / SuspensoUna princesa. Un asesino. Un hijo perdido. Una familia vacía. Un traidor. Un secreto. Una venganza. Winlet, un reino bastante famoso con una reputación intacta, la familia real y sus plebeyos. ¿Quién diría que un reino escondería tantos secretos? ¿L...