XIX

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La oscuridad no siempre es mala.

Eso siempre pensaba cuando solía quedarme despierta hasta altas horas de la madrugada, preguntándome qué había más allá del muro que dividía Winlet de los otros reinos.

Tal vez un mundo lleno de secretos, personas crueles y buenas, pobres, ricos, muerte, felicidad, tristeza...libertad.

Huir de todo y todos siempre fue una opción, pero ese sentimiento llamado amor me detenía siempre. Tal vez Desmond tenía razón, tal vez ese sentimiento era el que más nos destruía y no nos dábamos cuenta hasta sentirlo.

Ironía es que necesitemos de amor para vivir, aun cuando la mayoría de veces es lo que nos hace morir.

Tomé aire para después zafarme de un golpe.

Lo fulminé con la mirada cuando estuvimos frente a frente.

Él llevaba su ya conocido pantalón negro y una camisa roja como la sangre, solo sonrió con malicia al ver que me había asustado.

—¿Para qué has venido, Caspian? —cuestioné, dejándolo atrás y caminando hasta la entrada del palacio.

Él me siguió.

—Vengo a solucionar las cosas —respondió sin importancia.

Entramos al palacio en silencio, caminamos hasta el comedor donde pude ver que las mucamas preparaban la mesa y Caspian se perdió por un pasillo sin decir nada más que "ya vengo".

Lo vi alejarse y solté un suspiro recordando lo que estaba a punto de pasar en la cueva de las luciérnagas.

Leonor apareció delante de mí con su cara de pocos amigos, sonrió falsamente y me tomó del brazo hasta conducirme a la sala principal. No entendía nada.

Stella hablaba animadamente con mi padre mientras que Adeena fumaba una pipa negra sin decir una palabra. Al llegar, sus miradas me repasaron de pie a cabeza y mi tía se puso de pie para darme dos besos en la mejilla.

—Querida —saludó dulcemente y cuando la miré su expresión cambió a una seria—. Estoy preocupada por Caspian.

Ah, era eso.

—Cielo —dijo, llevándose los dedos a los cien—. Caspian se ah encaprichado con tu consejera, no digo que esté mal que mi príncipe se... —hizo una pausa y luego volvió a mirarme—, sintiera atraído por Emma, de echo ella es muy linda, pero...creo que no es correcto y no quiero que ella se haga ilusiones con él.

¿Perdón?

—¿Quiere que le diga a mi consejera que no se haga ilusiones con mi primo, tía? —le pregunté, mirándola incrédula por lo que acababa de escuchar y ella asintió—. Pero...no sé si Caspian le contó que ella lo había rechazado, yo—

—No se preocupen, majestades —interrumpió una voz familiar. Los cuatro observamos a la suso dicha bajar por las escaleras con expresión seria. Se acercó hasta mi tía e hizo una reverencia para luego mirarla fijamente —. No tengo ningún interés en su hijo, majestad. Yo estoy comprometida con alguien más.

La miré sorprendida, pero Emma no se inmutó y siguió mirando a Stella con frialdad. Mi padre miró la escena también, sorprendido, al igual que Leonor que frunció el ceño.

Si Stella se sorprendió, lo disimulo bien porque solo sonrió.

—Entonces no se volverá hablar más de este tema —le dijo alegremente. Ella asintió y las dos volvieron a darse una mirada tensa. Alguien me topó el hombro y antes de poder darme la vuelta pude ver a Caspian ponerse adelante de su madre y mirar a la pelirroja.

Rareza en el trono de la belleza [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora