XV

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Las locuras y mentiras son lo que nos complementan.

—Estás loco.

Balam río y continuó sacando los órganos del pequeño.

Yo, miraba con fascinación lo que había dentro de él, que pronto se quedaría sin relleno. Los pedazos del cuerpo estaban morados y la sangre brotaba lentamente, era como si se hubiera congelado por un rato. Después de unos cuantos minutos solo quedó piel seca.

—Bien, ahora trae las aves.

Fui directo a recoger lo que quedaba de ellas.

Él tomó al primero y con su misma navaja afilada empezó a cortarlo mientras yo jugaba con lo que quedaba del bebé. Cuando todos los órganos de las dos aves estaban afuera de su cuerpo, nos miramos y empezamos a recrear la escena.

Balam colocó el cuerpo vacío en el centro de la tierra, tal y como yo lo habría hecho. Los corazones de las aves los puso encima mientras que los órganos sobrantes les fue dando forma hasta formar una carita feliz. Algo faltaba.

Le quité las aves a Balam y fui hasta los órganos que formaban los ojos para empezar a derramar el líquido debajo de ellos. En el segundo ojo pasó lo mismo hasta terminar.

Al verlo completo, él aplaudió.

—Me encanta, Lilith.

La carita feliz, lloraba, lloraba sangre.

Era una carita feliz perdida en la tristeza.

Los dos nos quedamos observando el dibujo que habíamos creado, me sentía un poco mejor. Ya no pensaba en mi madre, ni en lo que me había dicho, solo me sentía bien.

El sonido de caballos relinchando nos hizo dar vuelta y ver que del carruaje real bajaba mi padre.

Volví a mirar la escena, si descubrirían esto se darían un fuerte susto.

—Gracias por ayudarme, pero debo irme.

—No hay problema, mi querida Lilith —sonrió—. Otro día nos volveremos a ver, llevaremos a Emma o quien sabe —se acercó hasta mi oído y agregó—: Solo seremos tú y yo en busca de inocentes a quien matar.

Estaba loco.

Caminé al palacio sin mirar atrás.

¿Qué hacia mi padre acá si volvería dentro de dos días? ¿Alguien le habría contado lo sucedido? No quise volver, no quería ver a la reina, no de nuevo y que me vuelva a decir esas cosas.

Los empleados murmuraban entre ellos y supuse que ya todo el palacio estaba enterado. Cuando notaron que yo los miraba, todos se callaron y siguieron con lo suyo, odiaba esto.

Mi cuerpo seguía doliendo por los golpes, no se lo había mencionado a Balam porque seguramente se hubiera burlado de mí, pero las palabras de Adeena resonaron una vez más en mi cabeza.

—¡Lynette!

Me di la vuelta y vi a mi padre acercarse con paso apresurado y una expresión de preocupación en su rostro. Cuando llegó hasta mí sus brazos me rodearon, dándome un abrazo fuerte. No pude aguantar más y me desplomé, él me dirigió hasta mi habitación donde entramos y cerró la puerta.

Nos sentamos en mi cama con cuidado, traté de controlarme, pero no pude. Sus palabras me dolieron demasiado y papá lo notó.

Mi madre no me amaba, me culpaba por la muerte de mi hermano.

¿Enserio era culpable de su desaparición?

—Shh...todo estará bien, mi niña —susurraba mi padre, acariciando mi cabello—. Te prometo que pasará, estarás bien, estaremos bien. Yo estoy contigo y no me iré, no te volveré a dejar sola.

Rareza en el trono de la belleza [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora