Lucy miró el pequeño ramo de flores que sostenía con la mano.
Hacía un rato que habían terminado el último entrenamiento antes de las vacaciones de Pascua. Como costumbre que había adoptado en los últimos días, Jimmy se le había acercado con pequeño puñado de flores recogidas recientemente y se las había dado con las mejillas rojizas y las manos tensas. Después de que Lucy lo aceptara, se fue al vestuario, corriendo como si le llevaran los diablos.
—Pobre Jimmy, qué colorado estaba —dijo Demelza con una risa—. Creo que le gustas un poco, Lucy.
—Eso parece —contestó ella mientras se cambiaba la túnica—. Pero, ¿por qué? Yo soy mayor para él.
—Es normal —opinó Ginny encogiéndose de hombros—. Eres una chica guapa, graciosa, buena en quidditch y que se lleva bien con él. Y más mayor. Eso suele sumar también.
Lucy pensaba que podría ser un poco incómodo, pero él le caía bien y, además, sabía que a Jimmy se le pasaría pronto. Aún así, solía guardar las tres o cuatro flores de su ramo para prensarlas o meterlas en agua.
Terminó la primera y se encaminó hacia el castillo, sosteniendo el ramo de cuatro dientes de león aún amarillos que le había dado Jimmy. Estaba cansada y tenía sueño; debía preparar el baúl para las vacaciones, durante las cuales iba a visitar a sus abuelos Weasley e ir a Feirra. Serían viajes moviditos, sobretodo el segundo, porque debería despedirse de sus tíos y de Jonathan.
Queriendo no pensar mucho en eso, sacudió ligeramente la cabeza y caminó hacia el baño de las chicas del segundo piso. Se asomó comprobando si había alguien, pero como siempre, estaba vacío.
—Hola, Weasley.
—Hola, Myrtle —contestó Lucy con amabilidad; Myrtle la Llorona siempre estaba allí—. ¿Qué tal? ¿Ya es mi turno? —preguntó, sin saber si Ophelia estaría allí o no.
—Supongo —replicó la fantasma; a Myrtle no le gustaba que Lucy hablase con Ophelia al mismo tiempo que ella. Flotando, se alejó hacia una esquina—. No tardes. Hoy estoy cansada.
Lucy se encogió de hombros y se encaminó hacia la puerta del penúltimo cubículo. Dio tres toques a la puerta y esperó. Sonaron otros tres toques.
—¿Qué tal? —Lucy se sentó apoyando la espalda contra la puerta—. Yo estoy cansada. Acabamos de terminar un entrenamiento, y todavía me queda de hacer el baúl para las vacaciones... ¿Tú tienes ganas de un descansito para ver a la familia?
Hubo un breve silencio. Por fin, Ophelia dio dos toques a la puerta: eso era un sí.
—Yo también tengo ganas de visitar a mi familia —sonrió Lucy—. Y a mi amigo Marcus también. Vino hace unos días, pero casi no hablamos porque tenía que irse.
Cinco días antes, Marcus se había presentado en Hogwarts con unas cartas para Dumbledore, como siempre. Lucy tan apenas tuvo tiempo para saludarlo, porque tenía mucha prisa.
—Tarth quiere que los viajes estén bien coordinados —explicó Marcus rápidamente; algunas hondonadas pequeñas habían acordado juntar a sus pocos viajeros con los de Feirra, para que pudieran ir todos juntos—. Ya he estado en Tennya, que viven mis primos, pero todavía tengo que ir a Arggyl. ¡Y mañana hasta Thornycroft! Me marcho, no quiero que se haga de noche. Saluda a Ron y a los demás de mi parte.
Por suerte todo había ido bien, porque más tarde Lucy recibió una carta de su amigo diciendo que ya estaba a salvo en Feirra. Lo que le fastidió fue no poder hablar con él sobre la marcha de Jonathan; se preguntó si su amigo lo sabría o no.
—¿Qué tal tu día? ¿Todo bien? —Silencio—. Vaya, ¿mal? Bueno... mira, puede que hoy no haya sido un buen día, pero puede que mañana sea mejor. En algún momento tiene que salir el sol, ¿no crees?
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Lucy Weasley y el Príncipe Mestizo ✔️ [Lucy Weasley IV]
FanfictionCUARTO LIBRO DE LA SAGA LUCY WEASLEY La guerra contra Lord Voldemort no ha hecho más que empezar, y el miedo reside en los corazones de todos los seres del mundo mágico. El Innombrable debe ser vencido, y para ello, Lucy está dispuesta en ayudar a...