18. Charlas en las escaleras y los baños

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Neville se acordaba muchas veces de su primer beso.

Nunca pensó que llegaría a darlo, y sin embargo lo había hecho nada más y nada menos que con la chica que le gustaba. Ni siquiera sabía de dónde había sacado el valor para terminar con la escasa distancia que separaba sus labios de los de Lucy, incluso llegó a pensar por un momento que ella se apartaría, pero no fue así. Después, cuando Lucy lo dejó atrás y él giró la esquina, Neville tuvo que apoyarse en la pared y que taparse la boca para no dejar salir un chillido. Cuando llegó al dormitorio, no pudo evitar contárselo a Seamus, quien guardó el secreto como prometió.

Sin embargo, aquella segunda vez, que Neville había creído imposible de suceder, no le contó nada ni a Seamus ni a nadie. Neville no era tonto; sabía que Lucy le habría contado a Hermione y a Ginny que se habían besado una vez, pero aquel segundo beso no, porque ni siquiera ella se acordaba de que se lo había dado.

Neville se sentía un poco triste por eso. Lucy le había dicho que le gustaba, se le había puesto encima y le había estampado un beso en los labios, pero ella estaba borracha y él ni siquiera sabía si lo habría dicho en serio o no.

No fue capaz de contárselo, y mucho menos de decirle que él también estaba enamorado de ella. De modo que Neville acompañó a su abuela en su última compra a su tienda de joyas preferida y compró aquellos pendientes en forma de corazón.

—¿Crees que se los pondrá? —le preguntó a su sapo—. Tal vez no le gusten. Pero ella me contó que quería un par nuevo...

Por respuesta, Trevor croó.

Acabó por enviárselos, pero no estaba seguro de si le iban a gustar.

Por eso el pulso se le aceleró muchísimo cuando vio llegar a Lucy a la sala común a la vuelta de las vacaciones con los pendientes de corazón puestos. Sonrió de una forma un poco boba, como si estuviera hipnotizado, viendo cómo Lucy hablaba con Harry, Ron y Hermione. Ella aún no lo había visto; pensó en ir a saludar, pero le entró una vergüenza tremenda, sintiendo la cara ardiendo.

—He llegado hace unas horas —explicaba Hermione—, he estado con Hagrid y Buck... digo, Witherwings. ¿Habéis tenido una buena Navidad?

—Sí —dijo Ron apresuradamente—. Con una visita inesperada, Rufus Scrim...

—Tengo algo para ti Harry —dijo Hermione, sin mirar a Ron ni dando signos de haberlo oído. Revolvió en su bolsillo por un momento y luego sacó un rollo de pergamino escrito por Dumbledore.

—Genial —dijo Harry desenrollándolo para descubrir que su próxima lección con Dumbledore había sido apuntaba para la noche siguiente—. Tengo muchas cosas que decirle... Sentémonos.

Pero en ese momento se oyó un chillido.

—¡Won-won!

Lavender Brown apareció de la nada y se hundió en los brazos de Ron. Muchos presentes rieron por lo bajo; Hermione lanzó una carcajada.

—En fin... ¿Vienes Ginny?

—No, gracias, voy a ver a Dean —dijo Ginny, aunque parecía un poco desganada. Dejando a Ron y a Lavender en una especie de combate vertical, Lucy, Harry y Hermione junto a una mesa.

—¿Cómo estuvieron tus vacaciones, Hermione? —preguntó Lucy

—Bien —dijo encogiéndose de hombros—. Nada especial. ¿Cómo estuvisteis en casa de Won-Won?

—Te lo diré en un minuto —dijo Harry—. Mira, Hermione, ¿no podrías dejar el tema al menos...?

—No, no puedo —dijo tajantemente—. Así que ni preguntes. ¿Qué era lo importante que tenías que decirme?

Lucy Weasley y el Príncipe Mestizo ✔️ [Lucy Weasley IV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora