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📍 Barcelona, España

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📍 Barcelona, España.

Camila sale del salón, su última clase del día ha finalizado, por lo tanto, es libre por el resto del día, y, a diferencia de días anteriores, no tiene planes para el resto del día, lo que significa que podrá descansar.

Los días transcurren en su vida cotidiana, pese a todo lo sucedido, Camila sigue manteniéndose ocupada por la universidad y los trámites con el abogado para vender la casa de sus padres. Una parte positiva de todo esto es que Camila está tratando de seguir adelante con su vida y eso en parte se lo debe a sus amigos, en especial a Mar, Valentina y Ronald, quienes han sido su soporte estas semanas, sin embargo, también está Èric, todo parece indicar que su relación va mejorando poco a poco. El español siempre trata de sacarle una sonrisa sin importar que, y eso, Camila lo agradece mucho.

Al subir a su automóvil saca su teléfono del bolso y revisa los mensajes que tiene sin contestar, algunos los responde y otros no, puesto que no los considera importantes.

—... No te preocupes, Ronald. Salúdame a Mar y a Adrián, diles que mañana iré a verlos. — manda una nota de voz a su amigo.

Camila se queda revisando su teléfono por unos minutos más hasta que recibe una llamada de Valentina, la cual responde de inmediato.

— Val.

— ¡Cami! ¿Cómo estás?, ¿ya saliste de clases?

— Hola, sí, justo estoy en mi auto, iré a casa a dormir por el resto de la tarde.

— Bueno, querida, cambio de planes. Ven a mi casa, tengo algo muy importante que decirte.

— ¿Qué cosa?

— Ven y lo descubrirás.

— Está bien, nos vemos en un rato. — suspiró.

Al colgar, es inevitable que Camila no mire su fondo de pantalla, el cual es una foto de ella con sus padres y eso provoca un leve dolor en su pecho.

— Tienes que ser fuerte, Cami, tienes que serlo. — cierra los ojos y trata de controlar su respiración.

Más tarde Camila enciende el auto y conduce a la casa de Valentina, pasa por las calles más importantes de la ciudad de Barcelona, las cuales, como es de esperarse, están llenas de autos que pasan cada segundo. En cuanto la joven española llega, aparca el auto a las afueras de la lujosa casa, saca su mochila, cierra con seguro el auto y camina hasta la puerta dispuesta a tocar el timbre.

— Hola, Cami. Pasa.

— Nico, como que ya es costumbre verte aquí. — bromeó. — ¿Cómo estás?

— Súper, ¿Y tú? ¿Todo ha marchado bien?

— Sí, tienen razón que la vida sigue, aunque eso duela un poco.

— Eso es parte de la vida, pero saldrás adelante, vamos. Val está en la cocina.

— ¿Sabes qué es lo que quería enseñarme?

𝐂𝐎𝐍𝐒𝐄𝐉𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐎𝐑 || ÈRIC GARCÍA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora