Capítulo 1

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Frío. No podía sentir otra cosa que no fuera un frío desgarrador. Abrió los ojos y se encontró con que estaba acostada sobre la nieve. Sus ropas se habían mojado por los copos que se habían derretido por su menguante calor corporal. Vestimentas raídas, gastadas por el desmedido uso y repetidos lavados, remendadas hasta que no era más que un conjunto de retazos de diferentes telas en las que se hacía imposible recordar cuál era realmente la pieza primigenia que había compuesto el vestido. Sus gruesas medias de color negro estaban rotas a la altura de sus rodillas sangrantes. Los zapatos marrones de piel vuelta habían visto días mejores, uno estaba en su pie izquierdo y otro estaba a unos metros delante de ella.

Se incorporó y un punzante dolor de cabeza la paralizó. Se tocó en el punto en donde el occipital y el parietal se unían. Notó un fluido viscoso. Llevó sus dedos delante de sus ojos y halló sangre. Sintió que algo le apretaba la garganta. Era su bufanda agujereada de lana color gris. ¿Le habían intentado ahorcar?

Miró la huella de su figura en la nieve con la mancha de sangre en la cabeza. Era profundo el hueco que había dejado. Había nevado sobre ella durante su desvanecimiento. Trató de rememorar las últimas horas, pero no logró más que un nuevo pinchazo dentro de su cráneo.

—¡Oh, Dios! —gimió en ruso llevándose las manos a la cabeza.

Una vez desapareció, volteó lentamente la cabeza para ver dónde se encontraba. No veía nada más que árboles y pasto cubiertos de nieve. Era difícil encontrar nada que fuera parecido a un camino; no obstante, avanzó en una dirección fija al azar hasta que percibió el sonido de algún motor que se aproximaba a su posición. Corrió a toda velocidad hasta que salió a un claro con una calzada definida. El rumor fue creciendo hasta que, de una curva, apareció un gran tren a toda velocidad. Apenas fue capaz de echarse a un lado que el tren la cubrió con la estela de nieve que expulsaba la locomotora de vapor alimentada a carbón.

Siguió con la mirada como se perdía por otra curva. Decidió caminar a la vera de las vías en el mismo sentido. No tenía mejor opción. Esperaba que hubiera alguna estación no muy lejos de allí.

Recorridos un par de kilómetros, y desde una colina descubrió una ciudad de poco más de setenta mil habitantes flanqueada por un par de lagos y atravesada por un amplio río, iluminada por unos pocos rayos de sol que escapaban de unas densas nubes.

Percibió un ajetreo fuera de lo normal mientras se acercaba a las afueras. Había varios escuadrones de soldados patrullando las distintas entradas. Parecían estar buscando a alguien. Nerviosos. Muy nerviosos. Oculta tras un árbol, vio como paraban a una joven pareja y les pedían los papeles.

—Sí... sí, señor, de inmediato —balbuceó asustado el caballero mientras buscaba frenéticamente en sus bolsillos. Sudaba profusamente y cuando miró al soldado parecía querer morirse—. No... no... los encuentro, señor. Me temo que los dejé en casa...

Sin mediar palabra el militar abrió fuego contra los dos con su fusil y los remató a bayonetazos.

La joven comenzó a rebuscar en sus bolsillos (la mayoría agujereados) por alguna identificación sin fortuna. Por no tener, no tenía siquiera un papel con el que sonarse los mocos.

—¿Quién... quién soy? —se preguntó mientras se miraba las manos enguantadas con algunos dedos desnudos.

Retrocedió y trató de buscar otro camino para entrar en la ciudad. No podía arriesgarse a que la encontraran y la asesinaran como a aquella pareja. ¿Podría ser que la estuvieran buscando a ella? O, ¿sería una simple casualidad que se encontrara sin documentos y con evidentes signos de haber sido atacada? Aunque, qué sentido tenía que lo hicieran. Por sus pintas, no era más que una campesina o, en su defecto, una pordiosera. Sus uñas parecían haber sido comidas, sentía sus manos sucias y ásperas. Se notaba mugrienta. Si se olía, el rancio olor a sudor la hacía asquear. Además, quien quiera que hubiera tratado matarla, no había hecho un buen trabajo, por fortuna.

The Red Steam RevolutionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora