EL AMANTE ━━ [En curso] 《34》

Capítulo 8

—Fábrica de dildos, ¿de qué medida lo desea? —me responde con voz ronca.

—Shachi —murmuro omitiendo lo que acabo de escuchar. En otras circunstancias me habría causado gracia pero no en este momento.

—¿Qué quieres...? —ronronea con pereza. Parece que se estira—. ¡Son las ocho de la madrugada, Law!

Suspiro cansado.

—Te llamo por algo importante —le digo, mientras me pongo las pantuflas. Estoy sentado a la orilla de la cama. Desperté hace menos de un minuto—. Y ésta hora ya no cuenta como madrugada, imbécil.

—No te perdonaré el hecho de que perturbes mi sueño de belleza. A menos de que estés a punto de morir. ¿Estás muriendo? Espero que estés en tus últimos momentos.

—Oye...

—¿Me heredarás algo? Que no sea tu colección de preservativos usados por favor.

—Idiota. ¡Escúchame y deja de interrumpirme!

—¡Pero no me grites que me estalla el cerebro!

—¡Tú también estás gritando!

Suspira.

—Vale, vale, ya me calmé —vuelve a suspirar—. Habla.

—¿Estás solo?

—Sí bebé, estoy desnudo. ¿Qué llevas puesto? —ríe—. ¿Es ésta una llamada para sexo o qué?

Ruedo los ojos.

—Solo quería saber si habías vuelto a pasar la noche con Bella.

—Se fue hace un rato.

—Llevas un buen tiempo ya follando con ella.

—Bueno, tuvimos buena química una vez que saliste de la ecuación y...

—No me refiero a eso, idiota, ¿te ha dicho algo sobre... —suspiro. ¿Pero qué demonios hago?

Shachi ríe.

—¿Quieres saber si se ha comunicado con su amiga?

Chasqueo la lengua. Me tallo la cara.

—¿Ella... está bien?

—Creo que no han hablado desde aquella noche del sábado.

—Ya veo.

—¿Era todo lo que querías preguntarme? Porque si es así, debiste empezar por ahí.

—Púdrete —le espeto fingiendo molestia—. Y el sueño de belleza no es algo que obtengas a ésta hora, idiota.

Cuelgo la llamada justo cuando él comienza a reír.

Me dirijo al baño a cepillarme los dientes y a lavarme la cara. Maldita sea. Mis ojeras han empeorado. Supongo que el hecho de embriagarme todos estos días tampoco es algo que ayude mucho.

Me apoyo de las orillas del lavabo. Miro mi reflejo mientras me pregunto si pintaré otro cuadro. He retratado a Jhanahy en cuatro ocasiones ya. Tengo decenas de bosquejos, y todos son suyos. He avanzado mucho con la escultura, ¡y vaya sorpresa!, es ella quien viene a mi mente cada vez que estoy concentrado en ese proyecto.

¿Qué demonios está sucediendo conmigo?

Iré de rodillas de aquí al Vaticano para que me hagan un exorcismo.

Suspiro cansado. Debo ocupar mi mente en otras cosas.

Justo como todos estos días anteriores, escucho ese ruido allá afuera. Sigue sonando a que algo de metal rozara la pared y cayera de un lado a otro. ¿Debería revisar? Me da pereza. Le he atribuido el hecho a los gatos pero, vamos, que ni los gatos son de metal y tampoco tendrían porqué repetir la acción cada día y a la misma hora.