Capítulo 15

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—No, no, no... —me apresuro a canturrear como si estuviese llamándole la atención a una niña traviesa, mientras cojo a Jhanahy por la espalda. La mantengo sujeta por la cintura ya que ha intentado salir de la habitación.

—¡Suelta... me...! —exige hablando lento.

Patalea, me encarna las uñas en los antebrazos, e intenta desesperadamente darme cabezazos en el rostro.

Río al pensar que es una luchadora.

Pero claro que habría barrido el piso con Bella el día de ayer. Es demasiado fuerte como para alguien de su pequeña y divertida estatura.

—Tranquila fierecilla... —le tiento con cierto deje de picardía.

Todavía no puedo creer que esto esté pasando.

—¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Suéltame!

Me siento en la orilla de la cama con ella sobre las piernas. La aprieto de la cintura sin llegar a hacerle daño. Solo quiero que se quede quieta.

—Te propongo un trato —le digo, luchando por esquivar sus cabezazos—. Hey... hey... ¡tranquila! No quiero que te lastimes.

—¡Te digo que me sueltes!

Logro encajar mi cara en el arco de su cuello. Debo parecer un imbécil sonriendo.

Continúo sujetándola con firmeza sin importar su rabieta.

—Lo haré si te tranquilizas —le propongo sonando encantador.

—¡Ni hablar! —vocifera, dándome golpes con el revés de sus puños en los antebrazos.

Ah, se me olvidaba que mis trucos baratos no funcionan con ella.

—Ya, ¡estáte quieta! —le pido sin lograr permanecer serio.

¿Por qué es que me encanta que esté tan cabreada?

—¡No...! ¡Ah...! —grita, intentando cogerme del cabello pero me echo hacia atrás.

Va a dejarme sordo con esos gritos de niña tan agudos que en realidad... están causándome algo de lo que no querría enterarse.

Me dejo caer acostado en el colchón de la cama con Jhanahy sobre mi estómago. No paro de sujetarla alrededor de la cintura.

Su cabello despide un delicioso aroma a lavanda; es como si no hubiese transcurrido mucho tiempo desde que lo lavó. Su piel huele muy bien, demasiado bien, tanto que me dan ganas de probarla.

Sé que no es el momento, pero estoy deseándola como loco. Me he puesto tan duro que la bragueta ha comenzado a ser una molestia.

No puedo sacarme de la cabeza la imagen de sus glúteos remarcándose en la tela de éste camisón de seda tan corto, cuyo color blanco me ha bendecido la vista.

Oh... la deseo tanto...

No. Debo controlarme.

—De acuerdo, entonces que sea por las malas —le digo con un toque de travesura.

Me giro rápidamente dejándola boca abajo de espaldas a mi estómago. Sus piernas han quedado aprisionadas entre mis rodillas. No importa cuántos manotazos lance; no logra alcanzarme.

Río ligeramente cogiéndola de ambas muñecas con una sola mano ahora que parece haberse cansado. Respira por la boca, agitada.

—Suéltame...

—Solo si te tranquilizas. Tan fácil como eso. ¿Vas a obedecer?

—¡Que te obedezca tu abuela...! —me espeta enfadada.

EL AMANTE ━━  [En curso] 《34》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora