Capítulo 7

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¿Qué es ese ruido? Es... ¿música? No. No es hora para esas cosas. Ay no. Sí. Maldita sea, es música.

La vocalización femenina comienza a sonar un poco más fuerte. Vuelvo a suspirar. Abro un ojo y miro el reloj sobre la mesa auxiliar del extremo derecho. Son las siete.

Han pasado tan sólo algunos minutos desde que me acosté. Suspiro. Acomodo mi cara sobre la almohada ya que estoy boca abajo sobre el edredón.

Ya que lo medito; no, no han pasado minutos desde que me quedé dormido, es solo que no he descansado en lo absoluto y siento que las horas duraron lo que un parpadeo.

¿Quién carajo escucha ópera a ésta hora?, ¡¿y un día lunes?! Mis vecinos por lo visto. Sólo eso me faltaba. A mi lado viven los locos Adams.

Me acomodo boca arriba. Saboreo mis labios y me desperezo. Maldita sea. Mi cabeza duele. No debí beber tanto anoche.

¿Anoche? Oh no. ¡Qué vergüenza! He recordado lo que hice y... lo que dije. ¿Que haré que el gesto de Jhanahy sea mío? O en palabras más simples: que me la follaré y que dibujaré su gesto de éxtasis. Umn..., ya. Claro. Desde luego. Bufo. Con lo «mucho» que se me antoja, ¿no?

Río por mi propio sarcasmo.

Toda esa idiotez sobre pensarla fue producto de mi estúpida e injustificada consternación por cómo se fue del bar —algo tonto porque la conozco de nada—, sin mencionar mi culpabilidad por haber estado allí en esa reunión con su amiga y mi amigo. No tiene sentido, porque no soy responsable de lo que pase entre ella y su marido.

El haberla imaginado en mi momento de sexo justo como Bella me lo dijo, y tal como lo databa el vídeo que Shachi me envió fue producto de mi ebriedad.

Y el sentir que la deseaba en la ducha cuando me toqué pensando en ella, fue porque estaba insatisfecho por el acto sexual frustrado de la noche anterior porque ya no quería follarme a su amiga.

Ya está. Es todo.

Como la pobre Bella lo dijo, si me quedé hasta el final haciendo lo que hacía con ella, fue porque no quería hacerla sentir mal. Además, venga ya, que lo sucedido en la regadera fue provocado por mi resaca, no sólo por el hecho de estar insatisfecho.

El haberla pintado, fue para sacarme de la cabeza su exquisita expresión de éxtasis en mi fantasía, y el visualizarla desnuda en mi cama fue porque acababa de pintarla tal cual.

El tenerla presente y pronunciar su nombre antes de dormir fue... fue... ¡una maldita tontería causada por el ron! ¡Es lo que fue!

¿Por qué tengo que explicarme todo como si intentara convencerme de algo que ya sé? Ella no me gusta. Fin.

Me acomodo sobre la almohada. Siento que no he dormido nada. De hecho, sí me parece que acabo de acostarme aunque no es así.

Me giro, quedando boca abajo nuevamente. Quisiera poder silenciar la canción que suena y todo ruido que perturbe mi sagrado sueño. ¡Es lunes por amor a Eros!

Cojo la almohada y la coloco sobre mi cara tirando de ambos extremos.

Me quedo quieto intentando acostumbrarme al ruido y así, quizá lograr conciliar el sueño nuevamente. Se suponía que este sitio era un santuario para el silencio y ahora, resulta que quien sea que viva del otro lado, es alguna especie de asesino de la tranquilidad que manifiesta su maldad un día lunes a las siete de la mañana.

Giro abruptamente y hago una repentina rabieta. ¡Quiero dormir! Bueno, tampoco es culpa de nadie el hecho de que me haya pasado de copas tanto el sábado por la noche como el día de ayer, cosa que ahora me tiene sufriendo de resaca.

EL AMANTE ━━  [En curso] 《34》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora