EL AMANTE ━━ [En curso] 《34》

Capítulo 31

La sonrisa de expectación y malicia se instaura en mi rostro ahora que me llevo el móvil a la oreja.

—¿Bueno? —contesto la llamada esperando recibir buenas noticias.

—Law, tengo el informe completo —responde—. No ha sido difícil en realidad, pero no me había comunicado debido a asuntos personales.

—¿Todo bien? —le pregunto frunciendo el ceño ligeramente.

—Mi esposa, ha dado a luz.

—Hombre, enhorabuena —le digo. He sonado más entusiasmado de lo que ni siquiera planeé. ¿Yo?, ¿alegrándome por estas cosas? Y es que me he alegrado. No ha sido fingido. No me reconozco a mí mismo.

—Te lo agradezco —me dice sin lograr ocultar esa felicidad que se ha manifestado en una sonrisa airosa. Aclara la garganta—. Iré al punto —murmura, algo serio. Parece que estuviera arreglando carpetas o papeles—. He conseguido los récords criminales, estados de cuenta bancarios, vídeos, fotografías y demás, y creo que todo te será de gran utilidad. He adjuntado cada detalle en los archivos que te haré llegar por correo.

—Excelente —murmuro consiente de mi sonrisa maquiavélica—. ¿Y bien? ¿Algún adelanto?

—Pues, que el tipo nunca estuvo de viaje de trabajo a excepción de éste fin de semana —explica—. Ha estado en Milán todo este tiempo, en casa de otra persona. Los datos completos aparecen reflejados en el informe.

Vaya, vaya...

—¿Es la única mujer que el idiota frecuenta? —le pregunto.

—No —responde—. También ha estado frecuentando a una mujer que de hecho trabaja en una tienda de vestidos para novia. El sitio se encuentra a pocos minutos de la floristería donde labora tu chica.

Entonces Marianne tenía razón...

—¿Qué hay de los vídeos y las fotografías de Jhanahy?

—Existieron, pero ahora... —ríe levemente—, digamos que son historia.

—Buen trabajo, Dante.

Resopla. Después vuelve a reír.

—Oye, Law... —dice un poco serio.

—¿Qué pasa?

—Tienes luz verde. Puedes ir a toda marcha.

—¿A qué te refieres?

—A tu chica —responde como si fuese obvio—. Está limpia.

—¡¿Qué?! —exclamo sin elevar la voz. He perdido de golpe la sonrisa de villano—. ¡No te pedí que la investigaras a ella!

—Lo sé, pero nunca está demás tomar precauciones.

Ruedo los ojos.

—Mejor dime... ¿Qué hay del marido?

—Deudas sin pagar, infidelidades por aquí e infidelidades por allá; pero fuera de eso, nada más. Es tan solo un idiota que se aprovecha de la que puede. No hay récords criminales. Ni siquiera alguna multa de tráfico. Nada. Parece que todo se resume a las cuatro paredes donde encarcela a tu chica.

Mi chica... Suena bien. Eso me gusta.

—¿Cuántas?

—¿«Cuántas»?

—¿Con cuántas mujeres engaña a Jhanahy?

—Actualmente? Veamos... Tres en uso y cinco en «veremos».

—Es una sanguijuela.

—Y el responsable de joder el crédito de tu chica —añade.

—¿Eh? —rechisto frunciendo el ceño.