Capítulo 9

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—¡¿Qué pasa por tu cabeza, Law?! —me reclama Valentino. Sus ojos verdes me ven con reprobación, y sus cortos rizos rubios se mueven con cada ademán que hace. Viste formal, como siempre. Parece que no ha dormido bien. Su barba de dos días le suma algunos años a su cara de niño—. Luces terrible y la sesión de fotos comenzará dentro de una hora.

—No me grites —le pido haciendo un gesto de disgusto—. Además, no empezaremos en una hora sino dentro de unas tres.

—Es igual, es igual —se queja, haciendo un ademán de impaciencia—. Se sentirá como si fuese una hora lo que hace falta para iniciar; con todo ese trabajo que les costará a las chicas el poder repararte esa horrible cara de desvelo, corrijo: esa cara de momia deshidratada.

—Eres un exagerado... —le recrimino sonando algo aburrido. Me presiono la bolsa azul de goma sobre mi cabeza que en cualquier momento podría explotar—. He venido. Lo importante es que estoy aquí, ¿o no?

Me siento en el sillón reclinable de color blanco frente al alargado espejo del tocador que está atestado de maquillaje, y también, de dos recipientes que contienen la pintura dorada que se supone que deben ponerme en el cuerpo. Me molestan los focos del luz blanca que bordean el dichoso espejo.

Hoy, que debo representar a Eros, que se supone que es el responsable de la atracción sexual de la mitología griega, es cuando luzco como Hades, el dios del inframundo.

Olvidé por completo que debía estar recuperado para la campaña publicitaria de ese perfume que ni siquiera ha salido a la venta y ya es una sensación.

¿Ves lo que causas, bruja?

—¡No tientes tu suerte! —me recrimina con molestia, señalándome—. ¿Crees que nadie va a despedirte por ser el favorito de la agencia?

Hago un gesto de conformismo a la vez que ladeo la cara algunos grados hacia la izquierda, al tiempo que asiento y encojo los hombros.

—Pues...

—¡Me quedaré sin empleo si te despiden! —me recalca. Parece que ha envejecido unos diez años en este momento en el que, a mí me da igual todo.

No es cierto, Valentino, tienes a muchos otros modelos que representar. Además no vas a quedarte sin mi contrato porque aunque no lo sepas, nadie puede despedirme de mi propia empresa al final del día. Bueno, de poder... pueden, pero entonces movería ciertos hilos detrás del telón y haría que vuelvan a contratarme.

Aunque he pensado en retirarme. A mis veintiséis, ya no me apetecen estas idioteces. Fue genial durante un tiempo porque pude conseguir chicas sin hacer el más mínimo de los esfuerzos pero, la verdad es que ya me aburrí.

Ahora que lo pienso, ¿cuándo me he esforzado por alguna mujer?

—Relájate —le pido sonriendo repentinamente divertido—. Las maquillistas se encargarán de sepultar mi cara de resaca.

—Idiota —se queja, pasándome una botella con agua. Su blanca tez se ha teñido de rojo por culpa del enfado.

—Caballeros —interviene Antonio, uno de los asistentes. Está asomándose por la puerta. Es delgado, más alto que Valentino pero más bajo que yo—, la sesión de fotos se ha pospuesto.

—¡¿Qué?! —se queja Valentino, que mira al pobre Antonio como si fuese a lanzársele encima—. ¿Por qué?

—Porque la agencia fue notificada del estado del modelo principal, y han decidido darle el día para que se reponga.

Río.

—¿Qué? —murmura Valentino, volteando hacia mí—. ¿Pero quién mierda eres? ¿Zeus?

—Es obvio que bromea, idiota —le digo, ya que me ve boquiabierto.

EL AMANTE ━━  [En curso] 《34》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora