Capítulo 28

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—Con... con permiso —dice Jhanahy cruzando por la puerta.

—Tonta, no tienes que pedir permiso —le digo regalándole una sonrisa tranquilizadora mientras cierro detrás de ella.

Luce cohibida y parece evitar mirarme a mí o a lo que la rodea.

Abraza su bolso y sus prendas de vestir que gotean mojando el piso blanco. Está descalza, y sostiene sus bailarinas en las manos.

Tan solo usa mi camisa de algodón que para ella es lo suficientemente larga como para cubrirle hasta abajo de los glúteos. Por mi parte tengo el torso desnudo. Calzo mis botas y conservo mis vaqueros.

—Law, por favor llévame a casa.

La tomo por debajo de la barbilla y la hago mirarme a los ojos.

—¿Qué sucede?

—¿Aparte de que acabo de estar contigo íntimamente? No mucho, es solo que no debería estar aquí.

Suspira. Me da la impresión de que está inquieta aunque se esfuerza por aparentar serenidad.

—Bien —le doy un beso en la frente—. Te llevaré a casa tan pronto como te des una ducha caliente mientras se lava y se seca tu ropa. —Se lo piensa—. No creerás que voy a dejarte goteando agua y con hojas enredadas en el cabello, ¿o sí?

—Está bien —murmura visiblemente insegura—. ¿Podrías prestarme una toalla o algo así? No quiero mojar tu alfombra.

—No importa. Ven —la tomo de la mano pero ella se queda en sitio impidiéndome avanzar—. ¿Qué sucede?

—En serio, necesito una toalla. No quiero... ¡Ah! —chilla ahora que la cojo en mis brazos y comienzo a caminar con destino a las escaleras que conducen al segundo nivel de la casa—. ¿Pero qué haces?

—¿Cargarte? —le respondo risueño como si eso fuese obvio.

—Pero...

—La alfombra me importa un carajo, Jhanahy, puedo hacer que mantenimiento se encargue de ello después. Quitarte la ropa es mi prioridad.

—¿Eh?

—Para que te duches y no enfermes, pervertida —río—. ¿Por qué te has puesto roja?

Se queda callada mientras avanzo hacia el fondo del pasillo hasta llegar a la habitación principal. Abro la puerta con una mano y entro por la alcoba hasta el cuarto de baño.

Coloco a Jhanahy de pie en el piso. Parece más cohibida de lo normal pero, ya sé que es lo que sucede. Se siente abrumada por todo lo que ve.

Sí, esta casa en donde predomina el blanco y el dorado es muy elegante, lujosa, y moderna, pero no tiene porqué comportarse como si fuese algo que está fuera de lugar. ¿Acaso no le he dicho ya que la quiero conmigo?

—¿Qué... Qué haces? —me pregunta ahora que le quito la ropa y el bolso que cargaba en los brazos.

—Te ayudo. ¿No es obvio? —le respondo con travesura y malicia.

—¡N-no dejaré que me veas desnuda!

—Pero si ya te vi desnuda —contrapongo con descaro mientras intento quitarle la camisa.

—Ah no... No señor. Ah-ah. —Me da una manotada y me encara—. Que me tengas desnuda en medio de la oscuridad bajo la lluvia es una cosa, y que te deje mirarme con esta luz tan blanca es otra. ¡Ni loca! ¿Me escuchas?

—Pero...

—Y mas te vale que mantengas tus manos muy... —me advierte dándome toquecitos en el pecho con su dedo índice, cosa que vuelve a traerme recuerdos—, pero muy, pero muy... —me mira el torso y parece demorarse en mi abdomen y en mis pectorales—, pero muy...

EL AMANTE ━━  [En curso] 《34》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora