EL AMANTE ━━ [En curso] 《34》

Capítulo 10

—Ah-ah... no, ¡no señor! —exclama la bruja, cruzándose de brazos y negando con la cabeza. Mira mi motocicleta con temor y desconfianza mientras da pasos hacia atrás—. ¡Ni loca me subo a esa cosa!

Pestañeo tanto incrédulo como divertido. Miro la montura y después a ella.

—¿Y por qué no? —le pregunto sin reprimir una sonrisa desvergonzada—. A mí me encantaría verte montando ésta cosa.

Si las miradas pudieran matar... seguramente ahora sería hombre muerto.

—Eres un idiota —me espeta con aires de indignación.

—Eso me has dicho —le respondo cogiendo mi casco.

—No, no, no, ¡he dicho que no! —Aparta mis manos ya que me dispongo a colocarle la protección en la cabeza.

—¿Es en serio, Jhanahy? —me mofo.

—Dijiste que tu auto estaba por aquí —se queja haciendo un ademán de exasperación.

—Nunca dije que conducía un auto; tan sólo te dejé asumir que así era.

Se presiona ambos labios entre los dientes. Mira hacia todos lados en el estacionamiento y después busca mis ojos. Parece tanto consternada como esperanzada. Siento que me ve como si albergara la esperanza de que le diga que alguno de los vehículos aparcados es el mio, y que tan solo bromeaba acerca de la motocicleta.

—N-no voy a subirme a esa cosa.

—Sí lo harás —insisto, colocándole el casco de todas formas—. Sí vas a subirte a ésta cosa.

—Pe-pero... —niega con la cabeza—. No. No puedo.

—¿Acaso tienes miedo? —le pregunto con una sonrisa desafiante.

El cristal de protección está elevado, de modo que soy capaz de observar la mirada fulminante que la pequeña Power Ranger está lanzándome.

Se acerca a mí, amenazante. Me da golpecitos con el dedo índice en el pecho mientras me ve hacia arriba.

—Escúchame bien señor modela calzones: si algo llega a sucederme...

Aguanto una risa. ¿«Señor modela calzones»? He notado que es algo ocurrente; me gusta.

—Estás conmigo, señora —le digo inclinándome peligrosamente hacia ella—. Te garantizo seguridad. Nunca podrías estar más a salvo.

Me mira con esos lindos ojos castaños que se han despejado de tristeza, y por un efímero instante, me ve de una manera que no puedo explicar, pero, juraría que algo se ha movido aquí en mi pecho.

—Co... como sea —dice nerviosa—, espero que sepas manejar bien esa cosa.

—Oh, créeme —libero el aire de una sonrisa seductora—: si se pudiera, ya me habría sacado un doctorado por saber dominar muy bien esta cosa.

—Amas el doble sentido, ¿cierto?

—Para nada —le espeto sonriente—. Quien comprende mal, eres tú.

—No lo creo —disiente mirándome fijamente.

—Te aseguro que sí —contrapongo ahora que me yergo ofreciéndole la mano.

Ella me mira  con desconfianza. Baja la vista hasta mi mano y después la devuelve a mis ojos.

—Puedo subir sola —masculla—. Muchas gracias —añade con ironía.

Amplío mi sonrisa y hago un ademán de cortesía.

—Como guste, madame.

Chasquea la lengua y da unos pasos hasta quedar frente a la motocicleta.