40.

252 17 7
                                    

Algunos meses después...

La brisa del mar entra por la ventana mezclada con la calidez del sol, ya cayendo al final de la tarde, la luz se cuela libremente, tiñendo las paredes, el techo y el suelo de un tono anaranjado que me transmite paz. Las sombras que se reflejan en el techo me distraen durante un rato, y esto es porque no hay nada que me perturbe. Recorro de golpe mi habitación con la mirada, no hay nadie aquí conmigo y eso me extraña.

Decido bajar al salón, allí me encuentro de frente un ventanal abierto de par en par, con vistas al que parece casi infinito mar Cantábrico. Cruzo el umbral y atravieso el porche, a lo lejos, en la orilla, veo de espaldas una figura, que reconozco de inmediato. Es Sticky, que con suavidad balancea su cuerpo sutilmente de lado a lado. Eso me hace sonreír.

Camino descalza por la arena, y es agradable, la playa está vacía, las olas rompen con cautela en la orilla. 

No puedo evitar sonreír al llegar a la altura a la que se encuentra Sticky y ponerme a su lado, mi corazón se inflama al ver lo que sostiene entre sus brazos.

- Estabas tan dormida que no quise despertarte para que le dieras la merienda, así que se la he dado yo. - Dice mirando la carita de mi bebé, yo le miro la cabecita, cada vez más poblada de pelo.

- Gracias, hacía tiempo que no conseguía dormir tan profundamente una siesta.- Respondo.

- Si tía, has despertado a la pobre Lucía con tus ronquidos. - Dice con una sonrisa en los labios, sin quitar los ojos de ella, acunándola con ternura.

Yo río como una boba al contemplar.

Mi pequeña llegó al mundo hace ya siete meses, y la vimos nacer su tío Manu y yo, que somos quienes la estamos criando, aunque tiene a una persona muy especial que le guía el camino desde arriba; su padre.

Ya estaba conmigo aún cuando yo no lo sabía, y fue ella quien me dio las fuerzas para continuar, cuando yo ya no podía más, no me dio opción, tuve que poder, tuve que poder por ella, y pude.

- Hola "Lulu". - Dice Sticky sacándome de mis pensamientos.

- ¿Se ha despertado? Déjamela. - Digo extendiendo los brazos hacia ella. 

En cuanto la tengo en mis brazos, tengo que controlarme por no romperme en mil y una lágrimas, es inexplicable lo que siento cuando la tengo conmigo, cuando me mira, con sus grandes planetas misteriosos, por todo lo que ella por si misma es, y porque siempre será tener conmigo un trozo de él.

Es increíble lo mucho que me recuerda a su padre, en cada cosa nueva que aprende hay demasiado de él en ella.

- ¿Estás bien, Eva? - Me pregunta Sticky sin dejar de mirar a mi bebé.

- Sí, extrañamente nunca he estado mejor. A veces le echo tanto de menos que no lo soporto, pero tengo conmigo el mayor regalo que jamás podría haberme hecho, sin él saberlo, le tengo siempre conmigo, y eso es reconfortante, ¿sabes? Sé que es difícil de entender, pero le siento constantemente conmigo, con nosotras, con nosotros, su familia. Y pensarlo y sentirlo así me ha ayudado a llevarlo mejor.

- Te entiendo, le veo cada vez que la miro a ella, es una rayada que flipas, pero quiero a esta bebé más de lo que he querido nunca a nadie, es la mezcla de las personas que más he querido en mi vida, qué loco todo, ¿no? - Dice y se ríe.

- Que bonito Manu... - Digo mirándole, pero él está mirando a mi hija, y la mira con amor, como solía mirar a su amigo, a su hermano, a su pucho.

- Gracias por traernos aquí, - continúo. - Asturias es el sitio más bonito en el que he estado nunca y el mejor sitio para criar a Lucía, por el momento al menos.

- ¿No echas de menos tu barrio? 

- No, sé que he dejado el bar en buenas manos, y sinceramente eso era lo único que me ataba a allí, y salir de todo aquello... Uf, me ha quitado un peso de encima, además, había demasiados recuerdos encerrados, y no quería que mi hija creciera allí. Ha sido un acto de amor y de egoísmo.

- Entiendo. - Dice asintiendo, esta vez me mira a mi, y yo le miro a él. - Vamos a estar bien Evita, juntos, como una familia, siempre. - Dice y pasa su brazo por mis hombros, a la par que apoya su cabeza contra la mía.

Yo asiento.

No ha pasado nada entre nosotros desde entonces, asumimos nuestro propio rol el uno en la vida del otro y eso se ha quedado así, sellado para siempre, no sé que hubiera sido de nosotras sin él, y me pone muy contento el corazón pensar que mi pequeña cuenta con alguien que la quiere y protege tanto como lo hace él. La adora, de forma incondicional y es precioso ver como cuida de ella, siempre, como pasan tiempo juntos, como la enseña cosas y como se desvive por nosotras.

- Siempre juntos. - Digo.

- Juntitos siempre los tres.- Recalca.

Realmente siempre seríamos cuatro, alguien nos cuidaba desde arriba, estaba con nosotros, en cada decisión, en cada paso.


FIN...


QUERIDISIMO LECTOR, HA SIDO UN PLACER  ESCRIBIR ESTA HISTORIA TAN INTERMITENTE QUE HA ESTADO PRESENTE EN MI VIDA CASI CUATRO AÑOS. GRACIAS DE TODO CORAZÓN A LOS QUE HABEIS LLEGADO HASTA AQUÍ Y SOBRE TODO A LOS QUE HABEÍS ESTADO PENDIENTES Y APOYÁNDOME EN ESTE VIAJE, QUE HOY LLEGA A SU FIN. GRACIAS POR LEERME. ESPERO HABER ESTADO A LA ALTURA. UN BESO ENORME. GRACIAS.


LIDIA.

Bien Duro (C. Tangana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora