11.

691 42 4
                                    

Casi ni me molesta que el único comentario sobre el cierre del bar estos últimos días por primera vez en muchos años haya estado relacionado con el hecho de que los clientes habituales se hayan tenido que desplazar a uno más lejano y abarrotado, en vez de donde he podido estar yo metida. Que nunca fallo. Que siempre estoy. 

Casi me afecta que después de todos los acontecimientos vividos en pocos días, volver a la rutina sea algo tan fácil, tener que hacer borrón, porque nadie sabe nada, para nadie es trascendental, solo lo sé yo, solo a mi me incumben, me ahoga que a nadie  más le parezca que viví horas de cuento de ciencia ficción, pero nadie más lo sabe, pero ojalá supieran.

Casi he estado todo la semana con momentos concretos pululando por mi cabeza mientras fregaba, cocinaba o atendía mesas, recreándome en ciertos recuerdos, reviviéndolos, o creando alternativas factibles. Desenterrando detalles escondidos, dando sentido a cosas que se me pasaron por alto, y recordando como era sentir su respiración en mi pecho.

Casi no me importa que aún no haya dado señales de vida.

Creo que lo que hace que esta relación que Antón y yo tenemos sea tan adictiva para mi, son todas sus luces y oscuridades, sus idas y venidas, sus altos y sus bajos. Me gusta estar tanto con él, que deseo estarlo con más frecuencia, y paso tanto tiempo deseando estarlo que cuando por fin estoy con él lo vivo con más euforia, por eso de haberlo estado anelando tanto tiempo. Me pregunto si será una táctica, una forma de hacerme caer en su red. Me agita el corazón el solo pensamiento de que él quiera que yo caiga en alguna red suya, pero siendo sincera conmigo misma, no le veo capaz de crear estrategias para nosotros, simplemente actúa, yo me dejo enredar, y fríamente pienso, que para él esto casualidad y ya está, no le da importancia, ya me lo dijo.

Podría estar haciéndose el duro, me anima mi subconsciente. Pero se que solo intenta eso, animarme.

No me había planteado la posibilidad de que, a parte de conmigo, hiciera estas cosas con otras chicas. Follar en el coche estando puestos, noches de sexo en hoteles de Madrid, salidas a comer... Lo de salvar vidas, doy por hecho que no, aún que yo por alguna razón le tenga en muy alta estima, sé que precisamente un superhéroe no es, sería más bien el contrario, algo así como un villano. Pero un villano que canta, no es que sea súper conocido, pero despuntar entre tanta variedad que nos está trayendo la Movida Madrileña supongo que será difícil, aun que en realidad no lo sé, nunca hemos hablado de eso.

Hay tantas cosas de las que no hemos hablado, en realidad, casi nunca hablamos de cosas importantes, de nuestro pasado, de cosas trascendentales, siempre con banalidades, realmente no sé nada de él, ni él de mi. Nos conocemos por más por el cuerpo que por la mente, y eso hasta cierto punto es triste. Pero, claro, para el tipo de relación que tenemos, tampoco necesitamos conocer nuestros traumas infantiles, o sí es más de café o té. 

Apuesto que no bebe nada que no lleve alcohol, y que si tiene que hacerlo elige café.

Pero sinceramente, sé que anhelo más, que quiero más de él, verle más, saber más, significar para él más. Lo que no quiero por nada del mundo es espantarle, no volver a verle nunca más. Prefiero seguir como estamos, al menos por ahora, pero es bastante frustrante que desaparezca tanto tiempo, sin dar noticias, sin avisar. Nunca sé cuando será la próxima vez que le vea, y eso me inquieta. Pero, ¿que puedo hacer? No siento celos de pensar que pueda estar con alguien más, no, no es eso, es solo que quiero estar con él, ahora, y eso lo pienso la mayor parte de mi tiempo. Pero ni si quiera tengo un número al que llamar, una dirección a la que ir.

El hotel.

La idea cruza mi mente como una estrella fugaz. Pero muere en el momento en el que recuerdo que no se ni como se llamaba, ni como se llegaba hasta él. Mierda. Quizá siguiese allí hospedado, o si no, me podrían dar algún tipo de dirección o dato que me llevase a él, un teléfono, cualquier cosa.

Las vistas.

Claro. Recuerdo lo que se veía desde la habitación, quizá con eso pueda encontrarlo. Ojalá.


- Lo siento, no hemos tenido recientemente a ningún ''C. Tangana'' hospedado.

- ¿Y Antón?

- ¿Antón que más señorita? - Y noto como el recepcionista se empieza a incomodar.

- No me sé su apellido... - Digo lo más bajito posible para que me oiga. Realmente no se nada de él, ni su apellido.

- Señorita, ¿y cómo quiere que busque a alguien en nuestro libro de registros sólo por un nombre?

- Pues es que yo... - Comienzo a decir.

- ¿Qué estas buscando? ¿Al puchito? - Dice una voz a mis espaldas.

Cuando me giro tengo delante mía a un chico no mucho más alto que yo, delgaducho y desgarbado, moreno, y muy pálido. Vestido con ropa demasiado grande para su cuerpo tan enjuto, algo así como desaliñado pero a la moda. Me está sonriendo y me inspira una confianza a medias.

- Eh, busco a C.Tangana... - Espero que nos estemos refiriendo a la misma persona.

¿Puchito?

- Pues no esta tía, se fue hace tres días pa' Barna, que tenía unas movidas con su productor. ¿Quién es la chica tan guapa que le busca? - Dice con una sonrisa de medio lado.

Me giro un instante, y el recepcionista ya no está, me siento más cómoda así.

- Soy Eva, una amiga suya.

- El pucho tiene muchas amigas - ríe - vas a tener que ser más concreta.

Una punzada de dolor se clava en mi pecho, y siento que me estoy arrepintiendo de haber venido hasta aquí.

- Eh, da igual, cuando le veas dile que Eva la del bar ha preguntado por él, ¿vale?

- Espera, tu eres la chavala de la paliza... - Dice demasiado alto para mi gusto, y con los ojos muy abiertos.

- Sí. - Respondo de manera evasiva. 

- Yo soy el Sticky, estuve allí, ¿todo bien? - Y se lanza a darme dos besos de manera apresurada.

Me pilla por sorpresa.

- Sí, sí, Sticky, todo bien... solo sí me pudieses hacer ese favor...

- Si claro colegui, eso está hecho.

- Vale pues entonces yo ya... esto, eh, me voy. - Finjo una sonrisa que me queda muy real.

- Venga Eva, cuídate.

El camino a casa en bus se me hace excesivamente largo, a pesar de que voy todo el rato empanada, pensando en mis cosas. Pienso en Sticky, y en lo mucho que me suena su cara, pero él estuvo el día de la paliza, probablemente, aún que casi moribunda le viese. Pienso en lo cercano que ha sido, y no puedo evitar pensar que es porque Antón le ha hablado de mi, pero es normal, se vieron involucrados en temas turbios por salvarme, alguna explicación le tendría que dar, y me mata no saber que hablarían de mí, que le diría Antón de mi. También pienso en ''pucho'' y en ''puchito'', ¿porqué se habrá referido así a él? ¿Le llaman así sus amigos? Me gustaría preguntárselo. También como se apellida. Y por último pienso en él estando en Barcelona, y en el hecho de que tenga muchas amigas, sé que por mi bien no debo darle muchas vueltas a eso, pero lo hago. Inconscientemente lo hago.

Bien Duro (C. Tangana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora