9.

823 38 4
                                    

Miro distraída por la ventanilla del coche mientras nos alejamos levemente del centro de Madrid hasta el barrio, dejando tras nosotros la noche en el hotel, y todo lo que ha pasado en ella. Es más fácil para mi distraer mi mente con eso y evitar pensar en el motivo que me ha llevado a llegar a ella. Es imposible que mi cabeza gestione todo lo que ha pasado en tan poco tiempo. Avanzamos por la carretera, sin intercambiar palabra el uno con el otro, no hablamos desde que nos subimos al coche, supongo que no hay mucho que decirnos ahora mismo. Por mi parte estoy agotada, ya no tanto físicamente, aunque la cabeza me late de dolor, mientras me duchaba me he encontrado moratones en casi todo el cuerpo y mi cara está llena de heridas, no he tenido el valor de mirarme aún; estoy agotada mentalmente, es como si estuviese viviendo una vida que no es la mía, estoy tan lejos de mi zona de confort que siento ganas de llorar, necesito llegar a casa y pensar en todo lo que ha pasado, y más aún, en lo que podría haber llegado a pasar. Pero es verdad, que estar con Antón todo este tiempo me ha dado seguridad y estabilidad, me ha hecho sentir un poco más tranquila. 

He decidido que hoy no voy a abrir el bar, necesito el día para mí, para descansar, total, por uno más. 

Es media mañana, avanzamos por la carretera a una velocidad un poco superior a la que debería estar circulando, pero quiero llegar a mi casa cuanto antes, así que prefiero no hacer ningún comentario al respecto. La brisa que entra por la ventanilla me refresca y calma un poco mi jaqueca cuando llegamos al barrio, quedan unas cuantas calles hasta la mía, distraída saco el brazo por ella y lo muevo entre la brisa, mientras cierro los ojos.

- El Sticky casi se queda sin el brazo en una de esas, ten cuidao anda. - Me sobresalta.

Instantáneamente meto el brazo y lo cruzo junto al izquierdo sobre mi vientre. Sin decir nada. 

- Es ahora a la derecha, ¿no? - Pregunta.

- Sí.

El hecho de que ya mismo lleguemos y me tenga que bajar del coche y despedirme de él me pone nerviosa. No se como reaccionar, como lo hará él, y sobre todo, lo que más me preocupa es si le volveré a ver. Una parte de mí me dice que no, que me quede con la experiencia que he vivido y que siga con mi vida. Me da angustia pensar de esa manera, pero también creo que es la más coherente.

- Para aquí, está bien. - Digo y desabrocho el cinturón deliberadamente despacio. Y antes de que pueda ponerme incluso nerviosa por no saber que hacer, me agarra suavemente de la cara y me acerca a la suya, dándome un beso corto y lento. Se rompe el beso.

- Cuídate por favor, ¿lo vas a hacer? 

No sé ni que decir.

- Lo intentaré. - Digo en un suspiro.

- No me hace ni puta gracia, esto no es cosa para que te tomes de cachondeo, podrías estar tirada en una cuneta ahora mismo. - Creo que nunca he visto una cara que reflejase tanto asco.

- Lo sé. - Agacho la cabeza.

- ¿Que vas a hacer hoy? - Pregunta, y mi corazón late más rápido al oírle.

¿Quiere volverme a ver? ¿Hoy mismo?

- Mmmm, no sé, descansar, estar en casa. - Digo remolona, esperando a que me proponga algo si le digo que no haré nada.

- Ni se te ocurra currar hoy eh.

- No, no. - Digo y niego con la cabeza al mismo tiempo.

Me empiezo a decepcionar.

- Bueno, pues descansa y... - hace una pausa - ya nos veremos, ¿te parece?

Me hundo en la decepción y si por mi fuese me abofetearía ahora mismo por ser tan tonta, pero pillo la indirecta y me empiezo a mover en el sitio para salir del coche e irme.

Bien Duro (C. Tangana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora