4.

1K 48 10
                                    

Me cuesta respirar. Hace demasiado calor y mi cabeza funciona tan deprisa que siento náuseas. Seco el sudor de mi frente y después el de mi nuca. La sábana que cubre el  colchón está totalmente pegada a mi cuerpo, siento cierto alivio cuando me separo de ella. Mierda.

No puedo dormir.

Hace la misma temperatura que las últimas dos noches y hoy he trabajado duro, debería estar durmiendo a pierna suelta, yo no sufro de insomnio, sin embargo llevo horas dando vueltas por la cama, agotada, pero sin pegar ojo. Debe estar apunto de amanecer. Empieza a clarear muy sutilmente por mi ventana. 

Miro al techo desconcertada. No comprendo la importancia que le estoy dando a lo que ha pasado hace apenas unas horas. Me he colocado y he follado con un completo desconocido. No es la primera vez. Ni creo que sea la última.

Nunca he tenido una relación estable. Bueno, nunca he tenido una relación. He repetido encuentros sexuales con la misma persona durante algún tiempo, pero nada más. Y nunca eso me ha quitado el sueño. Quizá esté dándole más importancia de la que se merece, pero, ¿desde cuando yo le doy importancia a este tipo de cosas? 

Joder.

Mi inclemente alarma suena a las 8 en punto de la mañana, le da igual que yo no haya dormido, que tenga resaca y restos de cocaína en mi sangre. La apago y arrastro mi cuerpo al cuarto de baño. Necesito una ducha.

Son las 9 menos diez cuando salgo de casa, justo para abrir el bar. Mientras me duchaba he decidido que si hoy vuelve por el bar aun que solo sea para escupirme en la cara su chulería y arrogancia, me tomaré el lujo de darle cierta importancia, pero si no aparece, será uno más, y le acabaré olvidando como al resto. Es lo más justo. Sin embargo me sorprende mi imparcialidad en la decisión, me da exactamente si viene o no. 

La mañana se desarrolla como cualquier otra, nada nuevo, nada diferente, ni ningún chico engominado. 

Como estoy tan cansada cierro el bar a medio día y me voy a dormir la siesta, solo así podré aguantar la tarde, hoy hay fútbol y vendrá un poco más de gente, pero sin intenciones de que se llene.

La tarde también fluye tranquila, hay dos o tres clientes no habituales, pero es por el fútbol, como ya predije.

Ninguno de ellos es Antón.

No va a venir, y en el fondo lo sé, una parte de mi siempre lo ha sabido, pero quizá en realidad esperaba equivocarme, saber que no y verle aparecer, con su chulería andante y que con él, algo diferente pasase en mi vida, como ayer, que rompió mi rutina de un soplo y como si nada. Pero cuanto más pienso que es definitivo que no venga, más quiero que lo haga. Pero siendo realistas, ¿para qué iba a volver? Ni si quiera se por que vino la primera vez. Vale sí, a comprar tabaco, pero, ¿por qué se sentó en la barra y habló conmigo? ¿Por qué esperó hasta que cerrase? La parte más sensata de mi sabe la respuesta, y lo que queda de mi lo asume de golpe. Él puede tener a cualquiera, es evidente. Incluso la Movida Madrileña ha llegado al barrio.

Una vez acabado el fútbol el bar se despeja más y más, hasta que se van los últimos y acepto que ni C. Tangana ni nadie más va entrar al bar, así que aun que no sea tarde aún, decido cerrar, estoy cansada. 

He terminado de limpiar la cocina y la barra, y tengo todas las sillas subidas a las mesas y estoy barriendo, de esta forma es mucho más rápido y fácil. 

Escucho que alguien entra mientras estoy de espaldas e inclinada barriendo bajo una mesa.

- Lo siento está cerrado ya.- Digo asumiendo que se irá.

- ¿No me vas a dejar que compre tabaco?- Pregunta una voz masculina, y la conozco, se quién es.

Me giro.

Mi vista se centra en él, lleva una camisa con un estampado extravagante en tonos verdosos, debajo una camiseta de tirantes blanca, metida en unos vaqueros agarrados a su cintura con un cinturón negro. Está guapo.

- ¿Si te digo que no vas a insistir? - Pregunto.

- Si me dices que no me iré sin más. - Se encoge de hombros.

- ¿Sí?- No se a que está jugando.

- Bueno oye, ¿me dejas comprar tabaco o no? Me están esperando.

Está muy serio, no tiene nada que ver con el chico que folló conmigo ayer. Me molesta.

- Ya te he dicho que está cerrado. - Espeto en un tono gélido, idéntico al suyo y me giro para seguir con mi tarea, dándole la espalda.

- Joder macho. - Dice, y oigo la puerta cerrarse, después a un coche arrancando y ese sonido se desvanece en la lejanía.

Después de todo y tal y como esperaba, él no le ha dado ninguna importancia, así que definitivamente me decido a no dársela yo, a pasar y a zanjar el tema, fue divertido, pero sólo fue eso. 

Eso que me llevé.

Sacudo la cabeza, como tratando de sacar esos pensamientos de ella y sigo con lo que estaba haciendo. Son las once y cuarto cuando cierro y emprendo mi camino a casa. No me lleva más de diez minutos.

El calor vuelve a parecerme insoportable, debo de llevar horas dando vueltas por la cama sin poder dormir, en ninguna postura consigo conciliar el sueño, es frustrante y agotador. Estoy cansada, pero eso no es suficiente para dormir. 

Decido encenderme un cigarro y salir a la ventana, quizá allí corra un poco de aire. Pero me equivoco, al menos aquí se está algo mejor.

Y entonces viene a mi cabeza, lo había estado evitando, pero el recuerdo vuelve a florecer de la nada. Antón. Pese a que estaba a costumbrada a tratar con gilipollas e incluso yo misma a comportarme algunas veces como una, y a tener encuentros amorosos y luego si te he visto no me acuerdo, no puedo negar que estoy ciertamente extrañada. Por lo general, si conozco a un tío y me acuesto con él, y luego él no quiere repetir o yo o ambos, sea como sea, siempre tenemos una relación de cordialidad, a veces se pasan por el bar o nos cruzamos por la calle y nos saludamos e incluso nos paramos a hablar, somos adultos, es lo normal. Pero él hoy se a comportado de manera extraña, como si no me conociera, si como ayer no hubiera pasado nada. Entiendo que no le de importancia, pero creo que eso es pasarse de no darle importancia. 

Doy la última calada y tiro la colilla por la ventana. 

Aún así como amante voy a guardar un buen recuerdo de él, y que coño, me he follado a C. Tangana, ese tipo de cosas no pasan todos los días. Pasó y estuvo bien, fue divertido y lo disfrute, tampoco se puede pedir mucho más. 

Me tumbo en la cama y muy poco a poco caigo en un sueño muy profundo.

Bien Duro (C. Tangana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora