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Punto de vista de Antón.

- Tranquilo Pucho, la encontraremos sana y salva. - Son las últimas palabras que escucho decir a Sticky antes de que él gire hacia la izquierda y yo a la derecha. 

Simplemente asiento. El estado de shock en el que me encuentro ahora no me permite articular palabra, casi no puedo ni pensar con claridad, necesito encontrarla, necesito abrazarla y que me abrace, necesito con toda mi alma que esté bien. Mi cerebro no es capaz de procesar lo que está pasando, no soy capaz de creerme que mi mayor temor se haya hecho realidad, sencillamente no puede ser. 

Tiene que estar bien. Me repito interiormente una y otra vez.

Deambulo desesperado por las calles, llamándola y mirando entre las sombras, por si lo peor que podría pasar hubiera pasado, pero no sé si no encontrarla tirada en el suelo desangrándose y con apenas pulso me tranquiliza o me aterroriza más. La presión se hace cada vez más insoportable en mi cabeza según voy alejándome más y más, hasta el límite de salirme de las fronteras del barrio de Eva, ya casi ni reconozco donde estoy, y eso hace que la angustia se haga más palpable, y siento tanto terror que mi corazón bombea a toda velocidad. 

No está.

Los latidos cada vez son más frecuentes, no me dejan tregua. El pánico poco a poco se apodera de mi, haciéndome un nudo en lo más profundo de mi pecho, ya a penas puedo respirar. Me paro en seco e intento llenarme los pulmones a grandes bocanadas de aire fresco, necesito tomar conciencia y hacer frente a esta situación. Es real. No está. Levanto los brazo y coloco mis manos en la frente, abriendo mucho los ojos y secándome el sudor frío que resbala por ella. Contengo el aire mientras doy una vuelta sobre mi mismo mirando detenidamente cada lugar donde mi vista se posa. Nada. Me desinflo como un globo y me doblo, soltando todo el aire que mantenía en mi interior y apoyo las manos en mis rodillas. Muy despacio recupero una respiración más suave y normal. Me incorporo. Y decido ir a buscar a Sticky, quizá él haya tenido más suerte, y si no, tenemos que ir pensando en serio que hacer. 

Pero de pronto y de manera casi fugaz, nace en mi cabeza una idea, algo como una señal o un palpito, y caigo en la cuenta de que hay en un sitio muy importante y casi clave en el cual aún no he mirado.

El descampao.

Con todas mis esperanzas puestas en encontrarla, corro. 

Una vez allí me adentro entre la maleza, que gracias a Dios, me llega por un poco más abajo de las rodillas. Y entre la vegetación muerta, la poca luz de las farolas y la luz de la luna comienzo a buscarla. Recorro a grandes rasgos tan solo con la vista todo el terreno en busca de un bulto o algún indicio de que pueda estar aquí, pero entre tanta oscuridad es difícil saberlo. Así que comienzo a recorrerlo, al principio corriendo, de un lado a otro, llamándola, gritando desesperadamente su nombre,  pero a medida que va quedando menos superficie en la que mirar, mi voz va perdiendo intensidad, y ya no tengo fuerzas. Me derrumbo sobre mis rodillas, y me convierto en un niño, o simplemente despierto mi lado más humano y más real, dejando que todo el terror e impotencia que siento me invadan, comenzando a llorar irremediablemente, rogando por que me la devuelvan, rogando por que vuelva conmigo, por que esté bien, por que cuando la encuentre no sea demasiado tarde... Se me agolpan los recuerdos ante la necesidad primitiva de encontrarla, y como un oasis aparece en mi mente la imagen de su cara la primera vez que la vi. Tan desarreglada, echa un desastre, cansada, sudorosa, pero aún así la chica más guapa que había visto jamás. Apenas la tuve a un par de metros de distancia la deseé, quise hacerla mía nada más noté el efecto que tenía sobre ella, y más que aburrirme o asustarme, me embriagó. Sus ojeras tan marcadas en una piel tan pálida y perfecta me cautivaron, quise saber más de ella apenas salí de su bar. No tenía pretextos, quién era yo para alterar la vida de una camarera de un bar de mala muerte en un barrio madrileño decrépito. Esos pensamientos me acompañaron toda la tarde, pero en cuanto el sol cayó quise esperarla, en mi coche, aparcado justo en la acera de en frente de su bar. Mi mayor temor para entonces era espantarla, que pensara que era un acosador o un pervertido, pero la suerte se puso de mi lado y la caí en gracia, demasiado prepotente y chulo quizá, pero que rico fue estar dentro de ella aquella primera vez en mi coche. Y desde entonces y hasta ahora juré protegerla, cuidarla, y solo he hecho más que fallar. Ahora simplemente estoy llorando, por que no he sabido cuidarla ni mantenerla a salvo.

Miro al cielo en busca de una señal, un milagro. Por favor. Susurro.

Como en un cuerpo tan pequeño cabe tanta fuerza y coraje, siempre admiraré eso de ella, aunque quizá tampoco nunca tenga el valor de decírselo. O la oportunidad. Esa idea cruza mi cabeza como un relámpago, y hago una mueca de dolor mientras una lágrima resbala por mi rostro. Jamás en mi vida había estado tan perdido, ni asustado.

Lloro desconsoladamente al tiempo que mis manos cubren mi rostro, desconozco cuanto tiempo llevo aquí lamentándome, pero lo que al descubrirme la cara si sé, es que cuando he llegado, la luz de la fábrica abandonada de enfrente no estaba encendida. Y lo sé, porque aunque es prácticamente imperceptible, ya que solo está prendida una bombilla, alumbra lo mínimo entre tanta oscuridad. 

Soy plenamente consciente de que puede que por su mal aspecto exterior yo haya asumido que esté abandonada y no sea así y simplemente sea algún trabajador, soy consciente de que puede que si que esté abandonada pero aún así tenga un guarda que la vigila y más por la noche, soy consciente de que puede haber millones de explicaciones totalmente lógicas que aclaren por qué esa luz está encendida, pero la única razón que quiero creer que es, se llama Eva.

Me levanto casi como un resorte del suelo y me limpio la cara de lágrimas con la parte inferior de mi camiseta, no quiero que nada me nuble la vista. Muy sigilosamente pero rápida camino hacia la entrada de la nave. La valla de alambre está forzada, y las cadenas y candado que la cerraban tirados en el suelo. Dentro de la propiedad descansa aparcada una furgoneta algo antigua totalmente negra y con los cristales tintados, no tiene muy buen aspecto, y eso me da indicios de que por algún motivo voy por buen camino. Sé que voy por buen camino.

Los ventanales de la fábrica quedan a una altura demasiado inalcanzable para mi, y la ansiedad por descubrir que o quién está dentro, y sobretodo si Eva lo está, no me deja pensar una solución de como alcanzar a mirar por ellas, así que directamente decido entrar. Espero no equivocarme, y si es ella la que está dentro y está en peligro, estoy total y absolutamente preparado para hacer lo que haga falta para ponerla a salvo. Ahora más que nunca estoy seguro de que daría mi vida por ella. Haré lo que sea por traerla de nuevo conmigo. Siempre.

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d vdd q no se puede ser más sinvergüenza q yo, vaya tela... en febrero digo q voy a escribir con más frecuencia, lo juro y todo, y no vuelvo a actualizar hasta junio xd de que voy? sorry pero no contaba con 1pandemia mundial jeje 

en cualquier caso aqui os traigo capitulito nuevo q espero q os guste y le deis mazo love

diria q voy a actualizar pronto pero la vdd esq no lo sé, yo espero q sí xq a esta novela le queda poquito pa acabar, q pensais q va a pasar? o como pensais q va a acabar? dejadmelo en coments q os leo, tmb podeis ponerme verde x tardona jijiji

1besitoooooooooo


Bien Duro (C. Tangana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora