13.

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Quito el exceso de humedad de mi pelo con la ayuda de una toalla, y poco a poco el vaho del espejo desaparece y puedo ver mi rostro. El agua no hace milagros contra ojos rojos. Me pone nerviosa el hecho de tener a Antón esperándome en el salón. Es raro. Pero mentiría si dijese que no me gusta. Pero como siempre que estoy con él, no se como va a acabar la noche, quizá la pase aquí, o quizá se vaya enseguida. Quizá solo quiera hablar. La idea me decepciona, durante la ducha he fantaseado con la posibilidad de poder volver a pasar una noche con él. También existe la posibilidad de que solo quiera tener sexo y después se vaya, al fin y al cabo, en esencia, en eso consiste nuestra relación.

Me pongo el pantalón del pijama y una camiseta de tirantes blanca bastante trasparente, que deja casi plasmados en ella mis pezones, pero eso es un punto a mi favor, además, su presencia no debe alterar mi rutina. Que alegato a mi favor más barato...

Salgo del baño y recorro el pasillo hasta la cocina, pasando por el salón. Está sentado en el sofá, mirándose las manos.

- ¿Puedo fumar aquí? - Dice suficientemente alto como para que le oiga desde aquí.

- Ven.- Digo, no quiero tener que gritar esto.

Oigo crujir el sofá, y sus pasos viniendo hacía mi. Apoya su peso en el marco de la puerta, estoy de espaldas a él metiendo mi ropa sucia en la lavadora, cuando termino, me incorporo y me giro, colocándome frente a él a apenas un metro. De inmediato su mirada se dirige a mi pecho, y siento mucho calor en las mejillas. Él, por su parte intenta disimular una sonrisilla, pero paso por alto ese detalle.

- ¿Te importa fumar en la terraza de la cocina? - Pregunto.

- Pero no lo entiendo, tú fumas, ¿por qué no fumas en tú propia casa?

- Esta casa me la dejaron mis padres y ellos no me dejaban fumar a no ser que fuese en la terraza... Es por respeto, no sé...

Me mira como si fuese un bebé, pero no me dice nada. Y sin decir nada sale a la terraza. Le sigo.

- ¿Tienes un cigarro para mi? - Pregunto.

Se enciende el suyo, y entrecerrando los ojos para evitar que le entre el humo, me tiende uno y me lo enciende. 

Y permanecemos callados apoyados en la barandilla, con grandes vistas a mi barrio.

- ¿Qué hacías esperándome en la puerta de mi portal? - Rompo el silencio.

- ¿Pa' que fuiste tú al hotel? - Suelta el humo.

- Quería saber si seguías allí...

- ¿Para?

- ¿Verte? - No entiendo que le sienta mal exactamente.

- ¿ Y de paso quedarte hablando con el Sticky o que? - Guiña un ojo con el ceño fruncido mientras da una calada y me mira.

- Yo solo hablé con él porque vio que estaba preguntando por ti, así que esos humos no se a que coño vienen, tronco.- Tiro prácticamente el cigarro entero.

Y no dice nada, continúa fumando mirando para delante. 

- No me gusta que hables con otros tío.

- Pues trabajo en un bar, tengo amigos... Hablo con hombres... 

- Hombres que luego te parten la cara. - Dice, tira el cigarro y después escupe.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, un escalofrío que duele, y me parte el pecho.

- No puedo creer que me hayas dicho eso... - Consigo decir en un susurro.

Pero ni si quiera me mira. Así que sin decir nada más, me voy, dejándolo sólo.

Bien Duro (C. Tangana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora