25.

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- Me da vergüenza conocer a tu familia. - Confieso ya lista para el juicio mientras Antón aún se está abrochando el cinturón.

- De momento solo está mi madre. - Dice con aire despreocupado, como si eso solucionase algo.

- ¿Tienes hermanos? - Pregunto, cayendo en la cuenta de que no lo sé, nunca hemos hablado de cosas tan simples y comunes como esas.

- Una hermana. - Dice en tono evasivo mientras busca algo por la habitación y yo le sigo con la mirada. Finalmente lo encuentra y se lo guarda en el bolsillo. No consigo ver lo que es.

- ¿Mayor o pequeña? - Insisto.

- Pequeña. ¿Vamos? - Pregunta abriendo la puerta y girando para mirarme.

Asiento despacio, deliberando detenidamente si realmente quiero hacerlo.

Pero caigo en algo más preocupante aún.

- Oye, Antón. -Digo para captar su atención.

Me mira expectante. Esperando la pregunta.

- ¿Cuántos años tienes? - Me asusta darme cuenta de lo poco que sabemos el uno del otro.

Alza las cejas a modo de sorpresa y deja escapar una sonrisa. La pregunta le ha pillado por sorpresa.

- Tengo 29, ¿y tú Eva? - Pregunta y se que siente interés por la respuesta, por la forma tan intensa en la que me está mirando.

- 21. - Respondo sin más filigrana.

- ¿21? - Pregunta exageradamente extrañado.

- Sí, ¿por qué?

- Eres muy joven... Pensé que eras más mayor. - Dice con una sonrisa en los labios que por décimas de segundo me emboba.

- ¿Tan mal estoy? - Pregunto agobiada.

- No, no - ríe - lo digo por lo madura que eres, no sé.

No esperaba esa respuesta. No esperaba que el algún momento de su vida se haya planteado mi nivel de madurez. Siempre es difícil para mí imaginar a Antón pensando en algo que tenga que ver conmigo.

-Ah...- Me limito a contestar.

- ¿Algo más?

Niego con la cabeza .

Al salir de la habitación me doy cuenta de que las voces que antes provenían de la sala pegada a la entrada ahora vienen de otra al final del pasillo. De la sala sale desprendida una luz anaranjada muy cálida, como induciendo a entrar. Sigo de cerca a Antón por el pasillo, ya que se dirige directamente a ella.

Cuando entramos dos miradas se dirigen hacia nosotros, pero rápidamente se dirigen solo a mí. Como ya había predicho, la luz a la estancia lo da una pequeña lámpara colocada en el vértice de la L formada por los sofás que ocupan respectivamente Sticky y la que supongo, es la madre de Antón.  Es el salón y es bastante amplio. Me llama la atención la forma en la que está decorado, nada tiene que ver con la apariencia rústica del exterior. Está decorado de forma que me da sensación de vacío, solo tiene dos grandes sofás de cuero negro, una mesa de café en el espacio que se forma entre ellos, una gran mesa con 12 sillas y casi apartado un mueble con una gran tele gris. Las paredes blanca están decoradas con un gran número de cuadros de temática estilo safari.

- ¿Qué quieres mamá? - Habla Antón.

- ¿No pensabas presentarme a tu invitada? - Pregunta en un tono divertido y con una sonrisa en los labios, mirándome directamente a mi. Sonrio a modo de cordialidad.

- Ella es Eva, una amiga. - Dice simplemente.

Oigo a Sticky ahogar una risita. Antón está evidentemente avergonzado, lo que me hace pensar que jamás antes había pasado por una situación similar.

Bien Duro (C. Tangana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora