Sacrificios [KatsuDeku]

Capítulo 76 - El hombre de los ojos grises

¡Buenas noches!🥰
Lo prometido es deuda🥳, aquí tienen un nuevo capítulo de este misterioso arco.😏
Habla la autora desde la cabina🛩📢: por favor, ajusten sus cinturones y preparense, muy pronto atravesaremos por un camino con turbulencia. Pero no deben preocuparse, tenemos bolsitas de cacahuates para todos 🤭

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Ya no había duda al respecto.

El hombre debía ser aquel dolor de cabeza que impedía que la misión tuviera éxito.

Aquel con la capacidad de anticipar los movimientos e invertir la situación de cualquier contrincante.

Aquella persona por la que Bakugo no dejaba de maldecir.

El quirk de predicción.

– ¿Y? ¿Tu nombre? – preguntó con una amabilidad abrumadora, completamente contrastante con todo lo que había escuchado de él a través de Kirishima.

– Jiro. – dijo con cautela. – Mi apellido es Jiro.

– ¿No puedo saber tu nombre?

– No creo que a mi pareja le agrade que alguien me llame tan íntimamente.

Takashi guardó silencio por un momento, su mirada amable hace unos momentos se había vuelto tan severa que Jiro no entendía cuál era su verdadera molestia.

Después de unos momentos en silencio, el hombre tarareó una canción y se levantó con una risa discreta, tomando la silla vacía a su lado y sentándose mientras ordenaba un capuchino.

– Tampoco le gustará que compartas mesa con un desconocido. – parecía haber recuperado el buen humor. – Pero una verdadera pareja no deja a su compañera sola después de haber tenido tal experiencia.

– Eso es... porque nos tenemos confianza.

– La confianza no es lo mismo que la protección. Sin importar tu género, fuerza o quirk, indudablemente querrás proteger a tu pareja y él... te abandonó. Lo que me hace dudar sobre su verdadera relación.

– Nosotros somos...

– Una pareja, ¿cierto? Pero sigue sin ser suficiente. La única explicación a su distanciamiento es que hayan contraído matrimonio por obligación, al menos eso podría explicar su falta de... romanticismo.

– Tal vez seamos una pareja a la antigua. – refutó con dureza, molesta por el constante sarcasmo en cada una de sus acusaciones.

– Puede que si... pero también puede que no. De cualquier forma, sigue sin ser suficiente.

En ningún momento en el pasado Kyoka había sentido tal sensación de invasión como lo estaba sintiendo ahora.

Si estuviera en una ciudad normal, en condiciones normales, ya le hubiera dado un par de golpes a su acosador y se hubiera ido indignada, pero el pie del hombre sobre una de las patas de su silla indicaba que ya había pensado en esa posibilidad y que estaba dispuesto a actuar en caso de que se moviera.

No podía creerlo.

Su rostro aun mantenía el ceño fruncido, pero sus manos no dejaban de temblar debajo de la mesa desde que Takashi había soltado su mano.

¿Qué es esta sensación?

¿Por qué me siento tan débil?

Cualquier persona hubiera reaccionado de mala forma ante el insistente interrogatorio del hombre, pero ella seguía respondiendo a sus preguntas como si no pudiera evitarlo. En un momento se exigía dejar de hablar con él y en el otro respondía.