Doce días pasaron después de ese incidente, ambos perdidos y encerrados en su propio mundo sin que nadie ni nada interviniera, compartiendo cada minuto juntos. Comer, ver películas, bañarse, cocinar, o más bien intentar enseñarle a cocinar, y burlarse de lo catastrófico que podía llegar a ser el resultado a pesar de tener una de las recetas más fáciles de toda la comida japonesa.
Sus heridas poco a poco fueron sanando, pasando de un color verdoso pálido, llegando a púrpura y negro, y finalmente regresando a su color rosado natural. Había esperado con ansias el momento debido a que, por culpa de ellas, Bakugo a penas y lo tocaba, haciendo el amor de una manera lenta y cuidadosa y procurándolo aún más de lo que ya lo hacía.
No era que prefiriera lo rudo, aunque no podía negar la enorme diferencia entre ambas versiones, pero en todo el tiempo había sido él el que recibía mayor satisfacción, obligándolo a contenerse mientras decía "aún no te curas nerd", "dejémoslo aquí hoy", "estaré bien después de bañarme". Si estaba a su alcance hacer lo mismo por él, entonces ¿Por qué debería perder el tiempo?
Cuando finalmente se vio al espejo con un mejor color en su piel, no dudo ni un minuto en lanzarse hacia él y enviarle pequeñas señales cautivadoras. Decir "Kacchan, hagámoslo" era un nivel superior al que le costaba llegar sino estaba en celo, pero sabía cómo provocarlo y obtener lo que quería. Y claro que lo había logrado.
Se encontraba acostado a su lado, respirando con dificultad y empapado por el sudor generado durante la faena. Su mente estaba confusa y su vista un poco borrosa, sintiendo su piel palpitar sólo en ciertas zonas de su cuerpo.
– ¿Qué ocurre? – preguntó Katsuki al escuchar su risita.
– N-Nada, es solo que... pensé que no volverías a marcarme después de... eso. – respondió, sobando con las yemas de sus dedos el chupetón que posiblemente tenía en el cuello.
– Dije que no volveré a lastimarte, no que no te marcaría de nuevo. De ese modo no importa a donde quieras ir, todos sabrán que tienes un maldito dueño posesivo dispuesto a partirles el culo si te tocan.
Escuchar su posesividad era algo que le hacía sentir extrañamente reconfortado, aún en contra de su propia cordura. Se liberó de los brazos que sujetaban su cintura desnuda y se giró, besando sus labios con un poco de timidez.
A Bakugo le gustaba cuando tomaba la iniciativa de besarlo, sobre todo por la forma tan graciosa en que fruncia la nariz como un pequeño conejo asustado, sintiendo singulares contracciones en el abdomen le dio vuelta sobre la cama y se colocó entre sus piernas.
– Hagámoslo de nuevo. – dijo, al mismo tiempo en que recorría sus muslos.
Sin esperar a que asintiera comenzó a besarlo por todos lados, sacándole pequeños suspiros y quejidos, sujetó su miembro, lo bombeo un par de veces y lo colocó sobre su entrada. A penas había introducido el glande cuando su teléfono sonó despejando el ambiente erótico que habían formado.
– Déjalo sonar. – respondió, concentrado más en lamer sus abdominales que en averiguar quién lo llamaba.
– P-Podría ser importante. – alegó, estremeciéndose al sentir como era llenado nuevamente.
– Entonces marcaré más tarde.
– Kacchan... No nos han llamado en estos... en estos días... debe ser algo im-importante.
Suspirando por su insistencia, tomó el teléfono, presionó el botón de altavoz y lo aventó sobre la almohada.
– ¿Qué quieres? – preguntó, indispuesto a darle más importancia de la que debería.
ESTÁS LEYENDO
Sacrificios [KatsuDeku]
FanficHistoria R+18 KatsuDeku [-ADVERTENCIAS-] -YAOI (Chico x chico) -Contenido sexual explícito Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Kōhei Horikoshi