Dios, me duelen las piernas. Y no de la forma en que me gustaría, sino porque llevamos horas saltando como malditos canguros para intentar golpear un balón; y lo mejor de todo es que no ha servido para nada. No hay ni rastro de la nueva supertécnica que necesitamos.
Observo cómo Nathan espera su turno, pero es interrumpido por el conserje de nuestro instituto.
—Vaya, cuánta pasión por el fútbol. Vi el partido del otro día contra el Instituto Occult y me llevé una sorpresa. Fue como si viera al Inazuma Eleven de nuevo.
Mark frunce el ceño y me dan ganas de subir a esa maldita escalera en la que lleva montado todo el entrenamiento a darle un golpe por no saber de lo que está hablando.
—Espera, ¿eres el nieto de David Evans y no sabes lo que es el Inazuma Eleven? —pregunta el conserje perplejo, quien, al ver que el capitán no tiene idea, continúa—. El Inazuma Eleven fue el nombre del legendario equipo que tuvo el Raimon hace cuarenta años. Se convirtieron en uno de los mejores equipos pero, cuando tuvieron que jugar la final contra la Royal Academy, les sucedió eso...
—¿Qué les pasó?
—No tiene importancia. De todas formas, fue un equipo increíble. Eran capaces de plantarle cara a cualquier equipo del mundo. Además, tú llevas en la sangre el espíritu de ese legendario equipo.
—¿Lo dices por mi abuelo?
—Claro. David Evans era el entrenador. Jamás vi a nadie que amase tanto el fútbol.
Ahora entiendo de dónde le viene el ser un chiflado aficionado al fútbol.
Noto cómo a Mark se le empieza a subir la adrenalina por todo el cuerpo y ya sé de antemano que va a gritar emocionado incluso antes de que abra la boca.
—¡Eso es genial! Lucharé con todas mis fuerzas para conseguir algo como el Inazuma Eleven de mi abuelo.
—¿Piensas hacerlo tú solo, Mark?
El mencionado hace un barrido de todos nosotros por el reproche de Nathan, haciendo que nuestras sonrisas aumenten y una extraña sensación se instale en mi pecho. ¿A esto se referían cuando oía hablar del sentimiento de formar parte, no solo de un equipo, sino de una familia? Porque, si es así, me atrevo a asegurar que no cometí ningún error al convencer a mi hermana de venir a este instituto; quizás, puede que haya sido la mejor decisión que hayamos tomado en toda nuestra vida.
—¡Todos juntos nos acabaremos convirtiendo en un equipo tan genial como el Inazuma Eleven!
—Siento como si me hubiese pasado un tractor por encima .—se queja Blair mientras se deja caer a mi lado en la cama.Hace apenas unos minutos que llegamos a casa después de estar entrenando durante toda la tarde y ni siquiera nos hemos movido de mi cama. Ambas tenemos las piernas tan adoloridas que somos incapaces de mover un solo dedo del pie. Mi hermana no para de soltar todo tipo de quejas y maldiciones mientras yo reúno la poca fuerza que me queda para ponerme en pie y caminar hasta el baño. Veinte minutos después estamos cenando en el gran comedor de la mansión en la que vivimos solas la mayoría del tiempo. Por desgracia, nuestros padres trabajan casi todos los días, así que apenas tienen tiempo de venir a vernos. No me quejo, pues el hecho de que nuestra madre sea una de las modelos mejor pagadas del mundo y nuestro padre sea el dueño de la mayor empresa de modelos del planeta nos permite llevar una vida rodeadas de lujos desde nuestro nacimiento. Obviamente, odio tener que pasar tanto tiempo alejada de ellos, pero respeto su oficio y me conformo con poder compartir un par de días al mes todos juntos.
Al principio, a la que más le costaba pasar la mayoría del día sola era yo; sin embargo, a medida que fuimos creciendo, me adapté a la situación y comencé a parecerme más a Blair. Ella era más independiente y solitaria. Disfrutaba la tranquilidad que le daba estar en su habitación sin ningún cuidador o empleado pululando a su alrededor y siempre la he admirado por eso. Yo era más de pasar horas deambulando por los amplios jardines que posee la propiedad. De ahí nació mi interés por el fútbol.
Un día, decidí escaparme un rato a dar una vuelta por la ciudad. Tampoco me alejé mucho, solo lo suficiente como para encontrar un campo en el que varios niños daban patadas a un balón. Me quedé tan fascinada que, al volver a casa, le pregunté a mi niñera sobre aquel deporte y ella, que resultaba ser aficionada a ello, me lo explicó todo. Allí, con apenas ocho años, una pasión por aquel mágico deporte plantó una semilla en mi interior que pronto germinó, creando lo que soy ahora. Una maldita obsesa del fútbol.
En algún momento, mi hermana me pilló entrenando en el campo de nuestra propiedad y decidió unirse por probar. Lo que no sabía es que ese mismo día caería en las garras del deporte de la misma forma que yo.
—¿En qué piensas?
Sus palabras me devuelven a la realidad. Por lo visto me he quedado callada en mitad de la cena y me he sumido demasiado en los recuerdos de mi pasado.
—Nada. Solo recordaba buenos tiempos.
—Uy, cuidado, fósil de dinosaurio .—su burla hace que me ría sin control. Me encanta mi hermana, es simplemente única.
—Si yo soy un fósil de dinosaurio, ¿tú qué eres?
—Yo solo sé, que no sé nada .—se excusa encogiéndose de hombros.
—Ya estamos con las frasecitas .—suspiro, fingiendo estar molesta.
—Cállate.
Terminamos de cenar en silencio, excepto por alguna risilla que soltamos de improvisto. Y por si lo preguntáis: no, no nos reímos por alguna razón en específico; simplemente tenemos el humor tan roto que hasta el vuelo de una mosca nos hace descojonarnos. Nunca dije que fuésemos normales.
—¿Crees que lograremos crear esa nueva supertécnica? —el sonido de su voz me saca de mi ensimismamiento.
Su pregunta no me pilla por sorpresa. Blair y yo somos dos malditos polos opuestos. Ella siempre fue la negativa pesimista y yo, la alegre optimista que se encarga de darle a ella la confianza que necesita como para creer que puede salir bien. Y, desde luego, esta vez no va a ser diferente.
—No lo creo. Lo sé .—aseguro en tono firme—. Y tú también tendrías que saberlo. Además, recuerda que nadie sabe acerca del resto de nuestras supertécnicas. Entre las dos tenemos seis y, de momento, solo conocen una; así que podemos usar eso a nuestro favor.
—¿Piensas decírselo al equipo o vas a sorprenderlos en mitad del partido?
La sonrisa arrogante abarca mi rostro ante su pregunta. Me encanta que me conozca a la perfección.
—Creo que ya sabes la respuesta, hermanita. Siempre me ha gustado ser el centro de atención y eso nunca va a cambiar.
La mellizas Daynight han vuelto. Y lo van a hacer ofreciendo un show tan magnífico, que estudiará en los libros de historia.
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Tan compatibles / Axel Blaze y tú
FanfictionNueva vida, nuevo instituto y, posiblemente, nuevo equipo. Esos eran los pensamientos de Grace Daynight cuando decidió trasladarse al instituto Raimon junto a su melliza, Blair. Lo que no se esperaba es que acabaría jugando en el Raimon, un equipo l...