8. Y seguimos dando saltos

242 19 0
                                    

¿He mencionado que odio permanecer aparte en un entrenamiento? Pues ahora me encanta. Sobre todo cuando veo cómo mis compañeros vuelan de uno en uno tras ver cómo un neumático impacta contra ellos a una velocidad sobrehumana. Según ha dicho Kevin, es un nuevo entrenamiento para soportar las embestidas del contrario. Agradezco el haber demostrado no necesitar pasar por esa prueba, porque creo que no hubiese durado ni dos golpes.

Mark, Blair, Axel y yo estamos apartados del grupo, así que aprovecho el momento para dar mi posible explicación de la nueva técnica.

—Chicos, ¿puedo molestaros un momento?

—Tú nunca molestas .—murmura alguien y, cuando me giro, se me para el corazón al darme cuenta de que ha sido Axel. Dios, mi pobre corazoncito va a explotar entre lo de ayer y esto.

—Ehh, de acuerdo .—tartamudeo. De inmediato tomo aire y me recupero del estupor—. Es acerca del cuaderno secreto. 

Los tres se centran en mí a la espera de que hable, pues antes les dejé con la intriga en la sede del equipo.

—Creo que tengo una idea .—tomo un palo y comienzo a dibujar en el suelo mientras presento mi plan—. Puede que sea así: una persona salta lo más alto que pueda; después, otra persona salta a la vez y se impulsa en el primero para tomar más altura y, ahí, realiza un tiro a puerta sin oposición. 

Cuando termino, miro a Mark en busca de su aprobación, pero me lo encuentro mirándome con la misma fascinación con la que un niño pequeño observa un caramelo. Contengo una risa a duras penas.

—¡Es genial! Estoy seguro de que mi abuelo se refería a eso. 

—¿Y has conseguido descifrarlo tú sola en apenas unos minutos? —se sorprende Axel, quien pasa a mirarme con la misma admiración del castaño, solo que un poco más disimulado—. Eso sí que es ser inteligente.

¿Oyen eso? Me ha felicitado. Axel Blaze acaba de darme un cumplido. Ya puedo morir en paz.

—Puf, por algo era uno de los mejores jugadores de mi antiguo equipo .—el que habla es mi ego, no yo. Si le tocase hablar a la Grace de siempre, hubiese tartamudeado unas veinte veces o, quizás, ni siquiera hubiera podido abrir la boca. Por ello me encanta mi parte egocéntrica. Siempre sale a mi rescate cuando lo necesito.

Una sonrisa de medio lado aparece en su rostro y, en ese momento, creo estar casi segura de que estoy muy jodida. ¿Es cierto lo que dicen acerca de los daddy issues? Según he escuchado, los niños que tienen padres ausentes, obtienen un ligero trauma por la falta de presencia paterna o materna. Bueno, pues, concretamente, los que tienen daddy issues desarrollan síntomas a lo largo de su vida, como el encariñarse con cualquier persona que les muestre atención. Yo no diría que tengo unos daddy issues muy bestiales, pero sí que cumplo con ciertas características. Una de ellas: tener la suerte o la desgracia de enamorarme en un pestañeo. Aunque también admito que no soy tan fácil de enamorar, pero es que Axel ha llegado a otro nivel.

—¿Y quién se encargará de rematar? —curiosea Blair.

—Obviamente, el único capaz de rematar a puerta en mitad del aire .—el castaño apunta con el dedo al rubio cenizo, que lo mira entre sorprendido y agradecido—. Tú, Axel Blaze, serás el encargada de hacer esta técnica junto a...

Alguien cruza el cielo tras estampar contra el neumático y, difícilmente, consigo reconocer a Jack.

—Junto a Jack Wallside.

Nos dividimos en tres grupos durante el resto del entrenamiento. Mark, Celia y Silvia se quedan con Jack, quien se ha puesto un par de neumáticos encima para mejorar su potencia de salto junto al capitán. Nathan, Kevin, Blair y yo nos encargamos de ayudar a Axel, turnándonos por parejas para impulsarle hacia el cielo, simulando ser el apoyo que le dará Jack una vez logren hacer la técnica. El resto del equipo continúa con el plan especial para mejorar su resistencia a las embestidas del contrario.

Apoyada en un árbol, observo cómo Nathan y Kevin se preparan para lanzar a Axel por los aires y, cuando este alcanza la altura máxima, patea el aire simulando que hay un balón y cae en picado. Y cuando digo que cae en picado, es literal. En unos segundos, el cuerpo del rubio impacta contra el suelo y, enseguida, los cuatros estamos a su alrededor preparados para ayudarle; pero él nos aparta con la mano.

—Aún tengo que llegar más alto.

Joder, mira que pensaba que yo era cabezota, pero veo que este chico llega a mi altura. ¿Lo pilláis? Altura. Porque está saltando. Ha sido un chiste muy bueno, admitidlo.

Al caer la noche, todos estamos jadeando y casi sin fuerzas. Los dos más afectados son, claramente, los implicados en la nueva técnica; y, cuando Axel impacta contra el suelo por millonésima vez hoy, me es inevitable correr hacia él preocupada y enfadada a partes iguales. 

—Vamos a descansar de una maldita vez. Estás hecho polvo, Axel .— le regaño.

—Lo mismo te digo.

Tiene razón. En algún momento del entrenamiento me ofrecí como voluntaria para alternarme con él para saltar con el fin de ver si alguien conseguía llegar a la altura y aterrizar sin matarse en el intento. Las piernas y la espalda me dan tantos pinchazos, que empiezo a pensar que me he clavado miles de astillas a la vez. Pero, obviamente, no pienso flaquear bajo ningún concepto.

—Bah, esto no es nada. Tú sí que estás fatal.

—Yo también estoy bien. Esto no es nada .—contraataca orgulloso, sacándome una sonrisa.

—¿Estás seguro, Axel? —cuestiona Nathan.

El silencio del mencionado sirve como respuesta, así que todos nos ponemos en pie menos mi hermana, que se queja visiblemente cansada.

—Estáis todos enfermos.

—No contradigo verdades, hermanita.

Por fin, en el último intento, Axel realiza el salto y el aterrizaje a la perfección. Suspiro aliviada al no tener que arriesgar más nuestra vida, pero la alegría no dura mucho, pues el rubio se desmaya y, si no llego a sujetarle a tiempo, se hubiese caído de bruces contra el suelo. Le tumbo con cuidado en la tierra y espero a que abra los ojos, lo que parece costarle demasiado trabajo a sus músculos, que llegaron a su límite hace tiempo.

—Serás cabezota .—murmuro—. Deberías haber parado hace rato en lugar de ver hasta dónde aguantabas. Podrías haberte lesionado.

—¿Me estás regañando por preocuparte? —pregunta con un tono que no sé identificar; es una mezcla entre vacilación y sorpresa, pero consigue hacer que me sonroje de nuevo y el ego se apodere de mí.

—¿Estás de coña? Solo me molestaba que te lesionaras por ser tan terco y me tocara hacer el doble de trabajo por tener que cubrir tu puesto.

¿Lo he dicho en serio? Sí. ¿Lo pienso de verdad? No. ¿Alguno de los dos se lo ha creído? Por la mirada que me dedica, estoy segura de que se ha visto a leguas que se me ha parado el puto corazón cuando he visto que se iba a desplomar. En fin, cosas del amor juvenil.

Kevin viene a ayudarme a levantar al herido y, cuando busco con la mirada a los otros dos para que se acerquen, lo que presencio me deja tan plantada en el sitio que creo por un momento que he vuelto a caer en el mal de ojo del Occult. Pero eso no es lo que pasa. Lo que de verdad ocurre es que Nathan y mi hermana están hablando. Ambos parecen dos tomates representando a la timidez personificada, pero eso da igual. Mi hermana, mi tímida y callada melliza está hablando con Nathan, que, supuestamente, suele ser de los más sociables del equipo; sin embargo, ahora parece que el chico extrovertido al que estamos acostumbrados se ha marchado al compartir el mismo oxígeno que Blair. También hay que decir que, si yo estuviera en su lugar, también me quedaría prendado de mi hermana. ¿Qué puedo decir? Es una rubia de ojos azules calladita, pero matona. Además de que parece una diosa griega. Es una de las pocas cosas en las que nos parecemos.

Bueno, ahora parece que Blair se está riendo por algún chiste que ha hecho el peliazul, quien, cabe destacar, la mira absorto como si fuera la cosa más increíble y hermosa del mundo.

Lo que yo decía, cosas del amor juvenil.

Tan compatibles / Axel Blaze y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora