15. Tremenda antena parabólica

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Día del partido

Dios, tengo agujetas hasta en lugares donde no sabía que se podían tener. Pero bueno, supongo que realizar esa tortura a la que llaman entrenamiento a diario servirá de algo. O eso espero.

—¿Seguro que eso es un campo de fútbol? —cuestiona Steve y la verdad que pensaría lo mismo que él si no fuese porque no es la primera vez que vengo aquí.

—Claro que sí. Esas antenas no influyen en el fútbol para nada. Vamos.

Nos adentramos en el instituto hasta llegar a los vestuarios. Joder, la cara se me pone roja al darme cuenta de que tendré que compartir espacio con todo el equipo en ropa interior. Aunque, siendo sinceros, lo que me pone nerviosa es ver a Axel y que él me vea a mí. No entiendo porqué me ha dado esta vergüenza de repente si siempre estuve rodeada de chicos en mi antiguo club. Ah, sí. En mi antiguo club no había un delantero rubio malote que me vuelve loca con una simple mirada. Mierda de vida. 

Antes de que pueda arrepentirme, entro a la sala y me voy a una de las esquinas junto con Blair, que parece sufrir lo mismo que yo, solo que a ella le afecta la presencia del peliazul. Nos miramos a la espera de una señal para cambiarnos, así que me armo de valor y me quito la camiseta, quedando en sujetador. Mi hermana se acobarda y decide cambiarse en el baño, por lo que me quedo sola cuando las miradas recaen en mí. Algunos se sonrojan, otros se quedan fascinados y unos pocos deciden mirar a la pared más alejada de mí. Estoy apunto de quejarme cuando la voz de Axel resuena con autoridad.

—¡Apartad los ojos de ella! ¿Es que nunca habéis visto a una chica en sujetador?

Todos apartan la mirada avergonzados ante el reproche del delantero, que se traslada a mi lado mientras termino de cambiarme. Estoy tan sorprendida que no soy capaz ni de agradecerle por lo que ha hecho por mí, pero, aun así, me regala su media sonrisa característica.

—Gracias, Axel .—murmuro poco después, tan bajo que temo que no me haya oído, pero clava su mirada en mí con tal fuerza, que el cuerpo me empieza a abrasar.

—¿Por qué?

—Por concederme un poco de privacidad. No tenías porqué hacerlo.

—Claro que tenía que hacerlo .—asegura y, cuando creo que no va a decir nada más, escucho su voz de nuevo tan cerca de mi oído, que me es imposible no estremecerme—. No quiero que se queden mirando a mi chica demasiado tiempo.

Joder.

Joder.

Joder. Joder. Joder.

No lo ha dicho. Dime que no acaba de decirlo. 

Axel acaba de trastocar todos mis malditos esquemas con una sola frase. «No quiero que se queden mirando a mi chica demasiado tiempo». Es que, de todo lo que pensaba que era capaz de decirme, eso no entraba ni en el top diez mil. Y lo sé. Sé que debería enfadarme el hecho de que hable de mí como si le perteneciera cuando ni siquiera hemos mantenido una charla en condiciones y apenas nos conocemos. Pero, no sé cómo mierda lo hace, que me quita la capacidad de razonar y hace que me replantee todo lo que pensaba acerca de mis gustos en cuanto a chicos. Porque, joder, el maldito tono que ha usado y la mirada ardiente que me ha echado me han puesto a tal grado de calentura, que temo empezar a arder en llamas de un momento a otro.

Por suerte o por desgracia, mi cordura hace acto de presencia y toma un poco las riendas de mi cuerpo. Me acerco a él con molestia mientras se limita a seguir mirándome con esa maldita mirada que dice demasiadas cosas a la vez.

—Escúchame bien, Axel Blaze. Por mucho que te agradezca que hayas conseguido quitarme la presión de sus miradas de encima, eso no te permite tener esa actitud. No soy tu chica. Ni siquiera soy tu amiga, porque, por si no te acuerdas, no hemos mantenido una sola conversación que no tenga que ver con el equipo. ¿Apenas nos conocemos y esperas que te permita que tengas esa posesividad? Pues te voy avisando que, si quieres llegar a eso conmigo, vas a tener que trabajar un poco más.

Su anterior confianza se ve sustituida por la sorpresa al escuchar mis palabras. Abre la boca para decir algo, pero me marcho de inmediato cuando Blair emerge del baño antes siquiera de que pronuncie una letra. 

Mi hermana enarca una ceja en busca de una explicación a mi aspecto en cuanto salimos del vestuario, pues seguramente mantengo el color rojo en todo mi rostro.

—Luego te cuento.

El pitido anuncia el comienzo del partido

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El pitido anuncia el comienzo del partido. Axel saca desde el centro, pasa a Kevin y, de inmediato, corren hacia el campo rival flanqueados por Blair y por mí en las bandas. Esperamos que el Brain presione, pero se quedan parados y dejan que pasemos de largo. Demasiado sospechoso. El portero grita que cambien de formación y, en un suspiro, Axel está rodeado por contrarios. El balón le vuelve a Kevin, que usa el Remate Dragón; sin embargo, este no surte efecto, pues se ve repelido por la defensa contraria. Ya empiezan con sus malditas formaciones. Odio a estos tíos.

El rival empieza el contraataque, pero Nathan consigue adelantarse y robar la pelota antes de pasársela a Sam, que ve cómo se la roban de nuevo. Blair y yo corremos para ayudar, pues nuestros defensas taponan a un jugador y Mark se fija en el otro, pero nadie se percata de que uno de sus delanteros se cuela por la otra banda. Cuando este recibe el pase, mi hermana corta la jugada y recupera el balón. Me lo pasa enseguida y emprendemos el camino hasta el campo contrario. Nathan recibe mi pase y, al ver el desmarque de Axel, le termina dando el balón para que realice su Tornado de Fuego. La actitud confiada de Thomas deja ver que cree tenerlo controlado, pero no se espera que su Campo de Fuerza Defensivo no sea del todo efectivo y el balón impacte contra su pecho. Logra despejarlo a duras penas, pero nadie se da por vencido. Axel y Kevin usan el Tornado Dragón, que se ve neutralizado, y, después, Jack se une para realizar el Trampolín Relámpago. Pero ninguna de las dos surte efecto. Veo que tendré que ocuparme yo misma. Corro para recoger el rechace y, pillándolos a todos por sorpresa, realizo mi Disparo Solar. Mi sonrisa aparece cuando el portero asume que es un tiro cuando, en realidad, es un pase directo a mi hermana para que lo combine con su Remate Lunar. Esta vez, ni la técnica imbatible de Thomas es capaz de parar nuestra técnica combinada. Quizás el hecho de que hayamos usado nuestras máximas potencias haya tenido algo que ver y, por la mirada que nos dedica el capitán contrario, sé que él también se ha percatado del aumento considerable de potencia.

—Te lo dije, Thomas. Nunca subestimes a alguien, no sabes lo que es capaz de hacer con la motivación adecuada.

Tan compatibles / Axel Blaze y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora