11. Duelo en el Zoo

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Dios, ¿cómo pueden ser capaces de gritar tanto? 

Los alumnos del Instituto Wild que han venido a animar a su equipo llevan alrededor de una hora gritando sin parar y la cabeza me va a explotar de un momento a otro. 

Estamos en nuestro banquillo desde hace un rato. Mark nos está dando una charla para motivarnos pero la moral del equipo está por los suelos al no tener a nadie apoyándonos. Es como estar en un coliseo rodeados de gente clamando por nuestra sangre, seguros de que no sobreviviremos al enfrentamiento contra el león. Y, la verdad, eso me enfurece mucho; sobre todo si añadimos el hecho de que mis compañeros están tan cabizbajos que muestran una debilidad que ni por asomo pienso consentir. Por ello, camino al centro del círculo y tomo el lugar que ocupa nuestro capitán, alzo la voz y me aseguro de que todos presten atención a lo que voy a decir; pues, si algo se me da bien, es liderar a un grupo, y eso es justo lo que voy a hacer ahora mismo.

—Mirad, es mi segundo partido vistiendo esta camiseta, así que no estoy en posición de opinar .—comienzo tranquila a pesar de lo mucho que me enfurece su actitud derrotada—. Pero voy a ser clara. Si me uní a este equipo, no fue por vuestra potencia o fortaleza; en ese caso me hubiese quedado en mi antiguo club. La razón que me motivó a formar parte de esto fue ver el partido contra la Royal Academy; ver con mis propios ojos cómo un equipo que estaba, literalmente, tirado en el suelo, se levantó simplemente con un par de palabras de Mark. Ese efecto que tuvo una sola persona, eso fue lo que de verdad me llevó a unirme .—voy pasando mi mirada por todos los presentes, incluidos mi hermana y Axel, al que le noto una ligera sonrisa en la cara—. Por eso no entiendo porqué narices estáis con ese pesimismo, como si aceptaseis una derrota de un partido que ni siquiera ha empezado. Se supone que sois el Raimon; ese que nunca, bajo ninguna circunstancia, se permite siquiera pensar en el empate. ¿Qué mierda tenéis en la cabeza? .—mi enfado va creciendo según hablo, lo que queda reflejado en la palabrota que uso por primera vez en su presencia. Eso parece sorprenderlos, incluso a Axel, aunque su sonrisa sigue permanente—. Yo no quiero tener unos compañeros como vosotros. No quiero jugar con unas personas que piensan en la derrota en vez de en la victoria. Que se creen lo que la gente dice de ellos. Si el resto quiere pensar que somos débiles, dejar que lo hagan. Cuando les sorprendamos y les demostremos lo que el Raimon es capaz de hacer, ahí cambiarán su opinión hacia nosotros.

Termino mi improvisado discurso casi sin aire. Juro que no se escucha ni el vuelo de una mosca durante varios minutos y, cuando me giro para descubrir la razón del silencio del público, resulta que se han callado para escucharme. Y el micrófono que descubro a pocos metros de mí me confirma que mis palabras se han transmitido a través de las decenas de altavoces que rodean el estadio. Joder, mi vida mejora por momentos.

De repente, un solitario aplauso resuena en el espacio, seguido de varios más hasta que, en menos de treinta segundos, todos los presentes me están aplaudiendo y vitoreando, incluido mi equipo. Al voltearme, Mark me mira con la misma adoración que expresó cuando le expliqué mi idea para el Trampolín Relámpago. La felicidad me recorre el pecho al ver cómo la moral de mis compañeros ha pasado de estar en el subsuelo, a rozar el mismísimo Olimpo. Pensaba que me odiarían después de regañarles de tal forma, siendo apenas una novata, pero el efecto que ha surtido ha sido el que deseaba el capitán. Ahora, todos confían en ellos mismos y en el resto, tal como debe ser. Y, no es por parecer egocéntrica, pero, sin mí, varios seguirían aún con una depresión severa.

—Además, sí que tenemos a alguien animándonos .—recuerda Mark mientras señala a tres chicos, entre los que reconozco a uno muy parecido a Jack, solo que con el pelo en forma de cono en lugar de estar redondeado.

—¡Vamos Raimon! —gritan al unísono repetidas veces.

—¡Ese es mi hermano Jack! ¡Confío en ti, hermanito!

El pobre mencionado pone una cara de pena. Deduzco que tendrá mucho que ver con que aún no hayan logrado la nueva técnica, por lo que me acerco a él y coloco una mano en su brazo, pues su hombro queda un poco lejos de mi alcance. Desventajas de ser algo bajita.

—Como ha dicho tu hermano, confiamos en ti, Jack. Todos lo hacemos .—aseguro, mirándole a los ojos—Y, créeme, he estado segura de pocas cosas en mi vida, pero el que vayas a lograr esa técnica durante este partido es una de ellas.

No espero respuesta, sé que mis palabras lograrán su objetivo tarde o temprano. Y, mientras le consiguen la confianza que le falta, el resto nos encargaremos de que no pasen del centro del campo. O al menos lo intentaremos con todas nuestras fuerzas.

Tras la llamada de Mark, corremos al campo y ocupamos nuestras posiciones. No puedo evitar lanzar una mirada al banquillo, donde Bobby está sentado con los brazos tras la cabeza en su pose habitual que da la impresión de que nada le importa. Pero, a diferencia del resto, tanto Blair como yo le conocemos mucho, quizás demasiado; así que, cuando me fijo y veo que tiene un ojo entrecerrado observando el partido, sé que trama algo. Cuando jugábamos en la Royal Academy, si a él le tocaba estar de suplente, nos ignoraba por completo hasta que llegaba su turno de jugar. Por eso me resulta tan sospechoso que ahora decida prestar atención por primera vez en su vida. Anoto mentalmente indagar sobre ello, pues el pitido resuena en mis oídos, cortando mis pensamientos y poniendo de inmediato mis músculos en tensión a la espera de que Axel saque.

El grito primitivo que emite el entrenador del Wild me asusta, aunque no me sorprende ver que su equipo lo entiende. Cuando dije que eran animales, lo decía totalmente en serio. Pero, en vez de creerme, prefirieron reírse de mí como si estuviera loca. Pues bien, ahora han podido comprobar por ellos mismos que yo llevaba razón.

Nos empezamos a mover hacia el campo contrario con Kevin a la cabeza, quien hace un pase hacia arriba para que Axel remate, pero, antes siquiera de que pase, yo ya sé que Hugo va a neutralizarlo. Así que opto por retroceder e ir a presionar para recuperar el balón de inmediato, pero el rival me supera en velocidad. Mierda, no recordaba que fueran tan superiores a nivel físico. En menos de un minuto, el Wild remata por primera vez a puerta con el Ataque de Cóndor. Mark intenta pararlo, pero resulta que no era un tiro, sino un pase, pues otro jugador lo combina con su Remate Tarzán. Afortunadamente, nuestro portero usa el Despeje de Fuego y el balón pasa a estar en los pies de Nathan. Este pasa a Axel, quien, al estar rodeado por tres contrarios, termina haciendo un desmarque a Kevin. Este se prepara para usar su Remate Dragón al instante y juro que el corazón se me para al ver cómo un jugador imita a una bola de demolición e impacta contra mi compañero, mandándolo por los aires. 

Todos corremos casi frenéticos para ver el estado en el que se encuentra y se nos cae el alma a los pies cuando Silvia informa que sufre una esguince que le impedirá jugar. Realizamos un cambio bastante arriesgado: Bobby entra al campo y ocupa la defensa, permitiendo que Jack suba a la delantera a ocupar el puesto libre. 

En ese momento, me basta cruzar una mirada con Blair para saber que está lista para hacer todo lo que le pida. Sonrío y, al leer mi mente de la forma en que solo nosotras dos sabemos comunicarnos, retrasa un poco su posición para quedar oculta a la vista de los contrarios, tal como necesito. Respiro hondo y me mentalizo de lo que vamos a hacer. Ya tengo todo el plan calculado al milímetro, solo necesito que me obliguen a ponerlo en marcha. Y, cuando suceda...

Entonces empezaremos a demostrarles quiénes son las verdaderas mellizas Daynight.

Tan compatibles / Axel Blaze y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora