20. ¿Por qué despierto abrazada a alguien?

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Qué bonito cielo. Y en qué nube más cómoda estoy tumbada. Y qué calorcito me está dando el peluche al que estoy abrazando.

Espera. No estoy viendo ningún cielo porque estoy en una habitación que, por cierto, estoy segura de que no es la mía. Abro los ojos para comprobarlo y, al hacerlo, descubro también que no hay ningún peluche. Estoy abrazando a Axel. Joder. Parece que no hemos sido capaces de movernos, pues conservamos la misma postura que adoptamos al acostarnos.

Me mantengo inmóvil por miedo a poder despertarle, pero, cuando alzo la cabeza para mirarle, me encuentro con esos ojos negros fijos en mí. Ala, ya empiezo el día sonrojada. Genial.

Una sonrisa tierna aparece en su rostro aún adormilado que hace que quiera lanzarme a llenarle la cara de besos, pero me limito a devolverle la sonrisa.

—Buenos días, Grace.

Vale, ¿habéis oído que los chicos suelen tener una voz muy grave cuando están recién despiertos? Pues no os hacéis una idea de lo sexy que puede llegar a resultar escuchar a Axel con esa voz ronca.

—Bu-Buenos días, Axel.

—¿Qué tal has dormido?

Bastante bien gracias a estar toda la noche sobre tu pecho.

—Bien. ¿Y tú? ¿Te he molestado?

—Qué va. Tengo un sueño bastante profundo; así que, aunque hubieras hecho algún ruido o algo, no me habría enterado.

—Pero si ni siquiera hemos cambiado de postura .—nada más salir las palabras de mi boca, mi mente se encarga de darles otro sentido que provoca el aumento de mi vergüenza y, con ello, del sonrojo.

Él parece haber entendido lo mismo que yo, pues enarca una ceja y esboza su media sonrisa burlona.

—La próxima vez te enseñaré todas las posturas que conozco, tranquila.




***


¿Alguna vez os habéis sentido observados? Pues, desde que hemos aparecido en el instituto, conozco esa sensación más de lo que me gustaría. A ver, entiendo a la gente, la verdad. No es muy normal ver a dos jugadores del equipo de fútbol (del que, además, somos estrellas bastante conocidas) viniendo juntos; lo que hace obvio el hecho de que hemos estado juntos por la noche, pues yo siempre llego junto a mi hermana y él va como lobo solitario. En fin, no nos queda otra solución que caminar por el sendero principal, del que nos desviamos para ocupar la sombra que proyecta uno de los árboles sobre el césped. Ayudo a Axel a sentarse, ya que aún sigue usando esas molestas muletas que le dificultan el movimiento, y me siento a su lado, con nuestros hombros rozándose en el proceso. 

Esto, lejos de ser incómodo, es bastante reconfortante, pero una magnífica idea cruza mi mente. Me apoyo en las manos, alzo el culo y me pego más al rubio, que se tensa inmediatamente al sentir cómo reposo mi cabeza en su hombro con total familiaridad; pero, tal y como ocurrió anoche, apenas le toma unos segundos acostumbrarse al tacto y relajarse. 

El sonido de los pájaros, la leve brisa otoñal y el contacto con Axel me relajan de tal forma que acabo cerrando los ojos para disfrutar de la tranquilidad que me invade. Pasan varios minutos hasta que siento un leve roce en mi mejilla. Abro los ojos, encontrándome con esos ojos negros que estoy empezando a añorar cada que no los veo. De inmediato, esa atracción que parece perseguirnos en todo momento hace acto de presencia, obligando a nuestros cuerpos a juntarse aún más mientras nuestras caras recortan centímetros poco a poco. Apenas unos centímetros más y nuestras bocas se encontrarían, si no fuera porque la voz de alguien nos alerta. Nos separamos de un brinco, poniendo tanta distancia entre nosotros como nos es posible, y ambos miramos a cualquier parte menos al otro en un intento fallido de disimular. Cuando la voz se hace más fuerte, los dos miramos al frente para ver a nuestro invasor. 

Mark se acerca a nosotros agitando una mano a forma de saludo, seguido de Blair y Nathan, que van riéndose de alguna broma privada entre ellos. No me pasa desapercibida la forma en que el rostro de mi hermana se inunda de alegría y me es imposible no alegrarme por ella; sobre todo al girar un poco la vista y descubrir cómo la cara del peliazul se ilumina al escuchar la risa de la rubia. Igual que la última vez que vi cómo la contemplaba, parece que esté viendo a un ángel y se sienta bendecido por tenerla frente a él. Una risita amenaza con escapar de mis labios al percatarme de que Nathan está, literalmente, embobado mirando a Blair; tanto que se tropieza con una rama y, si no fuera porque los reflejos de la rubia le permiten agarrarle del brazo a tiempo, el peliazul se habría caído de cara contra el suelo. 

Para cuando los tres llegan hasta nosotros, yo ya he ayudado a Axel a ponerse en pie. Blair nos echa una mirada que dice a gritos que sabe lo que estábamos apunto de hacer y enseguida Nathan nos dedica el mismo gesto, mientras Mark parece ajeno a la situación. Siempre tan inocente.

—¿Interrumpimos algo? —nos pica la rubia mientras enarca una ceja y se cruza de brazos.

—¿Qué? No-no, nosotros no-

—Aquí no pasaba absolutamente nada .—por el tono que usa Axel, da la sensación de que le han arrancado esas cinco palabras desde lo más hondo de su garganta, cosa que me confunde de sobremanera.

Antes de que pueda preguntarle a qué se debe ese cambio repentino en su comportamiento, el rubio se aleja de nosotros a tal velocidad, que parece que esté participando en una carrera con muletas. 

Me giro hacia el resto, que poseen la misma expresión confundida que tengo yo. Ninguno menciona nada acerca del reciente suceso, pues hacemos una especie de promesa silenciosa de no sacar el tema. 

Optamos por la mejor opción: caminar los cuatro juntos en dirección a clase haciendo bromas para intentar deshacernos de la tensión instalada en el ambiente. En algún punto de nuestra conversación, nos centramos en planificar el próximo partido. Todos coincidimos en que, no sabemos porqué, pero tenemos un cúmulo de emociones que no somos capaces de identificar al cien por cien, pero que me dejan varias preguntas con respuestas bastante claras en mi cabeza.

¿Estamos nerviosos? Desde luego que sí.

¿Tenemos miedo de lo que pueda ocultar el Instituto Otaku? Mentiría si dijera que no.

¿Estamos inseguros acerca de nuestra victoria? Jamás.

Tan compatibles / Axel Blaze y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora