18. Esto es el paraíso de todo otaku

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Joder, nuestra vida es una mierda.

Resulta que no bromeaban cuando dijeron que tendríamos que atender a los clientes. Lo malo es que no nos han tocado unos clientes cualquiera. Por supuesto que no. Eso sería mucho pedir. Ahora mismo estamos tomando nota a nuestros compañeros mientras estos, o se mueren de la vergüenza o nos miran fascinados (caso de Nathan con Blair) o, para recordarme lo desgraciada que soy, apuntan sus teléfonos en mi dirección. Los más inteligentes disimulan como si estuvieran haciendo fotos al lugar, aunque yo ya sé que, en este momento, yo ya no soy una persona, sino un lugar por lo que parece.

Cuando veo a Max llevarse el móvil al oído y se pone a hablar con alguien, me enfado tanto que me acerco a él y le arrebato el aparato para ver a quién narices estaba llamando.

—¿Quién mierda eres?

—Hola, Grace.

No. Esto no me puede estar pasando. 

Lo que yo decía, soy una maldita desgraciada.

—¿Axel?

—El mismo.

—¿Por qué te ha llamado Max?

—Porque cierta jugadora de mi equipo ha cambiado de aspecto. ¿Sabes algo al respecto?

—Esas fotos que han hecho han sido para mandártelas a ti, ¿verdad? —susurro con la cara completamente roja de pensar que el móvil de Axel ahora está plagado de fotos mías con un ridículo traje de doncella.

—Puede .—confiesa y, por el tonito que usa, sé que está conteniendo una sonrisa—Pero, si tú me dices que las borre todas ahora mismo, lo hago sin rechistar. Es una broma graciosa, pero deja de serlo en el momento en que te incomoda o te molesta, Grace. 

¿Oyen eso? Es mi corazón dando brincos de felicidad por lo tierno que puede llegar a ser este chico. Y eso que se esfuerza por ser un chaval frío y sin sentimientos. 

El sonrojo de mi cara se intercambia por la sonrisa más conmovida que he puesto en toda mi vida, pero es que no lo puedo evitar. Me encanta cuando los chicos hacen este tipo de cosas. Y sé que no debería endiosar su comportamiento, porque es como debería ser cualquier otro chico, pero, por desgracia, esto solo pasa si tienes la suerte de toparte con una buena persona. Para mi suerte, he ido a encontrar al mejor chico que podría desear.

—¿De verdad? ¿Lo harías si te lo pido?

—Dijiste que tendría que trabajar duro para conseguir que pudiera llamarte mi chica, y por algo tengo que empezar.

Y dice ese apodo así, como si nada. Como si no fuese consciente del vuelco que me da el corazón al escucharlo.

Le doy vueltas a la propuesta, pero mi cerebro toma una decisión mucho antes de que me dé cuenta. 

—Sabes, te voy a otorgar el honor de poseer fotos mías .—hablo con el tono arrogante y la sonrisa socarrona que me caracterizan—. Tómatelo como una bendición exclusiva para tu galería .—no tardo en escuchar su risa al otro lado de la línea; supongo que, al contrario de lo que ocurre con el resto de personas, a él le gusta cuando me pongo modo egocéntrica. Chicos, quién los entiende—. Ah, por cierto, no las uses para tus cosas privadas, Axel. No es bueno usar a una compañera para eso.

Sé que ha pillado la referencia, y el cómo se le escapa un jadeo de sorpresa me lo confirma. Mi sonrisa se intensifica ante eso.

—Adiós, Axel. Espero que disfrutes la bendición.

Tras colgar el teléfono se lo devuelvo a Max, que me mira, junto al resto del equipo, intrigado por saber lo que he hablado con el rubio cenizo, pues me alejé de ellos en cuanto empezó la conversación. 

Tan compatibles / Axel Blaze y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora