—¡¡¡No puedo creer que te dijera eso!!!
El tono de voz de mi hermana es realmente agudo por toda la emoción que la recorre en estos momentos. Resulta que al volver de mi escapada con Axel me esperaba una sorpresa en casa. Para ser más concretos, me esperaba una tortura llamada pasar una fiesta de pijamas con Silvia, Celia, Nelly y mi hermana. Y, ¿por qué se supone que esto es una tortura cuando el sueño de toda adolescente es celebrar una pijamada con amigas para ponerse mascarillas, hacer peleas de almohadas y, sobre todo, hablar de chicos? Pues la razón es precisamente el último requisito de la noche.
Llevo los últimos diez minutos aguantando el bombardeo de preguntas de las cuatro cotillas con las que comparto habitación esta noche. Me han hecho repetirles más de tres veces toda la historia, incluidos nuestros acercamientos anteriores, y me han obligado a contestar todo lo que me preguntaban. Creo que la paciencia se me fue de vacaciones con un billete de solo ida después de la primera ronda de preguntas y los chillidos que acompañaban su tono de voz.
—¡¿Qué le contestaste a eso?! —brama una muy emocionada Celia.
—Me quedé quieta durante unos cuantos segundos .—cuando sus miradas reprobatorias amenazan con derretirme la piel por tanta intensidad, me apresuro a defenderme—. En mi defensa diré que necesitaba procesarlo. Me lo soltó de repente y me pilló totalmente por sorpresa.
—¿Y qué hizo él? —pregunta Nelly, que ha resultado ser la única capaz de mantener un poco la calma. Es obvio que está esforzándose por ocultar su emoción, pero al menos lo consigue, no como las otras tres locas que me exigen a gritos que conteste.
—Se sonrojó, me sonrió y se echó a reír. No tardé mucho en reírme yo también, así que la tensión se fue desvaneciendo poco a poco .—por el bien de mis oídos, prefiero omitir el hecho de que su mano se alzó para acariciarme la mejilla cuando conseguimos calmarnos. Solo de recordar el efecto que tuvo el contacto entre nuestras pieles hace que me cueste contener la sangre que se agolpa en mis mejillas. Estoy empezando a odiar el sonrojo—. Luego terminamos de comer el helado y nos despedimos con un abrazo y... le di un beso en la mejilla.
Los grititos emocionados no se hacen esperar. Juro que empiezo a escuchar un pitido permanente en mis oídos. Quizás se me ha reventado un tímpano por soportar un tono de voz inhumanamente agudo.
—¡¿Cómo ocurrió?! —grita Silvia.
—Bueno, cuando nos separamos del abrazo, empecé a caminar hacia el coche, pero se me ocurrió una idea; así que me giré, me acerqué a él de nuevo y le planté un beso en toda la mejilla. Obviamente, enseguida corrí hacia el auto como si mi vida dependiera de ello, pues mi pobre corazoncito sería incapaz de resistir al ver su reacción. Pero, a través de la ventanilla, vi que esta vez había sido él el que se había quedado completamente inmóvil sin saber cómo reaccionar; incluso se sonrojó.
Cuando termino de hablar y mis pobres oídos vuelven a sufrir la tortura de gritos de adolescentes emocionadas, empiezo a plantearme que tirarme por la ventana de mi habitación y caer desde un cuarto piso es una idea maravillosa.
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Tan compatibles / Axel Blaze y tú
FanfictionNueva vida, nuevo instituto y, posiblemente, nuevo equipo. Esos eran los pensamientos de Grace Daynight cuando decidió trasladarse al instituto Raimon junto a su melliza, Blair. Lo que no se esperaba es que acabaría jugando en el Raimon, un equipo l...