28. Confesiones dolorosas

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—Quiero dejar claro que nosotras no nos fuimos porque quisiéramos ser las estrellas del equipo .—empiezo, intentando controlar los nervios que amenazan con desequilibrarme de un momento a otro—. Todo fue un plan maquiavélico del comandante para quitarnos del medio y así poder seguir teniéndoos controlados bajo su yugo.

Me tomo un momento para mentalizarme, pues las manos están empezando a temblarme y mi garganta está más seca que el desierto del Sahara. Axel me toma la mano derecha mientras que Blair, la izquierda. Ambos me regalan unos apretones reconfortantes y alguna que otra sonrisa cariñosa que me infunde los ánimos suficientes para seguir hablando.

—Nosotras descubrimos todas las jugadas rastreras que hacía el comandante para asegurar nuestra victoria, así que decidimos enfrentarnos a él para que nos dejara jugar a un fútbol de verdad; para que pudiéramos conseguir las victorias por nuestros propios méritos y no por sus retorcidos planes. Digamos que nuestra osadía al atrevernos a confrontarle no le entusiasmó demasiado, pero, como no podía echarnos del equipo solo por eso porque vosotros os rebelaríais contra él para defendernos, decidió poneros a todos en nuestra contra. Por eso se inventó que queríamos abandonaros por no ser las estrellas del equipo, para que nos quitarais vuestro apoyo y así nadie pusiese resistencia para evitar que nos echara. Nosotras jamás quisimos abandonaros, pero vosotros mismos nos echasteis del equipo. Ni siquiera nos dejasteis explicarnos, simplemente disteis por hecho que el comandante llevaba razón y que eso os daba derecho a machacarnos de la forma en que lo hicisteis. Nos dijisteis cosas que nos quebraron a ambas y ni siquiera parasteis cuando las lágrimas rodaron por nuestras mejillas y os suplicamos que, tan solo por un instante, nos dejaseis hablar. Fuisteis justo lo que el comandante siempre quiso: despiadados y sin remordimientos .—trago saliva para evitar lo inevitable, pero mi voz se corta y las lágrimas me nublan la visión por un momento—Nos enteramos de la posible participación de Ray en un accidente automovilístico de hace años. ¿Os suena el famoso Inazuma Eleven? —no me pasan desapercibidos los jadeos de sorpresa de los presentes, pues hablo de una historia bastante conocida ara todos—Pues resulta que vuestro querido entrenador fue acusado de ocasionar el accidente que les impidió jugar la final. Qué casualidad que eso le permitió a la Royal obtener una victoria fácil, sin siquiera disputar el partido. Cuando Blair y yo nos enteramos, fuimos a reclamarle en busca de respuestas, pero lo único que recibimos fueron amenazas.

—¿Qué tipo de amenazas? —no me pasa desapercibido el temblor de la voz de Jude, quien parece que empieza a estar asustado de verdad. 

—Nos amenazó con haceros daño .—admito entre sollozos—A Joseph, David y tú .—mis ex amigos empiezan a negar con la cabeza, incapaces de creer lo que escuchan—¿Qué queríais que hiciéramos? No podíamos quedarnos de brazos cruzados sabiendo que nuestro entrenador intentó matar a gente. Y tampoco podíamos decírselo a nadie, porque entonces os haría daño a vosotros. Queríamos contároslo, pero, cuando fuimos a veros, nos encontramos con todo. Nos odiabais, Jude. Vosotros no visteis vuestras caras. Fue como si todos los años que pasamos juntos no significaran nada.

Tras terminar, tengo un nudo del tamaño de Europa alojado en la garganta y la voz se me quiebra varias veces en el proceso de hablar, pero, sinceramente, me da igual. Yo ya he dicho lo que llevaba conteniendo tanto tiempo. Ahora es su decisión creerme o seguir viviendo bajo la mentira orquestada minuciosamente por el comandante.

Pasan varios segundos en los que el estadio entero parece ponerse de acuerdo para guardar silencio y así darnos un poco de privacidad y tranquilidad para procesar la situación. Al menos hasta que la voz de David suena tan quebrada como la mía hace apenas un momento.

—¿Hablas en serio? —se esfuerza por contener el temblor en su tono, pero le resulta imposible contener tantas emociones al descubrir la verdad oculta—. Joder, Grace, dime que no es verdad, porque eso nos convertiría en los mayores idiotas del mundo.

—Un poco idiotas sí que sois, la verdad .—suelto una risilla mientras me limpio las lágrimas con el dorso de la mano, que parecen haber parado de brotar de mis ojos.

—Y encima aún tienes cuerpo para hacer bromas .—el portero niega con la cabeza, sonriendo ante mi actitud.

—Siempre fui de tomarme las cosas con humor, Joseph.

—Oye, chicas .—la voz de Jude es apenas entendible, pues las lágrimas hacen que se le entrecorte—Nosotros... sentimos mucho habernos comportado así. Debimos daros un momento para explicaros, mínimo haber confiado en vosotras. Pero, en lugar de eso, creímos ciegamente en el comandante y os dañamos a vosotras por su culpa. Lo sentimos mucho, de verdad.

Coloco una mano en el hombro de Jude, quien levanta la cabeza asombrado al ver la leve sonrisa en mi rostro.

—Al menos ahora nos habéis escuchado y habéis tenido el valor suficiente para disculparos.

—Exacto. Además, el rencor y el odio se quedaron atrás hace tiempo, ¿verdad, Grace?

—Claro, hermanita. La vida es efímera y no podemos malgastarla odiando a alguien.

—Entonces, ¿no vais a matarnos por ser unos idiotas con vosotras?

—Depende de cómo te comportes, Joseph.

—Grace, nunca me llamaste por mi nombre completo; no te empeñes en empezar a hacerlo ahora.

—Como tú digas, Joe.

Tras desenmascarar por fin a Ray Dark y conseguir que el detective Smith se lo llevara detenido, Mark ha rechazado la rendición de Jude y ha decidido darles la oportunidad de jugar un partido limpio contra nosotros y, la verdad, me entusiasma bast...

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Tras desenmascarar por fin a Ray Dark y conseguir que el detective Smith se lo llevara detenido, Mark ha rechazado la rendición de Jude y ha decidido darles la oportunidad de jugar un partido limpio contra nosotros y, la verdad, me entusiasma bastante la idea de demostrarles lo mucho que hemos mejorado Blair y yo desde nuestra partida. Sobre todo ahora que por fin hemos hecho las paces y estamos en proceso de recuperar esa amistad que teníamos antes de todo el incidente.

Esta vez, cuando pisamos el campo recién arreglado, no hay ni rastro de la tensión y el temor anteriores; ahora solo queda la emoción de poder disputar un partido que, según me dice mi instinto, será muy interesante.

Tan compatibles / Axel Blaze y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora