Han pasado un par de días desde el amistoso entre el Raimon y la Royal Academy y las ganas de volver a coger un balón se han hecho casi insoportables.
No sé qué me pasó viendo ese partido, que, de repente, ha hecho volver la emoción que sentía al jugar. Y, por lo visto, Blair está igual que yo. Cuando le propongo ir a entrenar a un campo al lado de una ribera, tarda menos de un minuto en cambiarse y plantarse en la puerta principal a esperarme. Me río ante su emoción y ella hace lo mismo. Tan diferentes por fuera y luego bastante iguales por dentro.
El chófer nos deja en el lugar y le digo que pase a buscarnos en unas horas, necesitamos tiempos para ponernos en modo fútbol de nuevo. Bajamos las escaleras y dejamos nuestras cosas en uno de los lados del campo antes de ponernos a correr y estirar, a pesar de las múltiples quejas de mi hermana sobre la pereza que le da hacerlo. Vuelvo a reír al ver cómo prácticamente echa humo al terminar y me insulta por disfrutar su sufrimiento sin saber que yo estoy igual que ella. Quizás estemos más oxidadas de lo que pensaba.
Al fin llega el momento esperado. Corremos de inmediato a por los balones y enseguida comenzamos a correr por el campo mientras cada una patea el suyo. Nos tomamos nuestro tiempo para disfrutar de la sensación de volver a estar frente a una pelota después de varios meses sin siquiera acercarnos a ellas. Jamás pensé que echaría tanto de menos dar patadas a un simple balón de fútbol, pero lo cierto es que el fútbol lo es casi todo en mi vida. Desde pequeña, siempre mostré una pequeña obsesión con este deporte y era capaz de entrenar durante horas. Al principio lo hacía sola, pero, con el tiempo, Blair también se aficionó y me acompañó durante las tardes en el patio. Ambas desarrollamos tal química como jugadoras, que llegamos al punto de saber qué iba a hacer la otra sin siquiera verla. Nos complementábamos a la perfección y eso nos llevó a crecer rápidamente y mejorar bastante.
Nuestro juego favorito consistía en ponernos cada una en un campo, una como atacante con el balón y la otra como defensa. La atacante tenía que intentar marcar y la defensa tenía que evitarlo robándole la pelota para contraatacar. Podíamos pasarnos tardes enteras haciéndolo, nunca nos cansábamos. Además, nos servía para desarrollarnos tanto de atacantes como de defensas y eso nos convirtió en dos jugadoras muy solicitadas a nivel nacional.
Con una rápida mirada, Blair manda el balón fuera y se coloca en su puesto, mientras que yo quedo en el campo contrario con el balón bajo mi pie. Sonrío con confianza antes de ponerme en marcha, avanzando rápidamente hasta su posición. Ella me bloquea el paso, aguantando mis regates y adivinando mis movimientos de la misma forma en la que yo preveo los suyos. Demasiado tiempo jugando juntas como para no sabernos hasta la velocidad máxima a la que corre la otra. Por eso intento sorprenderla haciendo un cambio de dirección que rara vez uso, dándome el tiempo justo para sortearla y tener la portería a tiro. Tomo aire y realizo mi supertécnica: el Disparo Solar. Blair no tiene tiempo de interponerse, por lo que mi tiro entra de lleno.
—Voy ganando .—digo con una sonrisa.
—No por mucho tiempo .—replica decidida. Me encanta ver a mi hermana tan animada después de todo por lo que hemos pasado.
Apenas tengo tiempo de colocarme, pues mi hermana sale despedida hacia mí a una velocidad que no recordaba que pudiese alcanzar. Me cuesta bastante trabajo aguantar sus regates. En un momento creo haberla robado el balón, pero ella le da un toque para moverlo por encima de mí, sorteándome con facilidad. Intento llegar a la portería, pero su Remate Lunar entra antes de que pueda evitarlo.
Me giro y alzo la mano que ella aprieta levemente.
—Bien jugado, hermanita. Me has sorprendido al lanzar el balón sobre mí.
—Lo mismo te digo. No esperaba ese cambio de dirección.
—Hay que inventar nuevos trucos .—reconozco encogiéndome de hombros.
Nuestra conversación se ve interrumpida por los gritos algo familiares que se escuchan a nuestra espalda. Nos giramos y abrimos los ojos sorprendidas al ver a todo el Raimon viniendo hacia nosotras con Mark a la cabeza. Parecen tan sorprendidos como nosotras cuando llegan a nuestra posición.
—¡Eso ha sido increíble! No sabía que teníais unos tiros tan increíbles .—el capitán no para de alabar nuestras habilidades con tanta alegría que me vuelve a ser imposible evitar soltar una risita.
—¿Cuánto lleváis ahí?
—Lo justo para ver que sois unas buenas jugadoras .—habla una voz que no reconozco y no es hasta que me centro en el resto, que me doy cuenta que quien ha hablado es Axel. Y encima nos ha felicitado. Parece que ha decidido dejar de ignorarnos. Mi ego permite que mi corazón se alegre por ello porque, para qué mentir, el chaval no es nada feo y esa actitud de "yo no tengo sentimientos" me encanta más de lo que debería.
—Por supuesto que lo somos .—contesto con mi ego en todo su esplendor, pillándole por sorpresa, aunque rápidamente esboza una media sonrisa que me produce sensaciones extrañas. Aparto la vista de él y la centro de nuevo en Mark—. Bueno, creo que nosotras deberíamos irnos. No queremos entorpecer vuestro entrenamiento.
—¡Espera! ¿No os gustaría uniros al equipo de fútbol? Sois muy buenas y con esos supertiros estoy seguro de que seríamos más fuertes.
No sé si es por la emoción de Mark o por la mía propia, pero tomo la decisión en un pestañeo y, con una breve mirada a Blair, sé que ella también ha tomado la suya.
—Estaba esperando que nos lo pidieras .—una rara sensación invade mi cuerpo. Una sensación que hacía años que no sentía.
—¡Genial! Quedaos a entrenar con nosotros.
—¿No sería bueno presentarnos? —cuestiona Blair en algo bastante parecido a un susurro.
—Ah, sí. Chicos, estas son Grace y Blair Daynight, son mellizas y ahora forman parte del equipo.
—Encantadas .—decimos ambas al unísono.
Tras una breve presentación por parte del resto, incluidos Axel y un chico llamado Nathan que deja boquiabierta a mi hermana, terminamos con el momento incómodo. Al menos hasta que a Axel se le ocurre volver a hablar.
—¿Y en qué posición jugáis?
—Eh... En realidad no tenemos una posición oficial, podemos jugar de cualquier cosa. Aunque en nuestro antiguo equipo nos ponían como centrocampistas, casi como extremos.
Él parece meditar por unos segundos antes de volver a preguntar.
—¿Entonces jugáis como extremos?
—Podría decirse que sí.
—¡Eso es fantástico! Con esos chuts tan increíbles seréis capaces de marcar gol si Kevin y Axel no pueden .—la euforia de Mark empieza a contagiarme demasiado, ya que sonrío antes de seguirle al campo para entrenar.
Cuando toca el momento de echar un partido de entrenamiento, ambas nos quedamos fuera y yo aprovecho para analizar al equipo. No tardo en percatarme de que tiene algunas fisuras en la línea de defensa y un par de errores ofensivos, pero no es nada que no podamos arreglar. Al fin y al cabo, esa es nuestra función: encargarnos de corregir los fallos del equipo y potenciar sus virtudes al máximo. Y, si hay algo en lo que somos las mejores, es en esto. Por eso llegamos a ser titulares en el mejor equipo del país, la Royal Academy.
Blair y yo cruzamos miradas y sé que se ha percatado de lo mismo que yo. Al igual que sé que ya ha dado con la forma de solucionar los problemas defensivos, dejándome a cargo del ataque y la creación de juego, como siempre hemos hecho. Ella destruye el juego y yo me encargo de construirlo. Una dupla perfecta.
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Tan compatibles / Axel Blaze y tú
Fiksi PenggemarNueva vida, nuevo instituto y, posiblemente, nuevo equipo. Esos eran los pensamientos de Grace Daynight cuando decidió trasladarse al instituto Raimon junto a su melliza, Blair. Lo que no se esperaba es que acabaría jugando en el Raimon, un equipo l...