20. Nuevo Comienzo

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Hagan de cuenta que no notaron que estoy tardando banda en actualizar ok??? jsdjfsj ahora hablando en serio, perdonen, estoy teniendo varios problemas para administrar el tiempo yyyy me está llevando mucho tiempo escribir. De hecho, se suponía que iban a pasar más cosas en este capítulo, pero mientras escribía empecé a darme cuenta de que me estaba quedando muy larga la primera parte y decidí dividirlo en 2, así que nada, ahí está, no es mucho pero es trabajo honesto. Que lo disfruten <3


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—¡Aprobé!

La voz alegre de Baji Keisuke cortó toda la actividad mental de Chifuyu. Este sostuvo el teléfono junto a su oreja, habiendo dejado de lado la sorpresa de una llamada telefónica.

—¡¿Todo?! —replicó, emulando el entusiasmo del otro.

—¡Sí! Ah... te juro que no sé qué habría hecho sin vos, boludo. Sos re buen profe, posta. Mirá, te voy a llevar un regalo, ¿qué querés?

—Ni se te ocurra, hermano. Ningún regalo. Es más, tengo una idea mejor.

—¿Qué cosa? —Baji dejó el celular, en modo Manos Libres, para desvestirse y ponerse ropa de entrecasa.

—Joda en casa.

Chifuyu habló primero y pensó después. No había ni un ápice de lógica en su propuesta: no tenía el espacio, ni el carisma, ni las ganas de limpiar el único baño que había. Sin embargo, sencillamente, su impulso tomó las riendas. Incluso antes de considerar lo que significaba proponer una fiesta en su casa, ya había expuesto su intención.

—Naaa, no me amagues con eso, Chifu.

—¡No te estoy amagando! Eso sí, después me ayudás a limpiar.

—¿Posta vas a hacer una joda?

—Se.

—¿En tu casa?

—Se.

—¿En mi honor?

—Bueno, Baji, tampoco te me agrandes...

El aludido largó una carcajada, e hizo que su amigo tuviera que alejarse unos centímetros del altavoz. Consideró que incluso podría limpiar el baño él solo, si eso era necesario para que Baji asistiera.

—Está bien —respondió, después de reir— ¿Vamos todos?

—Sí, vamos todos.


Souya Kawata llevaba ya una hora tendido en su cama, reflexivo, con la vista en el techo.

—¿Estás bien? —inquirió Nahoya finalmente, convencido de que observar a su hermano de tanto en tanto desde el umbral de la puerta no lo llevaría a ninguna conclusión.

Angry lo miró formulando una pregunta, como si el otro pudiera leerle la mente.

—Voy a necesitar que me hables —aclaró Smiley con una de sus risitas características.

Ante la opción, Souya suspiró y volvió la vista al techo. La necesidad de comunicación telepática se hacía cada vez más grande.

—Eu —llamó Smiley otra vez, acercando una silla a la cama ajena. Sus ojos se veían risueños, pero su expresión ya no.

—Perdón... —Souya acompañó su disculpa con una pausa indescifrable— Es que es medio difícil de explicar.

—¿Podés intentar?

Angry se sentó en su cama, a cierta distancia de su gemelo, con el cuidado de no mirar nada más que sus propias manos, entrelazadas en un gesto sutilmente nervioso.

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