23. En Pleno Invierno

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estoy viva!!! ya falta poquito!!!



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El invierno fue agrio, tedioso.

Después de la fiesta, Baji se sentía en las nubes. Había aprobado sus exámenes, tenía por delante unas tan ansiadas vacaciones, y parecía haber algo de esperanza con el chico del que se había enamorado. No todo estaba perdido, como había creído en su momento. A lo mejor, ese ángel de ojos claros no era tan inalcanzable como parecía.

Dos meses después, Baji pensó que bien podría haberse dejado consumir por sus inseguridades.

Convivió con nada más que sus pensamientos sobre Chifuyu, sus sentimientos y sus recuerdos juntos. Todas las cosas que había querido decirle estaban atoradas en su garganta, y su mente se había sumido en un círculo vicioso de repasar cada acción, cada palabra, cada gesto, para intentar encontrar qué había hecho mal.

Fueron dos meses de desilusión paulatina, de saltos esporádicos entre tristeza, resignación y enojo; de un creciente cúmulo de incertidumbre.

Cada tanto abría su chat de WhatsApp. En lugar de su foto de perfil, había una silueta minimalista color gris. Los mensajes no le llegaban. No podía ver sus estados. Las llamadas no ingresaban. A veces revisaba su cuenta de Twitter, con la esperanza de encontrar su perfil y no un mensaje de "No puedes ver los tweets de esta cuenta porque te ha bloqueado".

¿Qué había hecho mal?


—Dejame adivinar —respondió Kazutora a través del teléfono—. ¿"Las Sombrías Aventuras de Billy y Mandy" y pochoclos para matar el bajón?

Baji sonrió. Era la cuarta vez en el último mes que llamaba a Kazutora.

—Yo diría... que mejor traigas chocolates —replicó Baji.

Una hora después, caía el sol de domingo y Kazutora hacía sonar el timbre.

—Tienen que hacer algo ustedes, ya está pasando demasiado tiempo —comentó, a modo de saludo, mientras entraba.

Baji resopló. —¿Por qué sos el único de los pibes que sigue hablando de "nosotros"? ¿No te parece que está dejando en claro que soy yo por un lado, y él por el otro?

Kazutora se posicionó en el sillón tras haber dejado la bolsa con chocolates sobre la mesa. —Mirá, ya te dije esto antes. Está bien que no lo conozca como vos, eso lo entiendo —su silencio antes de seguir hablando duró dos segundos más de la cuenta—, pero yo ví cómo te miraba, amigo. Como me mirabas vos a mí hace años, pero más intenso, ¿entendés? No seré su amigo del alma, pero tengo ojos, Baji.

—Yo me inclino más a lo que dicen los pibes. Ya está, me fantasmeó, ¿qué más hay que hacer? ¿Quién le deja de hablar por dos meses, y contando, a alguien que le interesa?

—¿Sabés qué pasa Baji? Vos hablás como alguien resignado, creés que tenés que resignarte, pero claramente no sonás resignado. Sonás lastimado, y capaz se pueda analizar algo más que te ayude a sentirte más en paz.

—Yo no creo que tenga que hacer nada, es él el que se alejó...

—Hagamos esto. Te ayudo yo, ¿sí? Para que no tengas que hacer nada. ¿Me dejás intentar pensar en algo?

—¿Por qué te importa tanto?

—Primero, porque me llamás a cada rato —Kazutora comenzó a contar con los dedos. —Segundo, porque sos mi amigo, y no me gusta verte así. Y tercero...

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