Ahhhh reaparezco!!! Mi capacidad de atención y de organizar mis tiempos brillan por su ausencia, así que no encontré la energía ni el momento para escribir, pero mi cerebro decidió dármela ahora, aunque esté con exámenes encima, así que tuve que hacerle caso y entre ayer y hoy escribí y edité este capítulo. Espero que les guste!!! besito
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En un principio, la situación fue difícil de percibir con claridad, y sin duda no habrían podido atribuírselo al alcohol, siendo que estaban más sobrios y alerta que nunca.
Los besos y los jadeos ocurrieron sin pausa, con una sed de piel que pronto se transformó en un particular tono de brutalidad en tácito acuerdo. Se medían, se provocaban, a la vez que demostraban soportar lo que fuera necesario y, a pesar de todo, daban rienda suelta a las ganas que habían tenido durante un tiempo ciertamente insoportable.
Mikey saldría de allí con hematomas en la cintura, teniendo en cuenta la fuerza con la que Draken lo estaba sosteniendo. También tendría en su espalda las marcas del relieve de la pared contra la que estaba siendo presionado. No podría importarle menos.
El cuero cabelludo de Draken tampoco saldría ileso. Un rincón de su mente continuó pensando una y otra vez que debería haberse cortado el pelo, o a lo mejor debería haber previsto que a Mikey le gustaría tanto tirar de su pelo.
El calor entre ellos les hizo olvidar que estaban en una terraza, y el hecho de que la única luz allí estuviese rota los salvó a ellos y a Chifuyu de tener que dar explicaciones luego.
La oscuridad en aquel rincón era perfecta, y la ropa estorbaba cada vez más. Mikey decidió encargarse él mismo de deshacerse de la camisa de Draken comenzando por desabrocharla, aunque había mentido cuando dijo que no le gustaba. Su piel parecía hervir, y entrar en contacto con ella envió cosquilleos por todos sus canales nerviosos.
Había estado deseando esto por más tiempo y con más intensidad de lo que pensaba.
Draken comenzó a sentir que no era suficiente. Su necesidad de abarcar con sus manos cada centímetro de piel creció con increíble rapidez, y el aire entraba con creciente dificultad. Con la garganta seca y su cabeza latiendo, extendió sus manos por la espalda de Mikey, levantando su ropa. Se extendió cada vez más arriba, arañando ocasionalmente, optó por deslizarse hacia su pecho, y aún así, nada de eso era suficiente.
Manjiro perdía notablemente la concentración cada vez que Draken lo tocaba, teniendo dificultades para reprimir los gemidos que tanto se esforzaban por sonar. Los agarres de Mikey pasaron de desafiantes a suplicantes, y Draken, manteniéndolo firme en su lugar, le desabrochó el cinturón e introdujo una de sus manos en la abertura que dejaba su cierre bajo.
Kazutora se alejó de Koko e Inupi con una sonrisa en su rostro, apenas visible, pero presente de todos modos. Deseó de todo corazón que ambos dejaran de ser tan imbéciles y fueran sinceros el uno con el otro, mientras trazaba su camino lentamente hacia la cocina. Había alcohol en el comedor, pero quizás tuviera la chance de encontrar una cerveza recién sacada de la heladera.
La escena que encontró allí no era para tanto. Algo común, que había hecho varias veces y visto unas cuantas más. ¿Qué sería de una fiesta sin que ocurriera algo como eso?
Sin embargo, él se consideraba otro tipo de imbécil (el tipo sensible), y frente a él eran Baji y Chifuyu quienes se estaban besando.
No supo qué pensar. Cuando su mente se puso al nivel de sus sentimientos impulsivos, descubrió que no estaba sintiendo tanto dolor como debería. Una sensación extraña lo invadía, mientras permanecía allí, paralizado, por lo que parecieron incontables minutos.
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El Profe
RandomBaji, fiel a su principio de no creer en el amor, se desconcierta al descubrir que no puede olvidar al rubio de ojos celestes que conoció una noche. Cuando el universo, casi como una burla, lo vuelve su profesor particular, acaba atrapado entre su e...