Hiro comenzaba a tranquilizarse, agradeció a Kubo por haber ido a buscar aquella botella de agua, mientras que Miguel no se había querido alejar y acariciaba su espalda con tranquilidad, Leo estaba con los brazos cruzados observando el camino por donde aquel anciano y su nieta se alejaron.
- ¿Qué sucede? - El castaño miro a Kubo y después dejo escapar un suspiro.
- Debemos hablar con ese hombre –
- ¡¿Acaso estás loco?! ¡Ve como se puso Hiro por todas las idioteces que grito! ¡Me niego totalmente! – Leo se clocó ante su amigo sin dejarse intimidar por aquellos gritos.
- Supongo que tienes alguna pista sobre Kyle entonces – Miguel guardo silencio- Hemos intentado por nuestra cuenta encontrar información, pero lo único que tenemos hasta el momento son dos nombres y apenas el parentesco de Marco, es la primera vez que alguien aparece que realmente los conoce- El silencio reino después de eso, lo que decía Leo tenía mucho sentido.
- Lo haré- Todas las miradas se dirigieron al menor de los Hamada – Debo conseguir respuestas, odio estar de esta forma-
- ¿Estás seguro? –
- Kubo sé que están preocupados, pero si no logramos darle un fin a esto voy a volverme loco, mi salud mental pende de un hilo– El mexicano no entendía como es que todo le estaba afectando con mayor fuerza a Hiro a comparación de él.
- Supongo que no podré hacerte cambiar de opinión, así que lo haremos juntos-
- Pero tu ya tienes demasiadas cosas que hacer –
- Después de hoy estaré libre, no quiero que te suceda lo mismo que paso hace unos minutos-
- Miguel... - Hiro iba a volver a replicar, sin embargo, el mexicano colocó su mano sobre la boca del Hamada, aquella acción lo hizo sonrojarse.
- Tranquilo chino, al menos el día de hoy trata de divertirte- Retiro su mano al notar que por fin el mitad asiático parecía que se mantendría quieto – Así que guarda ese carácter de perro chihuahueño que traes encima – Y fue con esas palabras que el ambiente fue cambiado.
- Eres un idiota – Hiro solo lo golpeo levemente y después comenzó a sonreír.
- Quiero que sepas que eso no dolió – Iban a comenzar a pelear hasta que noto como el asiático se acercaba a Leo y Kubo.
- ¿Y qué hay de interesante en Santa Cecilia durante estas fechas? – Con esa pregunta los cuatro comenzaron a caminar más animados.
Estuvieron paseando por aquel pintoresco pueblito, teniendo a Miguel como su guía de turistas, les explicaba algunas cosas o simplemente les presentaba a gente que conocía desde su niñez, Nando y Teodora se unieron a ellos, pero Miguel tuvo que irse porque pronto comenzarían las festividades de aquella noche.
El ambiente festivo reinaba en aquella plaza, papel picado de colores por todas partes, luces iluminando cada rincón cercano, familias reunidas dispuestas a disfrutar aquel hermoso evento que se había convertido en una costumbre en Santa Cecilia. Hiro y Kubo al no ser de aquellas tierras estaban bastante animados en conocer aquellas costumbres, además Teodora se había convertido en su guía y debían de admitir que eran bastante buena en ello.
- ¿Quieren un elote? – Pregunto Leo al ver como los comenzaban a preparar.
- ¡Si! – Gritaron todos, la comida les había parecido deliciosa y no iban a perder la oportunidad de probar aún más.
- Vamos chisguete, ¿Por qué a los chinos si les invitas, pero a mí que soy tu hermano me mandas al diablo? – Leo se quito el brazo de su hermano de encima, miro a donde estaban Hiro y Kubo percatándose de que hablaban muy emocionados, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
ESTÁS LEYENDO
Reencuentro
RomanceDesde su último cumpleaños, sus sueños han sido bastantes extraños, lleno de rostros familiares, nombres al aire y aromas que jamás podrá olvidar. Sin embargo, un encuentro inesperado con un joven, hará que todo esos sueños y memorias hagan un gran...