CAPÍTULO 22

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CAPÍTULO 22

AYDA

Me preparo para la cena, eligiendo un conjunto no muy arreglado. Sé que Frank se pondrá histérico cuando me vea, pero me da igual. No me apetece ponerme sexi, o demasiado arreglada para que unos cuantos viejos chochos me miren descaradamente, o las viejas tétricas me critiquen entre susurros.

Mi momento con Frank se acabó completamente cuando Madison llegó al piso. Podría decirse que lo sacó de la habitación a rastras y se lo llevó a su cueva, uhhh—sonido tétrico de casa encantada—.

Me paro frente al espejo que hay a un lado del armario y observo mis ojos, pasando las manos por mis caderas. Estoy nerviosa, lo veo en mis ojos y lo noto en mis manos sudadas. También puedo notar que no tengo el mismo brillo en mis iris. Y sé por qué es.

He perdido tantas cosas este tiempo que no soy capaz de asimilarlas. Perdí a Frank, pero me armé de valor y fuerza por Eloise. Perdiéndola a ella tiempo más tarde.

Sé que tengo que superar esto, pero no sé cómo hacerlo. Mis manos empiezan a temblar y mis ojos se llenan de lágrimas una vez más. Estoy harta. No consigo encontrarme, no consigo volver a ver la luz.

Paso mis manos por el pelo, sintiendo la opresión en el pecho que me impide respirar. Joder Eloise, hasta después de muerta estás jodiendo. Espero que veas lo que has conseguido.

—Estamos listos para salir.—escucho la voz de Madison decir.

Miro a la puerta de mi cuarto y noto que me observa las manos temblorosas con curiosidad. Las escondo detrás de mí y asiento con una sonrisa débil.

Se marcha y respiro hondo, sintiendo cómo las lágrimas empiezan a caer de nuevo y no puedo controlarlo. El maquillaje. Joder, ¡a la mierda el maquillaje! Tienes que centrarte en respirar. Respira como una persona normal, en un momento normal.

No lo consigo. Sigo sintiendo la falta de oxígeno y eso me nubla más la mente. Sigo percibiendo todos los pensamientos difusos, todos me dicen que ella ya no está, que he perdido al amor de mi vida y que jamás recuperaré a ninguno de los dos.

¡Basta, basta, basta, basta! ¡Basta, por favor!

—¿Ayda?

Me encuentro hecha un ovillo en el suelo cuando Alex entra en la habitación y se arrodilla frente a mí .

—Sólo... Sólo quería volver y que todo fuera como siempre...—lloro y él mira mis ojos sin entender nada.—Pensaba que... si volvía, iba a ser como siempre. Pero...Mi madre me odia, Frank ya no me quiere y Eloise... se ha ido...—mi respiración acelera en cuanto enumero las cosas y me agarra de las manos para aportarme seguridad.—Y yo soy una puta inestable que no puede pasar un segundo del día sin llorar o... o sin tener un ataque de ansiedad. ¿Qué es lo que me pasa, Alex? Yo... yo no quiero ser así.

—Ayda...Escúchame. Relájate y escúchame. Tu madre no te odia ¿por qué dices eso? ¿Qué es lo que ha pasado?—abro la boca, con mis manos temblorosas para hablar, pero las aprieta y asiente.—Cuenta hasta diez conmigo, vamos.

Lo hago con él y cuando terminamos siento que mi respiración se ha ralentizado.

—He elegido a Frank. De la forma que sea. Lo he elegido a él. Y mi madre no lo acepta, no quiere eso para mí. Pero yo lo quiero. Lo amo. Como nunca pensé amar a alguien. Y duele ¿por qué tiene que doler?

—¿Por eso estás aquí? ¿Ella te ha echado?—asiento llorando y él afirma con la cabeza.—Vale, escúchame. Eres fuerte. Sí, no niegues con la cabeza, lo eres, Ayda. Eres la persona más valiente que conozco y te vamos a ayudar. ¿Vale? Vas a superar toda esta mierda, y da igual si Frank no quiere estar contigo, porque es un gilipollas. Porque no vale la pena, porque te ilusiona y luego te dice que lo olvides ¿o me equivoco?

V I R A H ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora