CAPÍTULO 31

1.9K 62 0
                                    





CAPÍTULO 31

AYDA





Esa noche, después de un bonito momento con Frank, soñé con Eloise. Ella siempre formaría parte de mi vida, aunque no estuviera presente. Era como una pequeña vocecilla imposible de ocultar que se colaba dentro de mi cabeza y no se iba. Es verdad que era mi mejor amiga, pero hasta ella sabía que no era sana para los demás. Constantemente me contaba que iba a cambiarlo, que mejoraría. Sin embargo, su insistencia en ir las dos solas y que yo perdiera todo lo que tenía me indicaba meses más tarde que no fue así.

Pensándolo en frío, en mitad de la noche y acostada boca arriba, no sabía si lo del viaje lo hizo a propósito. Es decir, ¿y si era lo que quería? ¿Y si esperaba que yo me encontrara sola al volver? Porque si no estaba con ella, no estaría con nadie.

Suspiré y me giré para mirar a Frank. Estaba de lado con sus ojos cerrados y una respiración lenta y acompasada. Mis ojos se llenaron de lágrimas, ¿la razón? Ninguna en concreto. Únicamente pensé en todas las noches que había perdido con él, en todos los amaneceres que pasé sola, en las mañanas en el hospital, en la oscuridad entre muchos extraños.

No quería hacerme la víctima ahora y decir que no disfruté de ese viaje, porque lo hice. En su mayor parte lo hice. Los primeros meses fueron los complicados, cuando descubrí que Frank estaba con alguien más entendí que él podía ser feliz sin mí y dejé que Eloise me consolara entre alcohol y otras cosas.

Sequé mis lágrimas con rapidez en cuanto noté que Frank empezaba a moverse y me puse de lado, dándole la espalda. No quería que me preguntara qué había soñado, porque era la peor versión que Eloise pudo darme, y no quería que nadie más la viera.

Lo sentí abrazarse a mí y dejar besos en mi nuca. No me moví y al rato noté que su respiración volvía a tornarse tranquila.

Cerré los ojos y sólo podía imaginármela a ella con un polvo blanco en la nariz, eufórica y con los ojos rojos y prácticamente fuera de las cuencas. La veía saltando fuera de sí. También después cuando iba al baño envuelta en una marea de vómito ensangrentado.

Mis ojos para entonces parecían platos. No tenía sueño, así que decidí levantarme e ir al baño. Empecé a darme una ducha que pretendía calmarme, pero hizo todo lo contrario.

Con los ojos cerrados y estando sola la única imagen que se me venía era la suya, tomándose cuatro pastillas a la vez, aumentando la dosis cuando no era suficiente para calmar su dolor, o su ansia.

—¿Ayda?

Levanté la cabeza al escuchar la voz confundida de Frank. Estaba en el marco de la puerta, con sus ojos adormilados y pasándose el dorso de la mano por uno de ellos.

—¿Te he despertado? —cuestioné con pena.

Era lo último que quería en ese momento. Él por la mañana iría a trabajar y no merecía quedarse despierto conmigo toda la noche.

Lo observé negar con la cabeza y decidí cerrar la llave del agua. Suspiré y salí, dejando que me envolviera con una toalla.

—Son las tres, ratona, ¿qué pasa? —mientras decía eso acariciaba mi espalda y dejaba besos en mi frente.

—No puedo dormir.

Sabía que mi contestación no le servía, ya que carecía de mucha información, sin embargo, mantuvo el silencio y dejó que lo contara cuando estuviera lista.

Terminó de secarme y le pedí que se fuera a dormir. Le costó hacerme caso ya que no quería dejarme sola en lo que fuera que estaba pasando dentro de mi cabeza, pero accedió al ver que no iba a dar el brazo a torcer.

Cuando volví a estar sola cerré mis ojos un momento y, poco después, empecé a vestirme de nuevo. Salí del baño y me encontré a Frank sentado en la cama, esperando a que volviera.

—Siento haberte despertado.—susurré metiéndome en la cama.

Él empezó a negar con la cabeza. Se acercó a mí poniéndose de rodillas a mi lado. Me agarró la cara y cuando lo miré a los ojos, al ver esa preocupación reflejada en ellos, sentí cómo los ojos se me cristalizaban.

—Cuéntame qué pasa, ratona, por favor...—pidió pasándome el pulgar por debajo de los ojos, llevándose todo rastro de lágrimas.

Agaché la cabeza y no pude evitar llorar desconsoladamente, notaba cómo mi pecho se sacudía sin control y agradecí cuando mi chico de ojos grises me apretó fuerte contra él. Me envolvió con sus brazos y dejó que llorara el tiempo que necesitase.

Una vez estuve más calmada cogió mi cara entre sus manos y me hizo mirarlo a los ojos de nuevo. Volví a ver esas cejas fruncidas, pero no de enfado, sino de pena mezclada con preocupación. Sus ojos también estaban algo brillantes a causa de algunas lágrimas que estaba conteniendo, y no sabía si era porque no le gustaba verme así o porque él estaba imaginando cosas.

—Dime qué ocurre, ¿es por nosotros?

Abrí los ojos sorprendida y negué rápidamente. Cogí su cara y apoyé mi frente en la de él, sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Jamás sería por nosotros. Te amo Fran, y si mi amor por ti no ha cambiado ni un poco estando un año separados, ahora no lo va a hacer.

Cerró los ojos y suspiró tranquilo, relajando todo su cuerpo, que noté entonces que estaba tenso.

—Entonces, cuéntame lo que pasa, ¿por qué estás así?—suplicó mirándome a los ojos de nuevo.

Tomé aire y respiré hondo. No sabía cómo explicarle la pesadilla, no sabía cómo explicarle todo lo que había pasado este año que no estaba con él.

—Eloise—susurré.— No sé qué hacer, no se me va de la cabeza, no sé...—me centré en sus gestos con lágrimas cayendo por mis mejillas.—Tú no estabas ahí para verla... No...Ni siquiera me reconocerías a mí.

Volvió a pasarme los pulgares por las mejillas para quitar la humedad en ellas y besó mi frente.

—Eloise estaba enferma. Probablemente te chantajeaba con ello para que hicieras las cosas que quería, todos sabemos cómo era ella ratona.—por desgracia llevaba razón y eso me hizo sentir mal, porque ella estaba muerta.—No te juzgo por nada de lo que hiciste. No hace falta que me lo cuentes si no quieres hacerlo.

Agaché la cabeza y limpié mi cara con mi brazo, como una niña pequeña.

—Hubo drogas de por medio. Se dieron mañanas en las que me despertaba sin saber qué era lo que había hecho la noche anterior. Yo... Yo solo quería que ella fuera feliz el tiempo que le quedaba.

Me abrazó chocando la lengua con su paladar. Besó mi coronilla y me apretó contra él.

—Y lo hiciste. Estoy completamente seguro de que Eloise se fue contenta.

Se quedó un rato más abrazado a mí. Poco después nos obligó a ambos a acostarnos en la cama e intentar seguir durmiendo el poco tiempo que quedase.

Sé que Eloise se fue contenta. Sé que no tuvo quejas con lo que yo hice por ella. Sin embargo, creo que herí mi dignidad cuando dejé que ella decidiera sobre lo que yo hacía o dejaba de hacer durante ese tiempo.

Pero ese tiempo pasó. Ella ya no iba a controlar más mi vida. Yo iba a ser feliz no Frank y mis chicos e intentaría recordar lo bueno de ella. Solamente lo bueno.

V I R A H ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora