CAPÍTULO 30

2.2K 65 0
                                    






CAPÍTULO 30

AYDA




Cinco minutos después decidí que era hora de marcharme. Todos habían vuelto al trabajo y yo ya no pintaba absolutamente nada ahí. Me despedí de Frank y de Alex revolviéndole el pelo, y salí del despacho.

Sin embargo, cuando iba a llegar a la salida, escuché la voz de Madison y me giré para ver que estaba sentada en su despacho, el cual tenía una cristalera enorme. No lo dudé y decidí entrar. Me hizo un gesto para que esperase un minuto mientras ella atendía a la llamada.

El despacho era bonito si no teníamos en cuenta la multitud de cajas de cartón que había por el suelo. No había decoración alguna y supuse que estaba recogiendo todo para largarse de ahí. Había una estantería repleta de libros y me fijé en el cuadro que estaba frente a ellos. Eran ella y Frank, después de graduarse, y me sentí realmente mal, porque ella debería haber sido yo. Yo tendría que haber estado con Frank en ese momento tan importante. Y fue ella quien estuvo ahí. Fue ella la que lo ayudó a salir de toda la mierda que había vuelto a consumirlo y yo no había conseguido ver eso. Simplemente la había odiado porque pensé que me había quitado al amor de mi vida, pero no fue así: ella lo salvó cuando yo lo hundí.

—Ya estoy, perdona. —habló colgando el teléfono fijo.

Soltó un suspiro y yo la miré acercándome un poco. No veía rencor en sus ojos, pero aun así quería ir con tacto.

— ¿Has conseguido que lo borren?

Negó levemente con la cabeza, pasándose las manos por las sienes. Se la veía frustrada, y lo entendía.

—No consigo hacerles entrar en razón, ni si quiera pagándoles. —Suspiró una vez más y me miró, frunciendo el ceño— ¿Era a preguntarme eso a lo que venías, Ayda?

Apreté mis puños y me tomé el atrevimiento de sentarme en las sillas que tenía frente a su escritorio. Estaba nerviosa, ni siquiera había pensado esto. Había sido un impulso el venir y plantarme aquí, frente a ella.

—Sólo...Sólo quería pedirte perdón por todo el daño que yo haya podido hacerte. —Vi cómo sus ojos se abrían en sorpresa, pero continué: —Y quería darte las gracias por cuidar de Frank cuando yo lo dejé devastado. Siento mucho que todo esto haya acabado de esta manera, pero sé que eres una buena persona y...si tú quieres, podemos ser amigas. —Abrió la boca y empecé a mover las manos, nerviosa. —Es decir, no ahora, sé que lleva tiempo sanar y a lo mejor yo soy el recuerdo de una boda fallida, pero, tal vez, no sé, yo...

Empezó a reírse, interrumpiéndome y me sentí completamente avergonzada por todo lo que estaba soltando por mi boca. Estaba nerviosa y lo único que podía hacer era decir cosas sin sentido. Me regaló una sonrisa e hizo un gesto con la cabeza a modo de afirmación.

—Está bien, Ayda. Podemos ser amigas. Yo realmente sabía que Frank no era para mí, sin embargo, estaba tan embaucada porque es un hombre prácticamente perfecto. Pero no te preocupes, no te guardo ningún tipo de rencor. Te doy las gracias por abrirme los ojos y ver que él no era para mí. Y también te pido perdón por absolutamente todo, sé que tú tampoco lo has pasado bien.

Sonreí, contenta por tener un desenlace feliz con ella. Cogí los post-its que había encima de su mesa, y un bolígrafo, y empecé a anotarle mi número.

—Está todo perdonado. —le di los papelitos y ella observó el número. —Sé que a lo mejor crees que hago esto para quedar  bien o...algo, pero realmente quiero que me escribas y tomemos un café. Quiero conocerte mejor y llevarnos bien.

V I R A H ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora