CAPÍTULO 16
AYDA
Dolor. Ese sentimiento que todos hemos sentido alguna vez. Esa forma en la que el corazón se te estruja, sientes que todo se desvanece frente a tus ojos, sientes que no puedes más, que te estás ahogando. Te percibes inservible, rota y despreciable. Te hundes cuando recuerdas el porqué de ese dolor, de ese sufrimiento. Tus ojos se empañan viendo el mundo destruirse conforme pasas. Pero no puedes hacer nada, simplemente aceptar que ha pasado, que todo se ha destruido y que no vas a conseguir recomponerlo, por más que uses el pegamento más fuerte del mundo. Está roto. No volverá a su forma inicial.
Ese momento en el que tus sollozos hacen que tu cuerpo se estremezca, que multitud de espasmos lo surquen y no puedes hacer nada para controlarlo, porque duele. Sientes la pérdida, pero aun así no la aceptas, porque deseas con lo más profundo de tu alma que sea mentira. Porque deseas que todo sea una pesadilla cuando no lo es. Y duele, joder si duele.
Y yo ahora estaba sintiendo ese dolor en mis costillas, en mi estómago, en mi corazón, en todo mi ser. No podía mantenerme en pie sin sentir cómo mis pulmones me gritaban de dolor. Me consumí con la cama desde que llegué a casa de mi madre, dejé que el dolor que albergaba dentro de mí fluyera y me deshiciera con él. Dejé de mostrarme como la chica fuerte que no le afecta nada y empecé a aceptar muchas cosas que aún parecía no tener presentes. Acepté la ausencia de Eloise, acepté que Frank jamás volvería a ser mío y dejé de pensar en lo que hubiera pasado si yo no hubiera decidido marcharme. Porque siempre estaba ese "y si...".
Hacía semanas que no salía de la habitación, semanas que no cargaba mi teléfono. Semanas incomunicada y confinada en mi habitación, a la espera de que el duelo pasara y dejara de doler.
Sabía que iban a tardar tiempo en sanar todas las heridas que mi cuerpo tenía, lo sabía y, aun así, esperaba poder levantarme de la cama pronto. Poder volver a mi día a día, poder visitar a mi viejo favorito para comentar algunos libros. Poder visitar a mi mejor amiga y ser consciente de su ausencia de una vez por todas, aunque parezca surrealista. Mirar a Frank a los ojos y no sentir los retortijones de mi barriga al avisarme de que el amor de mi vida está justo frente a mí, porque no es cierto.
Mamá se pasaba de vez en cuando a traerme la comida, cosa que agradecía. Eso, y que me obligase a comer, porque no tenía fuerzas para hacerlo. Mis brazos estaban lánguidos y mi cuerpo sin fuerzas. Me sentía destrozada, sentía que me habían arrebatado mi esencia. ¿Era eso posible? Después de tanto tiempo, ¿era posible no saber quién soy? Porque parecía que, mientras dormía, habían venido, me habían abierto la cabeza, y habían borrado lo que me hace ser quien soy, lo que me hace darme cuenta de por lo que lucho, de por qué vivo, por qué debo ser feliz, por qué debo vivir.
Por otro lado, los chicos ni siquiera han intentado acercarse a mí, tal vez lo entienda. Les grité en la cara, les dije mis verdades de la forma más cruel que podría haberlo hecho y, a estas alturas y sinceramente, creo que no merezco su amistad. Tal vez debería alejarme de ellos, dejarlos en paz de una vez por todas. Ellos merecen estar fuera de todos mis problemas y quiero que sea así.
Cierro los ojos y dejo que el silencio siga consumiendo mi habitación, hasta que el sonido de la puerta lo interrumpe. No me giro, solo espero a sentir la mano fría y suave de mi madre sobre mi cara, apartando un mechón de pelo de ella. Abro los ojos y me quedo mirando hacia la pared. Ella suspira y pasa su mano a mi brazo, hasta llegar a mi mano y entrelazar nuestros dedos.
—¿Quieres hablar hoy...?—pregunta con suavidad.
—Solo...Solo quería darme el tiempo que no me di. —susurro.
Noto como ella asiente con su cabeza y sonríe levemente.
—Lo entiendo, pero sabes que puedes pedir ayuda ¿verdad? Hay personas especializadas en esto y, cariño, no te voy a juzgar que quieras hablar con alguien más. Con un profesional. Yo...Yo lo único que quiero es que estés bien...
ESTÁS LEYENDO
V I R A H A
Ficção AdolescenteUna relación estable, una enfermedad y un viaje. Así describiría yo lo que fue mi vida. Dejé todo, mi chico, mi casa, absolutamente todo por mí mejor amiga sin dudarlo. Así que, cuando volví con el rabo entre las patas, el que ahora era mi exnovio...