CAPÍTULO 20

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CAPÍTULO 20

AYDA

Mis nervios estaban a flor de piel. Acababa de besar a Frank. No. No. No. ¡Frank acababa de besarme a mí! ¡ÉL! Dios. DIOS MÍO. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer con Luka? ¡Luka! Debo contárselo, debo decirle lo que ha pasado, que entienda que no ha significado nada, que ha sido un simple beso. El problema aquí es que ese simple beso ha hecho que los elefantes de mi barriga empiecen a bailar flamenco.

Joder, es que había echado tanto de menos sus besos. Sus caricias en mi cuerpo, su cuerpo contra el mío. Todo él.

Dejo de dar vueltas en mi habitación y es en ese momento cuando escucho un par de golpecitos en la puerta. Me giro inmediatamente y ahí encuentro a mi futuro hermanastro, observándome con los brazos cruzados y una ceja enarcada.

—¿Vas a volver con él?

Miro sus ojos y sé que se está preocupando por mí, por eso suspiro y niego con la cabeza, mordiendo el interior de mi labio por un instante.

—Él sigue prometido. Y se va a casar pronto.

Mi hermanastro me mira como si estuviese loca. Sé que piensa que me estoy denigrando como mujer por dejar que un hombre, que es evidente que no va a estar conmigo nunca más, me bese y haga conmigo lo que quiera. Pero él no entiende todo lo que yo he vivido con Frank. Él no sabe cómo de feliz era mi vida cuando estaba con él. Y tal vez por eso quiera volver a él, porque fui feliz, y quiero volver a serlo. Porque como bien dicen, donde uno fue feliz, siempre vuelve.

—¿Vas a consentir que te trate como su amante?

Lo observo cruzarse de brazos y sonrío levemente. Hago un gesto con la cabeza, negando, y me acerco a él.

—Por supuesto que no. Es más, he sido yo la que le ha dicho que olvide lo que ha pasado.

Veo el disgusto en su mirada y suspiro, acercándome a él. Pongo una mano sobre su hombro y miro directamente a sus ojos, esperando que él me crea, aunque ni yo misma estoy segura de lo que digo.

—Todo va a estar bien.

Paso por su lado hasta llegar abajo y trato de mentalizarme de que eso es cierto. Veo a mi madre en la puerta de la cocina mirarme extrañada. Pasa su mirada hacia algo detrás de mí y, cuando me giro, veo a mi hermanastro con una cara que expresa disgusto.

Sé que mamá va a preguntar, y sé también que él se lo dirá, así que sin pensarlo, agacho la mirada, freno en seco mis pasos a mitad de la escalera, y subo la vista hacia mi madre.

—He besado a Frank.

Daniel levanta la cabeza del sofá para mirarme y mi madre se acerca a una velocidad espeluznante hacia mí. Sus cejas están casi unidas y sus labios fruncidos hacia abajo. Le molesta. Le molesta que no sepa valorarme ni yo misma.

—¿Que has hecho qué?

Mi labio inferior tiembla y miro a Daniel en busca de apoyo, algo que no consigo. Lo he hecho mal. Lo sé. Pero pienso que soy capaz de tomar mis propias decisiones, que soy adulta para afrontar todo lo que haga, esté bien o mal.

—He besado a Frank.

Esta vez lo repito mirándola a los ojos. Veo cómo algo cambia dentro de ellos, su ceño se relaja y sus labios se convierten en una línea recta. ¿Decepción? En ese caso debería sentirme mal. Siempre he tenido miedo de decepcionar a alguien, sobre todo a mis padres. Toda mi vida quise hacer lo que ellos quisieran, lo que les hiciera sentir súper orgullosos de su niña. Su única hija. Hasta hace unos años, justo cuando quise salir con Frank. Mi padre sentía un amor-odio hacia él, pero mamá directamente lo detestaba, incluso ahora, después de todo.

V I R A H ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora