CAPÍTULO 21

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CAPÍTULO 21

AYDA

Drama. Drama. Y más drama. ¿Qué sería la vida sin drama? Sin esa emoción. Sin esa adrenalina. Sin el llanto, sin el dolor, sin la alegría, la desesperación, la angustia. Emociones que en algún momento todos sentimos, como el amor. O el desamor. Ni siquiera sé por qué suelto todo esto. Tal vez porque me siento tan desubicada en mi vida, en mi mente, y en toda yo que no sé qué pensar. Desvarío e intento ordenar pensamientos que están inconclusos. Todo cambia constantemente. Paso de Eloise a mamá, de mamá a Frank y de Frank a Luka. ¿Por qué mi vida se ha vuelto un desastre? En parte siento que lo merezco. Por otro lado creo que la vida está siendo injusta conmigo. Tal vez me lo merezca por dejar a Frank solo, porque eso es solo mi culpa. Pero también creo que lo compensé acompañando a mi amiga en su último año de vida. Aunque mientras yo estaba emborrachándome en las mejores discotecas del mundo, Frank se hundía en su agujero.

Unos golpes se escuchan en la puerta del baño y veo que la puerta se abre dejándome ver a Frank asomar su cabeza, preocupado. Abrazo más mis rodillas, sentada en la taza del váter y dejo que entre mirando al suelo. Escucho cómo enciende el agua de la ducha y suspira cuando noto que las puntas de sus zapatos están dirigidas hacia mí. Soy una carga, sé que es eso. Soy una carga para él, para mi madre, para Luka, para Georgia, para mis chicos, incluso lo fui para Eloise. Noto cómo se acerca y empieza a cepillar mi pelo con suavidad, sin embargo, me aparto y niego, empujándolo un poco con la mano.

—No necesito que hagas eso.—susurro, sorbiendo mis mocos y pasando la manga de mi sudadera por debajo de la nariz.

—¿Entonces qué es lo que necesitas?

Dejar de existir. Dejar de ser una carga para el mundo. Dejar de sentirme como una mierda y tener que verme feliz para todos.

—Nada.—respondo.

Vuelvo a escuchar un suspiro de su parte y noto que empieza a caminar hacia la puerta, cerrándola al salir. Un sollozo se me escapa. Duele. Mi pecho duele, mi cabeza duele. Mi cuerpo duele. Me duele estar así, no saber cómo controlarlo. No saber cómo reaccionar a todos los sentimientos que me abordan.

Decido incorporarme y desnudarme para meterme bajo el chorro de la ducha. Cierro los ojos y se sienten hinchados de tanto llorar, aprieto mis labios en una fina línea cuando otro sollozo quiere abarcar mi cuerpo. Quiero que todo vuelva a ser como hace dos años. Cuando Eloise estaba bien, yo estaba bien con todos, y Frank y yo estábamos viviendo juntos nuestro mejor momento, con nuestro piso y los problemas con los vecinos.

Me ducho sin ganas de nada, así que cuando salgo voy directa a mi habitación envuelta en el albornoz y me siento en la cama. Miro a mi alrededor y no encuentro nada. Todo está vacío, cosa que es normal, porque me lo llevé todo. Pero, sin embargo, que el espacio esté tan vacío me hace entender que yo no pinto nada ahí. Que ese no es mi lugar. Y que tal vez no lo vuelva a ser nunca.

Un carraspeo me saca rápidamente de mis cavilaciones y miro a la puerta, donde Frank me observa con cuidado, como si cualquier cosa me fuera a romper. Rasco mi frente y sonrío un poco.

—No lo hagas.

—¿El qué?—pregunto confundida, frunciendo el ceño.

—Fingir que estás bien. No lo estás, y estoy aquí para ayudarte. Así que no sonrías si no es lo que sientes.

Se acerca a mí y se pone a mi lado, apoyando una mano en mi pierna. Miro sus ojos y noto que los míos se nublan.

—No quiero aburrirte más con esto. No sé...No...No sé cómo...—sollozo y él acaricia mi pelo, atento a mí—No sé cómo arreglarme.

V I R A H ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora