CAPÍTULO 42FRANK
Qué.Hija.De.Puta. No paraba de repetir eso en mi cabeza mientras veía la carta de juzgado donde afirmaba que me había denunciado por protección de datos. Cuando me amenazó mientras discutíamos pensé que iba de farol, que realmente no quería hacerlo, que era puro juego. Pero ahora, viendo la carta entre mis manos, creo que ella no pensó que era juego.
Era consciente de que me había pasado. La traté como un animal cuando no se lo merecía, ella misma me había dicho que no sabía que yo iba a estar ahí. Y la ataqué, como una bestia que no sabe controlar sus impulsos.
Quería volver a verla, quería pedirle perdón por lo que le había hecho, pero sin mostrarme muy receptivo. Quería que pensara que la odiaba y que nada de lo que pudiera hacer iba a convencerme de volver con ella. Porque eso era lo que quería, por más que ella dijera que no, su nariz la delataba, igual que mis cuadros me delataban a mí.
Diana me arrancó entonces la carta de las manos y se paseó por mi oficina, con los ojos atentos de Alex, de un lado a otro. Ella se había mostrado más molesta que yo porque en cuanto Ayda salió se armó el revuelo con toda la prensa. Se habían vuelto completamente locos, anunciando la posible reconciliación o posible pelea que habíamos tenido—siendo esto último cierto—.
A mi relaciones públicas le molestaba más que nada por los rumores, porque sabía que si Ayda me chasqueaba los dedos yo ya estaría de nuevo a su lado, lo que la convertiría en una más.
—¿Cómo se ha atrevido?—casi chilló. —¿Por qué se cree que tiene derecho a hacer algo así? Fue ella la que te dijo que deberías hacer algo así, ¿verdad? —preguntó poniéndose a mi lado.
Alex la miraba con rabia, porque estaba hablando mal de su mejor amiga, y a mí también me molestaba que usase ese tonito para referirse a ella.
—Eso perfectamente puede ser su palabra contra la mía.—respondí sin más.
Y era cierto, si bien Ayda me dijo en algún momento que lo hiciera, que los cuadros eran buenos, eso un juzgado al ser de palabra no lo darían como prueba válida. Aquí constaban los documentos y no había ninguno. Así que tenía todas las de perder, pero no me importaba.
—Lo único que quiere es chupar del bote y lucrarse de todo el dinero que ganaste con esa exposición.—bufó y dejó el papel con rabia sobre la mesa.—Es otra más.
Alex se levantó, golpeando la mesa en el proceso y consiguiendo que Diana lo mirase con el ceño fruncido, como si estuviera loco.
—No conoces de nada a Ayda, así que cierra la puta boca.—exigió con dureza y lo agradecí.—Ella no hubiese denunciado si este gilipollas no la hubiese tratado como un animal. Y da gracias a que no le ha denunciado por violencia de género, porque testigos había muchos.
Dicho eso se marchó de la habitación dolido. Según me había comentado Ayda estaba enfadada con Madison, Eda y él, por haberla hecho ir a la exposición sin informarla de que yo estaría. Ella lo había echado de su casa en cuanto se enteró y me contó que estaba tan mal que se quedó en la puerta durante horas por si necesitaba algún tipo de ayuda.
Alex era un gran amigo, pero también la solía cagar con cosas así. Y en parte la entendía a ella, probablemente había intentado superarme y quería volver a hablar conmigo, pero a su tiempo. Yo me había buscado todo esto. Solo yo.
—¿No vas a decir nada?—inquirió, sentándose donde antes estaba mi amigo.
Me recliné en el sillón y suspiré, negando levemente con la cabeza.

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V I R A H A
Novela JuvenilUna relación estable, una enfermedad y un viaje. Así describiría yo lo que fue mi vida. Dejé todo, mi chico, mi casa, absolutamente todo por mí mejor amiga sin dudarlo. Así que, cuando volví con el rabo entre las patas, el que ahora era mi exnovio...