CAPÍTULO 19
FRANK
Escuchar su risa me daba cien años más de vida. Era escandalosa, pero, cuando reía, sentía que todo mi mundo se centraba en ella, que no existía nada más. Que todo estaba bien.
Las últimas veces que la vi, incluido hoy, mi estómago empezó a encogerse con ese sentimiento llamado amor de fondo. Sabía que estaba mal, porque yo estaba prometido. ¡Estaba a punto de casarme, por el amor de Dios! Pero llegaba ella y me iluminaba el camino, me hacía tomar decisiones que jamás habría tomado, me hacía arriesgarme. Me hacía querer seguirla hasta el fin del mundo.
Escucho su voz cantando una de las canciones de reggaeton que tanto le gustan, y me arrepiento de haber guardado ese pendrive.
Aparco frente a su casa y ella baja el volumen de la música, girando medio cuerpo para mirarme. Se suelta el cinturón y hago lo mismo que ella. Me giro a mirarla y veo sus ojos marrones brillar. Su sonrisa es leve y su expresión es de completa felicidad.
—Gracias por traerme.—dice, con voz suave.
Asiento, sonriendo, para hacerle saber que no me importa. De hecho, haría siempre esto, porque es el único momento que tenemos para estar solos con motivo.
Mis pensamientos varían cuando bajo la vista hacia sus labios y siento mi respiración acelerarse. Así que, antes de que me acobarde, agarro su nuca y acerco mis labios a los suyos, iniciando un beso salvaje. Lleno de ganas, sabiendo que ambos lo necesitábamos. Que era lo que deseábamos.
Ella mete sus dedos entre mi pelo y tira un poco de él. Nuestras respiraciones están aceleradas y lo noto aún más cuando ella se aparta y me mira a los ojos.
—Frank...
Veo la duda en esos iris y vuelvo a besarla, sin que le dé tiempo a decir nada más. Sé lo que piensa y no quiero que este momento se acabe. Así que profundizo más el beso, iniciando un choque de lenguas que la hace jadear.
Intenta moverse en su asiento y, de un momento a otro, la tengo encima de mí, pasando sus manos por mi pelo, meneando sus caderas. Joder, la echaba de menos, echaba de menos esto, su fiereza.
Paso las manos por sus piernas y, cuando voy a introducir una de ellas dentro de su pantalón, en la ventana del acompañante suenan un par de golpes. Ayda se aparta y murmura algo en español que supongo que es un insulto.
Vuelve a su sitio y sale del coche, dejándome ver a un chico joven que la mira con diversión. Me apeo del coche y compruebo que el chico es un poco más bajo que yo, pero que cuando me observa lo hace con rabia.
—Frank, este es Augustus, es hijo del prometido de mi madre.—la voz de Ayda aun se escucha afectada.
Me acerco al chico y le extiendo mi mano para estrecharla, a modo de saludo, pero él simplemente mira a su hermanastra con el ceño fruncido.
—Creo que deberías entrar, tu madre ha preguntado por ti.
La morena suspira y asiente, y el chico emprende camino hacia la entrada dándome miradas de vez en cuando. Oigo un carraspeo y vuelvo mi vista a mi morena, quien se acerca jugando con sus manos, nerviosa.
—Frank...Esto no puede ser, te vas a casar y...no quiero ser la otra. No cuando una vez fui ella. —suspira y extiende su mano hasta tocar mi brazo.—Te quiero y lo sabes, pero si no me escoges a mí no puedo hacer esto. Ha sido un error ¿vale? Yo no diré nada y tú tampoco lo harás, podemos hacer como que no ha ocurrido, así podrás casarte con ella.

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V I R A H A
Novela JuvenilUna relación estable, una enfermedad y un viaje. Así describiría yo lo que fue mi vida. Dejé todo, mi chico, mi casa, absolutamente todo por mí mejor amiga sin dudarlo. Así que, cuando volví con el rabo entre las patas, el que ahora era mi exnovio...